LA HABANA, Cuba. – El pasado mes se registraron varios hechos represivos contra colaboradores de CubaNet: la periodista Camila Acosta fue detenida en Cárdenas (Matanzas) cuando se dirigía a visitar a familiares de presos políticos y devuelta a La Habana sin que mediara una orden judicial. José Luis Tan Estrada, periodista camagüeyano, fue interceptado por la Policía política el pasado 26 de abril, cuando entraba a La Habana. El reportero fue recluido en Villa Marista, donde la Seguridad del Estado lo mantuvo incomunicado, pero sin imputarle delito alguno. El Tribunal Provincial de La Habana rechazó el recurso de habeas corpus extendido a su favor con el argumento, improcedente, de que había que presentar tres copias.

Finalmente, Tan Estrada fue liberado y regresado a su provincia tras cinco días de encierro; pero otros, como Ángel Cuza, que el próximo 7 de mayo cumplirá seis meses de cárcel por el supuesto delito de “alteración del orden público”, no han tenido la misma suerte.

En Nuevitas (Camagüey), junto a otros 12 cubanos que alzaron su voz para exigir derechos, Mayelín Rodríguez Prado acaba de ser condenada por los presuntos delitos de “propaganda enemiga” y “sedición”. Su “falta”, que la justicia revolucionaria consideró acreedora de 15 años de prisión, fue grabar con un teléfono móvil las manifestaciones ocurridas en esa localidad en agosto de 2022, cuando decenas de pobladores se lanzaron a las calles a protestar contra el régimen de Miguel Díaz-Canel.

Rodríguez Prado ejerció su derecho a informar sobre la realidad nacional, captando el momento en que agentes del orden maltrataban a dos menores de edad durante un arresto violento. Pero también el periodismo ciudadano, un movimiento amparado en la Declaración de Derechos Humanos, es castigado en Cuba con sanciones desproporcionadas de corte ejemplarizante, para inducir terror y obligar a los ciudadanos críticos hacia el régimen a callar o desistir.

En los últimos tiempos, la prensa independiente cubana ha sido diezmada por el éxodo y la persecución política ante la indiferencia del mundo libre, cuyos heraldos señalan los atropellos de la dictadura cubana y se declaran consternados ante sentencias injustas, pero se guardan mucho de tomar las medidas pertinentes para dejar claro que la represión tiene consecuencias.

Con impunidad absoluta la Policía política viola la Constitución y abusa de su poder omnímodo hostigando a los reporteros, especialmente si en paralelo a su labor periodística se dedican al activismo para socorrer a los más desfavorecidos.

Tan Estrada estuvo preso por visibilizar casos sociales que desmantelan el mito de “la Revolución para los humildes”. No son casos aislados. Son decenas de desamparados, ancianos, discapacitados, niños incluso, que han quedado a merced de la caridad pública en el contexto socioeconómico más duro que ha atravesado la Isla desde 1959.

Tan Estrada fue tratado como un criminal por ser un buen cubano, por confrontar las mentiras históricamente cimentadas y las de nuevo tipo. También por recordarle a un régimen irresponsable y explotador que no fue para esto que se sacrificaron generaciones de cubanos, esos mismos que hoy mendigan, no ya dinero, sino un pedazo de pan luego de haber dedicado 20, 30 años de servicio a un proyecto de sociedad que ni siquiera pueden recordar.

En el Día Mundial de la Libertad de Prensa Cuba exhibe un récord ominoso de presos políticos y una cronología de hechos represivos contra los periodistas independientes, desde el cruel encarcelamiento de Lázaro Yuri Valle Roca hasta los cortes selectivos de Internet que el pasado primero de mayo dejaron sin servicio de red, telefonía y mensajería a varios reporteros, activistas pro derechos humanos y ciudadanos que se niegan a aceptar la irrevocabilidad de un sistema que persiste en la ineficiencia económica, la dependencia de la emigración y el terror de Estado.

No puede ser más aciago el panorama para la prensa opuesta al discurso oficial, la que ha abierto el debate sobre las repentinas destituciones y “renuncias” de ministros, gobernadores y secretarios provinciales del PCC. Esa prensa que pone el foco sobre la corrupción de una casta empoderada por décadas de violencia y demagogia, también se ha encargado de visibilizar la situación de los presos políticos, de niños enfermos a los que esta Cuba “bloqueada” no puede proveer la asistencia médica que necesitan, y de veteranos de las guerras de África que hoy viven en las calles convertidos en menesterosos, olvidados por el Gobierno que los utilizó como carne de cañón.

Esa prensa que se ve cada día más amenazada y cuya existencia es imprescindible para alcanzar un Estado de derecho, procura seguir siendo libre en una Cuba sin brújula, incapaz de dirigir su proa maltrecha hacia la democracia.

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Cuba, un Estado de terror contra la prensa independiente

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05.05.2024

LA HABANA, Cuba. – El pasado mes se registraron varios hechos represivos contra colaboradores de CubaNet: la periodista Camila Acosta fue detenida en Cárdenas (Matanzas) cuando se dirigía a visitar a familiares de presos políticos y devuelta a La Habana sin que mediara una orden judicial. José Luis Tan Estrada, periodista camagüeyano, fue interceptado por la Policía política el pasado 26 de abril, cuando entraba a La Habana. El reportero fue recluido en Villa Marista, donde la Seguridad del Estado lo mantuvo incomunicado, pero sin imputarle delito alguno. El Tribunal Provincial de La Habana rechazó el recurso de habeas corpus extendido a su favor con el argumento, improcedente, de que había que presentar tres copias.

Finalmente, Tan Estrada fue liberado y regresado a su provincia tras cinco días de encierro; pero otros, como Ángel Cuza, que el próximo 7 de mayo cumplirá seis meses de cárcel por el supuesto delito de “alteración del orden público”, no han tenido la misma suerte.

En Nuevitas (Camagüey), junto a otros 12 cubanos que alzaron su voz para exigir derechos, Mayelín Rodríguez Prado acaba de ser condenada por los presuntos delitos de “propaganda enemiga” y “sedición”. Su “falta”, que la justicia........

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