James Rodríguez conoce la gloria y la derrota. Fue el goleador de la Copa Mundo 2014 por encima de Thomas Müller, Messi y Neymar, en 2015 tocó el cielo, fue el diez del Real Madrid, pero se distrajo, decidió que haría abdominales con amigas rutilantes, no con los compañeros del Real, hizo demasiadas fiestas y la resaca le pasó factura, su rendimiento bajó tres décimas, algo muy delicado si juegas con sujetos como Modric, Benzemá, Isco, Ronaldo, Bale. Entonces su estrella perdió brillo. Casi termina jugando en Miami. No era James, era un Rodríguez.

No debe ser fácil tener 24 años, ser bello, famoso y muy rico.

Quizá por esto mismo la afición celebra ahora su reencuentro con el buen fútbol, con el estilo James, la bisagra cerebral del medio campo, el estratega de la pausa, la clarividencia y de pronto el pase perfecto de treinta metros, quirúrgico, letal.

James está de regreso. Empezó marcando contra Uruguay en esta eliminatoria. Santiago Arias corrió una pelota por la derecha, Borré centró, la puso entre la medialuna y el punto penal, James la recibió con la derecha y la envió con la zurda al fondo de la red. 2-2 quedó ese partido. Los goles de Colombia fueron obra de James.

Contra Brasil, hace quince días, Colombia se fajó un partidazo, solo superado, quizá, por el famoso 5-0. Brasil empezó jugando a lo Brasil 70. Una pesadilla. A los tres minutos de juego Vinicius descaderó tres defensas colombianos y le dejó el balón a Martinelli, que pateó cayéndose y venció a Vargas. 0-1.

Entonces Colombia tomó la manija del partido, no la volvió a soltar y dio un concierto de fútbol exquisito, puro caviar, pero en Caracol solo se comentaba “la gran condición físico-atlética del Brasil” (¿?).

A los 38 minutos Lucho Díaz metió un carrerón de 50 metros en 4,8 segundos con la pelota pegada a sus pies, hizo una curva vertiginosa más rápido que los dos defensas que corrían en un atajo rectilíneo, pero no concretó lo que debió ser uno de los goles del siglo. En el segundo tiempo continuó el concierto de frenos, rotación, bola a ras de piso, gambetas, triangulaciones, enganches, cambios de frente. Colombia jugaba de memoria, como el Brasil de otros tiempos, y Brasil no parecía el campeón del mundo. Estaba desconcertado. “El juego bonito” estaba al otro lado. Por momentos reaccionó, pero una vez Vargas y otra vez el palo le negaron la oportunidad de ampliar la ventaja.

Corría el minuto 75 y Colombia perdía 0-1. Entonces James le metió un pase “de tres dedos” a Borja en la punta izquierda, Borja la tiró a la olla y Lucho la metió de cabeza sobre el palo derecho aprovechando el viaje del arquero hacia al palo izquierdo. 1-1.

Cuatro minutos después Ricardo Ríos gambeteó a la defensa brasileña en la punta izquierda, le entregó la pelota a James cerca del vértice de las dieciocho, y como el gago vidente presintió que Lucho entraba con hambre de gloria por la punta derecha, tiró una parábola delicada, exacta (solo le faltó el moño) y Lucho se levantó, hizo un sostenido que levantó las cejas de Newton, cabeceó durísimo la pelota contra el piso, venció nuevamente a Allisson y puso patasarriba el estadio. 2-1.

Viéndolo reeditar sus mejores momentos, recuerda uno ese momento contra Uruguay en el Maracaná, cuando James recibió un pase de Abel Aguilar en la cabecera del área, la paró en el pecho de espaldas al arco, se giró y sin dejarla caer sacó el explosivo zurdazo que venció a Muslera, el golazo de picabarra que ganó el trofeo al mejor gol del Mundial 2014.

Bienvenido a tu fútbol, James.

QOSHE - James - Julio César Londoño
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James

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02.12.2023

James Rodríguez conoce la gloria y la derrota. Fue el goleador de la Copa Mundo 2014 por encima de Thomas Müller, Messi y Neymar, en 2015 tocó el cielo, fue el diez del Real Madrid, pero se distrajo, decidió que haría abdominales con amigas rutilantes, no con los compañeros del Real, hizo demasiadas fiestas y la resaca le pasó factura, su rendimiento bajó tres décimas, algo muy delicado si juegas con sujetos como Modric, Benzemá, Isco, Ronaldo, Bale. Entonces su estrella perdió brillo. Casi termina jugando en Miami. No era James, era un Rodríguez.

No debe ser fácil tener 24 años, ser bello, famoso y muy rico.

Quizá por esto mismo la afición celebra ahora su reencuentro con el buen fútbol, con el estilo James, la bisagra cerebral del medio campo, el estratega de la pausa, la clarividencia y de pronto el pase perfecto de treinta metros, quirúrgico, letal.

James está de........

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