LA HABANA, Cuba.- El pasado miércoles, el presidente del Gobierno Español, el socialista Pedro Sánchez, anunció que se tomaría cinco días para decidir si continuaba o no al frente de los destinos de la Madre Patria. Como es lógico, el inesperado anuncio, por su importancia, se convirtió en tema obligado de los comentarios y las especulaciones políticas, no sólo en el país peninsular, sino en toda Europa y el resto del mundo.

Para hacer el inusual anuncio, el Jefe del Ejecutivo esgrimió, como motivo o pretexto, las acusaciones de posibles actos de corrupción formuladas contra su esposa, Begoña Gómez. La denuncia provino no de alguno de los partidos que se enfrentan al señor Sánchez, sino de un sindicato de empleados públicos fundado en 1995 que, con el nombre de Manos Limpias, ha anunciado su propósito de “interponer todo tipo de denuncias, ante las corrupciones políticas o económicas que lesionen el interés público o general”.

Conviene decir que el aludido gremio no se anda con chiquitas a la hora de formular acusaciones. Entre sus imputados, a lo largo de los años, se han contado la infanta Cristina y… ¡hasta su propio fundador, el abogado Miguel Bernad!, a quien Manos Limpias acusó, junto con el líder de una asociación de consumidores, de una hipotética extorsión a varias empresas y bancos. No obstante lo anterior, el conocido diario madrileño El País, que no esconde sus simpatías izquierdistas, calificó a la entidad como “pseudosindicato” y “máquina de denunciar”.

Pese al origen de la acusación, el señor Pedro Sánchez, al anunciar sus cinco días de supuesta meditación, no vaciló en arremeter de modo directo contra sus adversarios políticos. Mencionando por su nombre a los líderes del Partido Popular (PP) y de VOX, el actual Presidente escribió: “Esta estrategia de acoso y derribo lleva meses perpetrándose. Por tanto, no me sorprende la sobreactuación del Sr. Feijóo y el Sr. Abascal. En este atropello tan grave como burdo, ambos son colaboradores necesarios junto a una galaxia digital ultraderechista y la organización Manos Limpias”.

El Jefe del Ejecutivo hispano cumplió su palabra en el plazo que él mismo fijó. La expectación generada por el anuncio presidencial terminó este lunes. En el ínterin, sus simpatizantes y correligionarios no desperdiciaron el breve compás de espera concedido por su superior. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, no tuvo empacho en afirmar que la decisión de Sánchez, “estará sustentada en el interés general porque ‘siempre’ lo está”.

El supuesto “renunciante indeciso”, en lo que calificó como una “declaración institucional”, anunció este día 29 que continuaría a la cabeza del Gobierno, y precisó que lo haría “con más fuerza, si cabe”. En un pasaje que este periodista considera especialmente críptico, también expresó que su declaración “no supone un punto y seguido. Es un punto y aparte; se lo garantizo”.

En definitiva, se han confirmado las especulaciones de los escépticos, que desde días atrás anunciaban que la hipotética “renuncia” no llegaría a materializarse. El vicepresidente primero del Senado, Javier Maroto, del PP, ha descrito lo sucedido como “otro capítulo de bochorno, populismo y victimismo”, y concluyó: “He pasado vergüenza ajena”. Los vicepresidentes autonómicos de VOX también denunciaron el “número” de quien calificaron como “aprendiz de tirano”.

Al menos en una cosa tuvo razón el delirante Carlos Marx. Fue cuando dijo que “la historia ocurre primero como tragedia y después como farsa”. Esta amarga reflexión viene al caso cuando comparamos el actual sainete con la verdadera renuncia que, en febrero de 1981, presentó Adolfo Suárez, único jefe de gobierno del post-franquismo y primero de la democracia española restaurada.

Para conducir a aquel resultado, se sumaron la inestabilidad en las instituciones castrenses y el deterioro de la relación entre el Presidente y el Rey; pero, sobre todo, las diferencias que se habían exacerbado en el seno de la Unión del Centro Democrático (UCD), el partido fundado por el propio Suárez. Este hizo su histórico anuncio en un breve discurso del que vale la pena recordar una frase para la historia: “Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España”. También un planteamiento tajante: “Presento irrevocablemente mi dimisión como Presidente del Gobierno”.

Las diferencias saltan a la vista. En verdad, lo de Suárez fue una tragedia; lo que ha hecho ahora Sánchez merece sobradamente el calificativo de farsa. ¿Pero qué le vamos a hacer! Los que hemos padecido gobiernos de la izquierda socialista conocemos de sobra esas “renuncias” presentadas por sus jefes. Por cierto, sin que importe demasiado que se trate de individuos de talante democrático (como lo ha sido el español) o de vocación definidamente totalitaria.

Porque, como cubano, me parece que viene al caso rememorar, siquiera sea con brevedad, la hipotética “renuncia” al Premierato presentada por Fidel Castro el 17 de julio de 1959. A raíz de unas declaraciones anticomunistas formuladas por Manuel Urrutia, el presidente de la República que él mismo había nombrado e impuesto, el “Máximo Líder” anunció que no le resultaba posible continuar como Primer Ministro.

Invocó que, ante sus diferencias con el Jefe de Estado titular, lo correcto es que fuera él, Castro, quien abandonase el cargo. En medio de un delirante apoyo popular al renunciante, se anunció que también Urrutia cesaba en su cargo. Se dice que, en esa decisión, desempeñó un papel nada despreciable la pistola que uno de los jóvenes alocados que se habían destacado en “la Revolución” colocó en la sien del todavía Presidente, amenazando con dispararla. Un ofrecimiento cuya materialización, en aquella “época de la barbarie” no resultaba descabellada, en absoluto.

En aquella ocasión, la renuncia, que sí se hizo efectiva, fue realidad durante un lapso no de cinco días, sino de nueve. Su presentación tuvo lugar poco más de una semana antes de la fecha del 26 de Julio. Fue la ocasión escogida por el “Máximo Líder” para, en medio de un mar de pueblo congregado para conmemorar la luctuosa efeméride, y que de modo delirante le pedía su retorno al cargo, “ceder a la voluntad popular”…

Más allá de las evidentes diferencias con los indudables excesos del escenario antillano, lo sucedido ahora en España apunta en la misma dirección. En la Madre Patria, la anunciada “renuncia” nunca se materializó ni existió una posibilidad razonable de que lo fuera. Pero ha servido para fines análogos que los que persiguió un joven Fidel Castro en 1959.

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Conato de renuncia de Pedro Sánchez: Crónica de una “continuidad” anunciada

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30.04.2024

LA HABANA, Cuba.- El pasado miércoles, el presidente del Gobierno Español, el socialista Pedro Sánchez, anunció que se tomaría cinco días para decidir si continuaba o no al frente de los destinos de la Madre Patria. Como es lógico, el inesperado anuncio, por su importancia, se convirtió en tema obligado de los comentarios y las especulaciones políticas, no sólo en el país peninsular, sino en toda Europa y el resto del mundo.

Para hacer el inusual anuncio, el Jefe del Ejecutivo esgrimió, como motivo o pretexto, las acusaciones de posibles actos de corrupción formuladas contra su esposa, Begoña Gómez. La denuncia provino no de alguno de los partidos que se enfrentan al señor Sánchez, sino de un sindicato de empleados públicos fundado en 1995 que, con el nombre de Manos Limpias, ha anunciado su propósito de “interponer todo tipo de denuncias, ante las corrupciones políticas o económicas que lesionen el interés público o general”.

Conviene decir que el aludido gremio no se anda con chiquitas a la hora de formular acusaciones. Entre sus imputados, a lo largo de los años, se han contado la infanta Cristina y… ¡hasta su propio fundador, el abogado Miguel Bernad!, a quien Manos Limpias acusó, junto con el líder de una asociación de consumidores, de una hipotética extorsión a varias empresas y bancos. No obstante lo anterior, el conocido diario madrileño El País, que no esconde sus simpatías izquierdistas, calificó a la entidad como “pseudosindicato” y “máquina de denunciar”.

Pese al origen de la acusación, el señor Pedro Sánchez, al anunciar sus cinco días de supuesta meditación, no vaciló en arremeter de modo directo contra sus adversarios........

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