PUERTO PADRE, Cuba.- Pronto hará un año de la publicación, el 26 de julio de 2023, del artículo Asalto al Cuartel Moncada: 70 años de promesas incumplidas, texto al que ahora, necesariamente, debemos volver ejerciendo como “abogado del diablo”, en este caso, de Miguel Díaz-Canel, y, asumo su defensa, pues, según algunos dicen o insinúan, y entre ellos un hijo de Fidel Castro, no sería achacable a su padre y sí a los continuadores de su régimen, la mora, la dejadez, el incumplimiento ramplón del llamado “programa del Moncada”.

Vamos a ver: según expresamos el año pasado, el llamado “programa del Moncada”, estaba fundado en cinco “leyes revolucionarias” que habrían promulgado Fidel Castro y sus seguidores inmediatamente, si hubieran conseguido tomar la ciudad de Santiago de Cuba el 26 de julio de 1953, según se habían propuesto.

Y como en 1953 Fidel Castro dijo, “la primera ley revolucionaria devolvía al pueblo la soberanía y proclamaba la Constitución de 1940 como la verdadera ley suprema del Estado, en tanto el pueblo decidiese modificarla o cambiarla, y a los efectos de su implantación y castigo ejemplar a todos los que la habían traicionado, no existiendo órganos de elección popular para llevarlo a cabo, el movimiento revolucionario, como encarnación momentánea de esa soberanía, única fuente de poder legislativo, asumía todas las facultades que le son inherentes a ella, excepto de legislar, facultad de ejecutar y facultad de juzgar”.

Pero como bien se sabe según el hecho histórico que es, llegado al poder el 1ro de enero de 1959, Fidel Castro pasó por alto a la que había llamado “primera ley revolucionaria”, que devolvía al pueblo la soberanía y restituía la Constitución de 1940 quebrantada por el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, y, haciendo peor que lo delinquido por el golpista Fulgencio Batista, Fidel Castro hizo y deshizo en Cuba, gobernando por decreto durante 17 años, desde 1959 hasta cuando fue promulgada la Constitución de 1976, una “carta magna” estalinista calcada de los regímenes europeos dependientes de Moscú, que, con falsa apariencia de legalidad, es la continuidad y sostén de un régimen comunista, totalitario, como el que sostiene la vigente Constitución de 2019, con un gobierno jamás elegido por los que dicen representar.

Así, hoy, por falta de aplicación del propio Fidel Castro, bien podíamos llamar “Ley de Hambre” a la conceptuada como “segunda ley revolucionaria” del llamado “programa del Moncada”, porque, si todos los latifundios privados e improductivos son dañinos, el peor de esos feudos es el que hace al Estado latifundista, y aquella “segunda ley”, que concedía la propiedad de la tierra a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupasen parcelas de cinco o menos caballerías de tierra, fue la base de la llamada Primera Ley de Reforma Agraria de 17 de mayo de 1959, que, ciertamente, hizo propietarios a esos agricultores de hasta cinco caballerías de tierras que ya trabajaban, pero al mismo tiempo, expropió la gran empresa rural en Cuba, eliminando el latifundio particular, sin importar si producía o eran terrenos ociosos, para hacer del gobierno comunista un Estado latifundista, empantanando el campo cubano en la improductividad de hoy día, al punto de no producir la nación ni los alimentos que consume.

Y, si de llevar a vías de hechos el llamado “programa del Moncada”, hoy, que el salario de los trabajadores no alcanza ni para comprar un paquete de 30 huevos, (que tampoco Cuba produce porque carece de base alimentaria para la agroindustria avícola) habría que decir en favor de mi defendido que, no es desde 2018 cuando Díaz-Canel ocupó el cargo de “presidente”, sino desde 1959 y por parte del propio Fidel Castro, quien incumplió con la conceptuada como “tercera ley revolucionaria”, pues en Cuba nunca se ha pagado a los trabajadores según esa “ley”, que otorgaría a los obreros y empleados “el derecho a participar del treinta por ciento de las utilidades en todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo centrales azucareros”.

Y no menos incumplida ha sido la “cuarta ley revolucionaria”, por la que todos los colonos tenían “el derecho a participar del cincuenta y cinco por ciento del rendimiento de la caña”, esto, en un país donde la estatización del cultivo de la caña de azúcar hizo a los productores, tanto “privados” como estatales, en una de las últimas opciones del “mercado laboral” cubano, convirtiéndolos a todos, en meros peones mal pagados.

La “quinta ley revolucionaria”, si fuera de aplicación al día de hoy, no sólo implicaría a Miguel Díaz-Canel y demás actuales dirigentes, sino que quizás entrañara despojar de bienes muebles e inmuebles, entre los que se encuentran no pocas casas-mansiones, en posesión de familiares, seguidores y continuadores de los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz, adquiridos desde el año 1959 hasta el presente, pues, concierne a “la confiscación de todos los bienes a todos los malversadores de todos los gobiernos y a sus causahabientes y herederos en cuanto a bienes percibidos por testamento o abintestato, (entiéndase adjudicación de bienes de un fallecido sin testamento) de procedencia mal habida”.

Y la “quinta ley revolucionaria” del llamado “programa del Moncada” si fuera de aplicación hoy, es aplicable a todos quienes han dirigido y dirigen el Estado cubano desde 1959 y hasta el presente, incluidos los dirigentes del Partido Comunista, pues, todos ellos, son responsables de graves transgresiones penales, civiles y morales, y la primera de esas faltas, es haber transformado el sueño de libertad de una nación en la más atroz pesadilla. Y con agravantes: haciendo creer que actuaban de buena fe.

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Un sueño de verano que terminó en pesadilla: El “programa del Moncada”

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14.04.2024

PUERTO PADRE, Cuba.- Pronto hará un año de la publicación, el 26 de julio de 2023, del artículo Asalto al Cuartel Moncada: 70 años de promesas incumplidas, texto al que ahora, necesariamente, debemos volver ejerciendo como “abogado del diablo”, en este caso, de Miguel Díaz-Canel, y, asumo su defensa, pues, según algunos dicen o insinúan, y entre ellos un hijo de Fidel Castro, no sería achacable a su padre y sí a los continuadores de su régimen, la mora, la dejadez, el incumplimiento ramplón del llamado “programa del Moncada”.

Vamos a ver: según expresamos el año pasado, el llamado “programa del Moncada”, estaba fundado en cinco “leyes revolucionarias” que habrían promulgado Fidel Castro y sus seguidores inmediatamente, si hubieran conseguido tomar la ciudad de Santiago de Cuba el 26 de julio de 1953, según se habían propuesto.

Y como en 1953 Fidel Castro dijo, “la primera ley revolucionaria devolvía al pueblo la soberanía y proclamaba la Constitución de 1940 como la verdadera ley suprema del Estado, en tanto el pueblo decidiese modificarla o cambiarla, y a los efectos de su implantación y castigo ejemplar a todos los que la habían traicionado, no existiendo órganos de elección popular para llevarlo a cabo, el movimiento revolucionario, como encarnación momentánea de esa soberanía, única fuente de poder legislativo, asumía todas las facultades que le son inherentes a ella, excepto de legislar, facultad de ejecutar y........

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