Alo largo del planeta se ven señales de un acercamiento de la elección en nuestro país.
Las alcaldías repiten el guion ya fastidioso de romper aceras, para volverlas a construir; pero en el extranjero, si de guiones se trata, no se quedan atrás.

Los diputados yanquis amenazan con “volver a sancionarnos” como si alguna vez hubieran retirado esas medidas ilegales, absurdas e inútiles, que a quienes más daño hacen es a los venezolanos comunes y silvestres.

Y sus nuevas colonias agrupadas en la llamada comunidad europea también amenazan con sancionarnos, lo cual es un contrasentido a mi modo de ver.

Los estadounidenses nos sancionan a los venezolanos y al gobierno nuestro porque no queremos, según dicen, estabilizar una democracia estilo Washington, lo cual merece comentario aparte.

Y es que sucede que no explican los del norte ¿en qué rayos quieren que los copiemos?
¿Será acaso en convertirnos en un gran consumidor de drogas prohibidas?

¿Será que, para copiar la democracia estadounidense, tendremos los venezolanos que permitir la venta de armas en cada esquina, porque de otra manera nuestros muchachos no podrían seguir a sus nuevos ídolos en eso de montar una matachina semanal en cualquier escuela?

Pero el caso de los europeos molestos porque no somos como ellos es digno de estudio clínico.

Ser “como los europeos” es asunto de debate porque hasta en el modelo político hay para escoger, todos diferentes.

¿Elegimos rey y familia real como los Borbones en España o la bella descendencia de la reina Elizabeth II, o gobiernos parlamentarios de una o dos cámaras e incluso con “lores” elegidos vaya usted a saber por quién de por vida y con cargo hereditario?

Y de esa manera el despistado pensará que por ser malucos nos volvieron a sancionar, cuando la realidad es que, como escribí hace tiempo, imperio es imperio, aunque ande de capa caída, y frente a países que para ellos son enanos, las sanciones siguen mientras uno no les diga que sí a todo.

Y, si no, vean a Cuba que tiene muchos vuelos diarios desde USA, pero anda mal con el bloqueo que es sinónimo de sanción.

Mientras tanto, España, que será madre pero se comporta como madrasta, insiste en reconocer al interinato y sus empresas de telefonía se autosabotean antes de la elección.