Eduardo Claure

Desde los considerados más radicales: los comunistas, trotskistas, hasta los llamados “moderados” socialdemócratas, e incluso los indigenistas: materialistas en sus fundamentos pese a aparentar un falso espiritualismo, tienen un solo objetivo, el destruir los valores y principios sobre los cuales se edificó la civilización occidental y cristiana en las que se edificó Bolivia. De hecho, si se observa bien, los pensadores y activistas de izquierda no han hecho otra cosa que socavar y enlodar las creencias y tradiciones, con el afán de tirar por los suelos las columnas que los sostienen, ejemplos sobran. Los formados bajo un sistema de pensamiento occidental republicano, consideraron siempre que la moralidad en la política, la religión y el arte, son manifestaciones superiores del espíritu que nada tiene que ver con los desvalores del comunismo. Marx, comparó la religión con el opio y se burló de los románticos de su época que revitalizan el catolicismo, e intentó demostrar que aquellos idealismos provenían de la podredumbre del sistema económico capitalista. Los izquierdistas a secas, inventaron formas para explicar que aquellos referentes “occidentales capitalistas” -Nietzsche, Spengler, Ortega y Gasset y otros miles- fueron constructores de una civilización fundada en mentiras. Ni pensar que alguno de los de hoy -izquierdistas- hubiesen leído a Camus, Sartre, Arendt, Habermas, Althusser, Borges, Cortázar, Baudelaire, Bretón, Faulkner, Huidobro, Benedetti, Artaud, Rimbaud, Mallarmé, y otros miles del siglo IXX y XX; (sería mucho pretender, por lo que pido disculpas). Pero, no han leído ni a Fausto Reynaga, pues como dijo Choquehuanca, él lee en las arrugas de los ancianos…
Aprendimos de los maestros de la historia, en la escuela, que los héroes de la patria fueron seres de una inquebrantable rectitud moral y espíritu altruista, ante lo cual apareció una corriente de historiadores izquierdistas que intentaron reescribir una historia desfigurada y acomodada a su supuesta supremacía racial, de pensamiento y de acción política ideológica -rebautizada en nuestro caso-, cómo “proceso de cambio”. De esta manera, los amantes de las masas y enemigos del genio, de la filosofía, la poesía o el arte, muestran al insigne Abaroa como un avaro burgués que lo único que pretendía era defender su parcela y no la Patria. De nuestros padres aprendimos que el honor, la lealtad y la ética, no están determinadas por las necesidades o carencias económicas, sino que estas son incondicionales. Los comunistas, acostumbrados a asaltar la propiedad ajena, dicen que todo aquello es una farsa, que no existen fuerzas morales ni principios o valores que resistan cuando no se come o no se tiene lo suficiente: la miseria la provocan los que no producen, no inventan, no siembran ni cosechan inteligencia ni valores ni principios.
Con buenas intenciones cívicas, está inscrito en nuestro escudo nacional “La Unión Hace La Fuerza”. Los izquierdistas del proceso de cambio, hoy también indigenistas, buscan enfrentar ya no solo a las clases sociales, sino también, a las diferentes culturas de Bolivia, incentivando odios raciales, cuando las políticas -por esencia- deben ser integradoras y no disociadoras. Deben tener visión país. También se ha dicho con saña que la cultura boliviana occidentalizada, es la “cultura de la muerte” y de ellos es “del vivir bien” (David Choquehuanca). Sin embargo, intentaron implantar la “justicia comunitaria” que legaliza el crimen y violenta a los derechos humanos, bajo el pretexto de que se estaba recuperando una “costumbre ancestral”. Los comunistas en medio de todas sociedades en las que se desenvuelven dictatorialmente, han atacado por todos los frentes mimetizados en diferentes oficios de empleados públicos y asambleístas o en sus organizaciones sociales campesinas, con el propósito de poner en duda la verdad reconocida, desprestigiar lo que es elevado, ensuciar lo que es puro, dividir lo que está unido, hacer vacilar lo que es sólido, lapidar lo que es respetado. Aunque su papel adoptado es de víctimas, son terriblemente déspotas y han cometido la mayor cantidad de crímenes de nuestra historia reciente -último medio siglo-, asesinando y/o encarcelando vilmente a decenas de opositores políticos. Este estado de espíritu izquierdista comunista, hoy “progresistas”, es una propinación de veneno que escupen desde hacen 17 años, intentando quedarse luego de una gestión fracasada en lo económico, político, jurídico y social.
Veamos lo doctrinario, de estos “izquierdistas”. No se puede ser nacionalista e izquierdista o derechista al mismo tiempo, ya que el nacionalista lucha por la nación como una unidad política, económica e histórica, y tiende a superar todos los antagonismos que destruyen esa unidad, como los de clase, región, etc. En cambio, los marxistas luchan por la clase, por encima de esa nación destruyéndola, anarquizándola. Tampoco puede confundirse al nacionalismo con el individualismo liberal, que menosprecia los valores sociales y se proclama a favor de intereses transnacionales -globalizados- antes que del nacional. Tampoco se puede ser partidario de un pseudo nacionalismo secesionista que se justifica por tener una misma característica “racial”, lingüística y cultural, y que comete el error de sobrevalorar lo propio y despreciar al otro, a lo ajeno, como el actual indigenismo originario campesino y de ciertos sectores “regionales” a ultranza, autonomistas o federalistas. El verdadero nacionalismo no reniega de La Patria, sino que busca que todas las “comunidades” culturales diferentes que habitan en el territorio Patrio, tengan una misión en común, un destino universal, histórico, definido como parte de un proyecto de desarrollo de vida en común. En este sentido, para un liberal boliviano, tiene mayor importancia un empresario extranjero, que un boliviano indigente, ya que del primero puede aprovechar su capital, mercado, tecnología, y del segundo nada. Algo parecido ha ocurrido con los comunistas marxistas del proceso de cambio, que también dieron mayor valor, importancia y prioridad a extranjeros, pues prefirieron a pseudo médicos cubanos que a profesionales médicos bolivianos, o que un venezolano vale más que un ciudadano boliviano.
Para un verdadero nacionalista la solidaridad debe manifestarse en primera instancia ante cualquier boliviano. Del mismo modo, un auténtico nacionalista no puede permitir que su nación esté supeditada, sometida a intereses foráneos por muy famélica que se encuentre su economía, aun así, no puede someterse y perder soberanía. Las naciones prosperas de la historia se hicieron fuertes por el nacionalismo de sus ciudadanos y de sus dirigencias políticas, sus modelos económicos y fuerte institucionalidad, en nuestro caso, fue siempre vencida y reducida, por ausencia de espíritu nacional. Los mandatarios bolivianos, en el pasado reciente y mucho más el presente, hubo un profundo distanciamiento con el espíritu nacional, con la visión país. Hubieron chilenófilos, pro brasileros, peruanófilos, argentinófilos y peor aún, cubanófilos, y nunca se mantuvieron con un fuerte y recio pro bolivianismo, con visión país, con conciencia del legado de Bolívar y Sucre.
Como todo en los comunistas, la teoría acerca de la conducta revolucionaria terminó siendo una más de sus mentiras siniestras. Se decía que la vida del revolucionario debía ser austera, sin privilegios. Incluso se dijo que el “revolucionario marxista”, no debía merecer privilegios o atenciones a las que el resto del pueblo no tiene acceso. Pese a estas elucubraciones los masistas se tratan a cuerpo de rey, aviones, vehículos, cargos y salarios, trajes italianos y corbatas de seda China, embajadas, consulados, bancos, FONDIOC, CAMCÉ, FASSIL, YLB, YPFB, oro, litio, ABC, y mil privilegios más que nunca se vio ni en los gobiernos “neoliberales vende patrias separatistas”, o militares. Sucede que ahora en Bolivia “los del partido” viven el paraíso comunista y los del pueblo -incluidas clases medias- escarmientan la tragedia revolucionaria, al mismísimo estilo chino, Corea del Norte, el viejo Soviet, ex URRS y actual Rusia de Putin, o, venezolano y cubano, nada menos. Los políticos que alguna vez leyeron y comprendieron a Alipio Valencia Vega en su magistral obra: “Instrucción Cívica Moral y Política”, deben reaccionar, para que Bolivia no termine hundiéndose.

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Lo real detrás del comunismo y una breve orientación doctrinaria

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12.05.2024

Eduardo Claure

Desde los considerados más radicales: los comunistas, trotskistas, hasta los llamados “moderados” socialdemócratas, e incluso los indigenistas: materialistas en sus fundamentos pese a aparentar un falso espiritualismo, tienen un solo objetivo, el destruir los valores y principios sobre los cuales se edificó la civilización occidental y cristiana en las que se edificó Bolivia. De hecho, si se observa bien, los pensadores y activistas de izquierda no han hecho otra cosa que socavar y enlodar las creencias y tradiciones, con el afán de tirar por los suelos las columnas que los sostienen, ejemplos sobran. Los formados bajo un sistema de pensamiento occidental republicano, consideraron siempre que la moralidad en la política, la religión y el arte, son manifestaciones superiores del espíritu que nada tiene que ver con los desvalores del comunismo. Marx, comparó la religión con el opio y se burló de los románticos de su época que revitalizan el catolicismo, e intentó demostrar que aquellos idealismos provenían de la podredumbre del sistema económico capitalista. Los izquierdistas a secas, inventaron formas para explicar que aquellos referentes “occidentales capitalistas” -Nietzsche, Spengler, Ortega y Gasset y otros miles- fueron constructores de una civilización fundada en mentiras. Ni pensar que alguno de los de hoy -izquierdistas- hubiesen leído a Camus, Sartre, Arendt, Habermas, Althusser, Borges, Cortázar, Baudelaire, Bretón, Faulkner, Huidobro, Benedetti, Artaud, Rimbaud, Mallarmé, y otros miles del siglo IXX y XX; (sería mucho pretender, por lo que pido disculpas). Pero, no han leído ni a Fausto Reynaga, pues como dijo Choquehuanca, él lee en las arrugas de los ancianos…
Aprendimos de los maestros de la historia, en la escuela, que los héroes de la patria fueron seres de una inquebrantable rectitud moral y espíritu altruista, ante lo cual apareció una corriente de historiadores izquierdistas que intentaron reescribir una historia desfigurada y acomodada a su supuesta supremacía racial, de pensamiento y de acción política ideológica -rebautizada en........

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