Comunicadora social y escritora

Recuerdo cuando nació, su presencia fue toda una revolución en mi familia. Era el último hijo y el primer varón. Se volvió el engreído de la casa desde el minuto cero. Nunca hubo celos, mi hermana y yo tenemos claro que mi hermano es el hijito amado de mi mamá. De suyo, ese es el nombre con el que mi mamá lo tiene grabado en el celular y es de la forma en la que se refiere a él. Nosotras nos burlábamos un poco de eso al principio, cuando recién descubrimos que ese era el apodo de mi hermano, pero ahora sólo la molestamos de broma.

De esta manera, el jueves pasado me quedé un poco en shock al darme cuenta de que el hijito amado había llegado al cuarto piso, junto con su esposa, que queremos como una hermana y siendo el papá de la niña heredera de sus ojos grandes, alegres y de la misma dulzura suya. El tiempo se va muy rápido y los giros de la vida hacen que no pueda abrazarlo en persona, pero siempre le envío mi amor que espero logre viajar los 5,131 kilómetros que nos separan. Gracias a la tecnología, puedo ver crecer a mi sobrina y mantenernos en contacto. Tengo claro que no es lo mismo, pero al menos el contacto virtual ayuda a que la ausencia duela menos.

Por tanto, escribo estas letras como palabras pájaro que deseo puedan volar hasta su casa llevándole un poco de calorcito guayaquileño para recordarle que la familia siempre estará cerca, aún a la distancia y que sin importar la cantidad de años que pasen siempre será mi ñañito pequeño. Quiero que tenga presente también que la vida nos abre caminos, pero los recuerdos vividos siempre nos llevarán juntos a la casa en Ballenita, las temporadas en la playa, al karateca discoteca y la patada voladora, a las novenas navideñas donde todos cantamos mal, pero con actitud y emoción, a las veces que fue niñero de mis hijos. Al 2016 cuando brindó alegría para mis chicos en ese momento difícil. Gracias por ser mi apoyo constante en los momentos complejos.

Finalmente, he pensado mucho en mi hermano y su llegada al cuarto piso y creo, por experiencia, que es una linda edad donde cambiamos las perspectivas y empezamos a disfrutar mucho más la vida. Si pudiera regalarle un deseo sería que mantenga su optimismo frente al porvenir y que confíe en la vida. Como hermana mayor sólo puedo decirle: todo saldrá bien, además, hago mía las palabras de Elbert Hubbard “No te tomes la vida demasiado en serio. Nunca vas a salir vivo de ella”, ¡vívela feliz!