La derecha dobla como las campanas de mi pueblo, tocando a misa de doce, contra el ministro de transportes, Óscar Puente. A la cita parroquial, desde Argentina, se suma su ofendidísimo gobierno reproduciendo un comunicado de la extrema derecha española al que simplemente han añadido su sello. Todo, motivado por la proximidad de las Europeas y la futura visita de Milei a España para apoyar la campaña electoral de Vox. La excusa, ha sido un tuit de Óscar Puente, pero podría haber sido cualquier otra.

La carta del gobierno argentino deja con las vergüenzas al aire (no necesariamente limpias) del patriotismo patriotero, si no, de qué iba a estar Abascal programando gira con un dirigente extranjero contra el presidente de su país.

Perdón por el párrafo primero, las campanas de la derecha no doblan llamando a misa, doblan convocando a un pretendido auto de fe, cuyo colofón no es tanto el sacrificio en plaza pública del señor ministro, como el ensordecedor ruido a cuyos lomos viajan quienes hacen de la ignorancia su más destacada insignia.

No sabemos si el señor Milei consume “sustancias” y la verdad, no nos importa, pero quienes le quieren (si existen esas personas) deberían preocuparse porque sí lo hiciera; sus declaraciones públicas hacen pensar que si no las ha consumido, debería hacerlo, prescritas por un profesional acreditado de la salud que no es física sino de otra índole tantas veces censurada.

Argentina, que lleva años asomándose al precipicio, salta definitivamente a él, mientras la extrema derecha internacional aplaude el uso de la motosierra -con un poco de envidia, diría yo- sabiendo que los árboles que hace leña son los de los demás. Es una historia muy vieja la del caciquismo abusando del prójimo, reprimido por el estado del bienestar. De ahí, la necesidad de evocar el pasado, cuando el estado del bienestar era más flojo para la mayoría, pero los abusos del caciquismo tenían mayor impunidad. Y en eso andan, me temo, soñando con un futuro donde los que históricamente han detentado el poder puedan comérselo a grandes bocados y no a mordisquitos, como en Madrid van haciendo.

Óscar Puente tiene razón cuando el ministro se aparca y habla la persona. Los politólogos se me echarán encima, pero necesitamos más personas contestando en activo. Su tono puede sonar rudo para un ministro, pero no para el momento actual. Rudo es dejar morir a 7291 personas, que no, no se iban a morir igual, mientras todos los días disparas con el arco de las sandeces desde la Puerta del Sol a Moncloa, para salir un ratito en la tele. A veces, ni tan siquiera construyendo frases; como si fueran pandilleros, simplemente pronuncian palabras sueltas a modo de hashtags lanzados contra los cristales del consejo de ministros.

La han emprendido con Puente, pero podrían haberla emprendido con cualquier otro, invierten mucho tiempo y dinero en buscar excusas. Su ideario no es distinto del de Putin, ni muy diferente del de Trump.

Ondean banderines de su país mientras traen a presidentes extranjeros para atacar a su gobierno. El nacionalismo como excusa para hacerse con el poder. El poder como excusa para vivir a costa de los demás. Miren a Argentina. Miren el currículum de Abascal.