La España oficial y la España vital de Ortega y Gasset. Justo el día en que Pere Aragonés anunciaba nuevas elecciones al Parlamento de Cataluña, Carlos Mazón mantenía un encuentro con la patronal de Cataluña Foment del Treball para contar las bondades de invertir y establecerse en la Comunitat Valenciana.
Dicho de otra manera, mientras que la comedia independentista seguía en el Parlament, un nutrido grupo de empresarios se acercó a escuchar al president de la Generalitat Valenciana para conocer qué proyectos tiene su Govern en materia de rebajas fiscales, transmisiones patrimoniales, sucesiones, donaciones y Patrimonio, entre otros temas.
No hay mejor imagen de la situación de la vida española. Unos no pueden acordar un presupuesto por estrategias electorales, otros buscan la manera de asegurar su negocio y estrechar lazos con territorios vecinos; unos siguen con la matraca del "Ho tornarem a fer", otros salen a mostrar su tierra como un lugar de oportunidades para todos; unos dicen que solos les irá mejor, otros dicen que la fuerza está en la unidad.
Mazón ha sabido ir contra la línea de flotación de Junts y de Moncloa. Frente a las reclamaciones de los independentistas de medidas especiales para forzar la vuelta de las sedes de las empresas que dejaron Cataluña por el procés, nada mejor que dejarse ver con una de las patronales más representativas. Poner una pica en Flandes, que diría un castizo.
Muy diferente a la estrategia de Ximo Puig. El expresident fracasó en su intento, muy loable, de sumar a su homólogo catalán en sus reivindicaciones de inversiones, como el corredor del Mediterráneo, y financiación. Seguramente no había leído lo que Manuel Azaña dejó escrito en sus memorias. El nacionalismo solo mira su ombligo y se construye a base de traiciones. No todo el nacionalismo, claro, hay otro que tiene como filosofía vital el pancismo.
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