Opinión

jueves, 04 abril 2024 | 06:00

Ante el entramado electoral que se está construyendo, para encontrarnos el próximo 2 de junio, por todo el país, frente a boletas electorales y un crayón, le aviso a todo el que tenga su credencial de elector, ¡prepárese! No es para menos, la elección más grande de la historia de México se acerca. A 95 millones de mexicanas y mexicanos, donde están 1.2 millones de juarenses empadronados les esperan, incontables acercamientos de propaganda o de las y los propios candidatos, la gran mayoría, conocedores, incluso expertos en el arte de persuadir, construir imagen y hacer promesas, que esperan, les favorezca su gentil voto para llegar a los cargos. Otros, los menos políticos, más racionales, experimentados y genuinos servidores, le darán frescura a la propuesta. En Chihuahua se elegirán las 67 alcaldías, regidores, síndicos, las y los representantes del Congreso estatal, con 33 espacios y lo que será parte de la cámara baja y alta de representantes legislativos de nivel federal.

Así es y así ha sido. Los suculentos electores, esos que se abrazan cada tres o cada seis años, pero, que organizados y exigentes de la rendición de cuentas, se vuelven incómodos de recibir y escuchar. Los equipos de personas que acompañan las candidaturas, en la mayoría de las ocasiones conformarán el servicio público, esa honrosa vocación, tan demandante, que muy pocos conocen y han ejecutado, pero varios aspiran. Dice nuestro presidente Andrés Manuel que el poder solo tiene sentido cuando es para servir, y en ello, suscribo. Dista de la realidad aún, pero, puedo equivocarme. El político que a través del voto mayoritario, se convierta en parte de la función pública, ostentará el poder, ese poder que no solo es administrar la cuenta pública, sino tomar decisiones dijéramos los médicos, “basadas en evidencia”, pero pocas veces es así y muy probablemente tomará también las decisiones políticas, acrecentará su poder económico a diferencia de los millones de servidores públicos del país, que difícilmente verían sus cuentas personales y familiares con tales rendimientos en más de 25 o 30 años de trabajo diario. Entonces, el ciudadano común, históricamente solo conoce dos herramientas para ejercer siquiera algo de poder, su voto y sus impuestos, y los segundos aún existen solamente para cumplir con obligaciones y no hacerse acreedor de sanciones, pero no para organizar la sociedad y determinar su correcta administración y ejecución.

La confianza del electorado ha caído, paradójicamente ante un presidente que se ha mantenido en su aceptación a pesar de ser parte de un nuevo partido movimiento, de la pandemia Covid- 19, etc. Y lo ha hecho con cifras por arriba del 55 por ciento, basado en una excelente estrategia de comunicación diaria con el periodismo, pero también con el electorado y me atrevería a decir, con la ciudadanía, pues existe cuestionamiento y crítica permanente, que es parte de construirnos ciudadanos. Pero, ¿podríamos alcanzar las mismas cifras de aceptación a cualquier nivel de gobernanza? ¿En nuestros regidores, alcaldes, sindicaturas, gobernadores? ¿Qué pensamos de nuestros policías? ¿De los inspectores de cualquier área o directores de clínicas públicas? Sin filias, ni fobias, piénselo.

Todo comienza, pensemos analógicamente, como en las sociedades conyugales, desde el noviazgo, en este caso, la propuesta electoral, y se basa en la congruencia de los perfiles. De ahí la confianza que pueda o no obtenerse, cuando se hacen promesas de campaña. Para que se identifiquen las necesidades de la ciudad, pues, debe conocerse la ciudad. Si se es indiferente a las olas de violencia por ejemplo, el programa de trabajo en materia de seguridad será de acciones caras, pero superficiales, o si no usamos el transporte o la medicina pública, imaginaremos lo que demanda la población, sin claras estrategias. Debería estarse siempre abierto a las demandas colectivas, más que a ocurrencias llamativas o denostaciones de grupos contrarios. Contar con un buen equipo de trabajo dispuesto a ser perfectible, pero sobre todo a servir, pero no a los jefes en turno, sino a quien se debe, el pueblo. No se ha madurado en la mayoría de los casos en que el equipo de campaña, no necesariamente sea el de servicio público y tampoco el de próximos candidatos. Pues se concentra todo el poder en pocas figuras, es decir, liderazgos de predominio concéntrico y no expansores ni formadores de más líderes y mejores servidores.

Los electores, seremos electores, solo el día de la votación, algunos como libres pensadores, otros no tan reflexivos, los pragmáticos, los que castigan al gobierno en turno, y algunos con conciencia de ciudadanía, reconociendo como en la analogía que planteamos, que el día de la boda solo marca el inicio del matrimonio.

No deberíamos entonces alejarnos tanto de los gobernantes, después del Día “D”, porque la organización que tanto ha costado, como familias, colonias, asociaciones civiles, escuelas, hacia algo tan complejo en mecanismos de participación, como la creación de una Ley de participación Ciudadana, que inició en nuestro estado apenas en 2018, son claro ejemplo de lo que podemos hacer.

Las mujeres, si bien estamos representadas en número, no hemos logrado que se respeten totalmente nuestros derechos, ideas o decisiones. Al menos se romperá un paradigma en este 2024, con la figura presidencial que claramente se aprecia, será por primera vez para una mujer. Ojalá dejemos atrás servir a totalitarismos de “animales políticos” o de los tan innecesarios y retrógrados “Clubs de Toby”.

Con un gran electorado de gente joven, 27 por ciento del padrón de nuestro estado, y más de 13 mil nuevos votantes en nuestra ciudad, las figuras de este grupo etario, no aparecen en el panorama de candidatos, con la representatividad necesaria. Nuestros estudiantes o los jóvenes obreros, están casi fuera de las estructuras determinantes de partidos, del debate o donde se toman las decisiones. Pocos espacios donde el pensamiento crítico pueda construirse, bajos niveles de lectura, poca intervención social fuera de, vaya la redundancia, las redes sociales.

Así pues, queda mucho por analizar, pensemos por lo pronto que seremos este 2 de junio, ¿ciudadanos o electores?

PUBLICIDAD

QOSHE - ¿Ciudadanos o electores? - Gabriela Cisneros Gallegos
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

¿Ciudadanos o electores?

7 0
04.04.2024

Opinión

jueves, 04 abril 2024 | 06:00

Ante el entramado electoral que se está construyendo, para encontrarnos el próximo 2 de junio, por todo el país, frente a boletas electorales y un crayón, le aviso a todo el que tenga su credencial de elector, ¡prepárese! No es para menos, la elección más grande de la historia de México se acerca. A 95 millones de mexicanas y mexicanos, donde están 1.2 millones de juarenses empadronados les esperan, incontables acercamientos de propaganda o de las y los propios candidatos, la gran mayoría, conocedores, incluso expertos en el arte de persuadir, construir imagen y hacer promesas, que esperan, les favorezca su gentil voto para llegar a los cargos. Otros, los menos políticos, más racionales, experimentados y genuinos servidores, le darán frescura a la propuesta. En Chihuahua se elegirán las 67 alcaldías, regidores, síndicos, las y los representantes del Congreso estatal, con 33 espacios y lo que será parte de la cámara baja y alta de representantes legislativos de nivel federal.

Así es y así ha sido. Los suculentos electores, esos que se abrazan cada tres o cada seis años, pero, que organizados y exigentes de la rendición de cuentas, se vuelven incómodos de recibir y escuchar. Los equipos de personas que acompañan las candidaturas, en la mayoría de las ocasiones conformarán el servicio público, esa honrosa vocación, tan demandante, que muy pocos conocen y han ejecutado, pero varios aspiran. Dice nuestro presidente Andrés Manuel que el poder solo tiene sentido cuando es para servir, y en ello, suscribo. Dista de........

© El Diario


Get it on Google Play