Europa, la Unión Europea, es nuestro actual marco efectivo de la lucha de clases (no el Estado Español o sus territorios nacionales), donde se desarrolla el gran juego de nuestra supervivencia, donde realmente se decide la partida, de donde pueden llegarnos las consecuencias más apocalípticas de la deriva destructiva del capitalismo. Necesitamos una estrategia cuando menos para ese marco, o nos condenaremos a la impotencia. Quedarnos en nuestro rincón estatal o nacional o regional, nos aísla, debilita, derrota a la clase trabajadora y sectores populares, ya de por sí muy fraccionados y debilitados. Aunque queramos, no vamos a escapar de ese marco, como tampoco la nación, el Estado Español, nos librará del calentamiento global, el colapso del AMOC, las consecuencias de una guerra europea, de la guerra nuclear, ni siquiera del colapso del capitalismo, por mucho que no afecte a todos por igual.

Ya es hora (vamos con un retraso inadmisible), de que seamos capaces de pensar en los términos que nos exige en Europa esta fase del siglo XXI y no como en el siglo XIX, ni siquiera como en el XX. El tiempo en el que nos jugamos la existencia misma de la Humanidad, y no la construcción nacional-estatal, para colmo, con Estados burgueses. El tiempo del capitalismo terminal, en colapso y destrucción, y no del ascenso prodigioso del capitalismo y su expansión por el mundo, ni de un imposible desarrollo sostenible en base a un capitalismo verde. El tiempo de la guerra nuclear y no de los fusiles. El tiempo en el que la burguesía y sus Estados han perdido toda su capacidad progresista y de salvarnos, y son una amenaza a nuestra mera supervivencia. El tiempo en el que el calendario puede decirnos ya bien poco sobre las estaciones porque se vean trastocadas por el colapso climático. El tiempo en el que ya nos falta hasta el tiempo mismo, nuestro recurso más escaso y despilfarrado.

Entre el 6 y el 9 de junio, se celebrarán las elecciones al Parlamento de la Unión Europea. Aquí habrá oportunidad de votar el domingo 9.

Yo no espero que salga nada bueno relevante de esa institución burguesa, de la Europa del capital, y menos en estos tiempos. Sí, que pueda salir algo mucho peor de lo que ya existe.

Al margen de si participar o no, votar o no, al menos debiera servirnos para estimular la reflexión y el debate sobre qué hacer en estos tiempos críticos para Europa y la Humanidad entera.

Se nos plantea abiertamente la necesidad de una estrategia ante la Unión Europa, sus políticas en muchos campos, desde el económico, al de la transición energética, y la guerra con Rusia y China.

GUARDA este ARTÍCULO para ATENDER con tiempo a sus argumentos y DESCARGAR los RECURSOS RECOMENDADOS, también en las Notas. Para facilitar su identificación a la hora de la traducción a otros idiomas, los términos coloquiales, frases hechas, dichos, modismos, refranes, proverbios, etc. irán entrecomillados. En mi ordenador, el archivo ocupa un total de casi nueve páginas.

Las secciones de este artículo son: I.- Ante el secuestro de Europa. “Más perdidos que un pulpo en un garaje”. Solución ¿la hay? ¡Ay, ay, ay!. II.- La maña, la fuerza y las malas mañas. Nuestras debilidades y la fuerza de la reacción en ascenso. III.- Europa del capital, o la pena capital para Europa. La salvación, en nuestra polarización. IV.- El GRAN RELATO. Por nuestra supervivencia: guerra al capitalismo, en guerra contra la vida.

I.- Ante el SECUESTRO de EUROPA. “Más perdidos que un pulpo en un garaje”. Solución ¿la hay? ¡Ay, ay, ay!.

Felices décadas las de 1960 y 1970 en las que nos resultaba mucho más fácil especular o fantasear, y acertar, sobre las líneas estratégicas a seguir en el Estado Español y sus territorios, incluso en la Europa Occidental.

Pero hoy, cuando el futuro es más incierto que nunca, o cuando no es así, se plantea tan problemático que la reacción más normal es la de miedo o espanto, tenemos muy poco claro qué es lo que podríamos hacer para evitar los peores escenarios, incluso si eso sería posible.

Estamos ante una nueva captura de Europa, pero el rapto por el libertino dios Zeus, sino el secuestro por el capitalismo y sus Estados. Esta vez, apunta a que terminará de la peor manera posible para nuestra querida Europa, a costa de su propia existencia.

Cuando hablamos de calentamiento global, nos referimos al ascenso de la temperatura media en el planeta, y si mencionamos una media de 1,5 o de 2 grados más, no caemos en la cuenta de que en Europa sufriremos más grados que esos. Así, para hacernos una idea, se calcula que si la temperatura media planetaria subiese entre 2,8 y 3,2 grados (una barbaridad), a Francia le correspondería ¡4 grados!, que mejor no pensar lo que supondría en alteraciones en el ritmo de las estaciones, las lluvias torrenciales o sequías prolongadas (aquí ya tenemos la de Cataluña), multiplicación de incendios pavorosos, la desaparición de los glaciares de montaña, la agricultura y ganadería con mucha menor producción, aparte las muertes humanas por olas de calor, insectos parásitos de los bosques que terminan con especies enteras, desaparición de insectos polinizadores, etc.

Porque el calentamiento global no será homogéneo, sino que irá “por barrios”. Y la privilegiada Europa puede serlo en el sentido más negativo y paradójico, de pasar del “escalocaliente” al “escalofrío”.

Solemos decir “Por si fuéramos pocos, parió la abuela”. Y esto me viene a la mente cuando, como si no fuese suficiente con el problema del calentamiento global, a consecuencia de ello, en Europa tendríamos el resultado paradójico, de la amenaza del colapso del AMOC, o sea, de la corriente marina cálida proveniente del Golfo de Méjico que es la que permite que en Europa gocemos de temperaturas templadas, lo que provocaría algo muy parecido a una glaciación y tiempo frío y seco, es decir, una catástrofe apocalíptica en Europa pues la haría en gran parte inhabitable para los humanos, y que podría llegar mucho antes lo que nos gustaría pensar (NOTA 1).

Ante esto, “como pollos sin cabeza”, sin saber qué hacer, más que agitarnos, “sin dar pie con bola”.

Por si fuera esto poco, a las cancillerías europeas les ha dado por el redoble de “tambores de guerra” y nos agitan el peligro de Rusia como agresor de Europa, cuando resulta que no ha podido ni conquistar Ucrania. Lo que ocultan con esa propaganda y planes militaristas, tanto en armamento como en recuperar o reforzar los servicios militares obligatorios (la “mili”, también para mujeres) es la dinámica guerrera otanista (de la OTAN), dirigida por los Estados Unidos, contra Rusia y China.

Recordando que Rusia no podrá ganar en Ucrania, pero sí que tiene armamento nuclear para defenderse y atacar, y que en Europa también Francia, Reino Unido, más todo el arsenal nuclear instalado por la OTAN en Alemania y otros países, como las bases militares norteamericanas (también en España), el horizonte que nos presentan, dicen que para la próxima década, puede resultar ya apocalíptico (NOTA 2).

Tras una guerra nuclear en toda regla, no tendríamos que preocuparnos de cuestiones de estrategia, ni de nada de nada, salvo quizás la de conseguir comernos los unos a los otros, entre los supervivientes (canibalismo), a falta de mejores recursos alimenticios.

En cuanto a un calentamiento global catastrófico, su evitación sin por ello deber sacrificar el capitalismo, se acabará reconociendo (aunque demasiado tarde) como “cuentos chinos” (¡qué manía con culpar de todo a los chinos, hasta en la frases hechas!), las supuestas soluciones tecnológicas, de la economía digital “desmaterializada”, las tecnologías de energía eléctrica renovable con megainstalaciones con pretensiones de sostener el actual entramado industrial (la Renovable Eléctrica Industrial –REI- que dice Antonio Turiel), la movilidad para todos gracias al automóvil eléctrico, etc., la geoingeniería climática (inviable a la escala que se necesitaría, además de enormes riesgos en algunas propuestas), con la que pretenden, en tanto nos engañan, “hacer su agosto” los capitalistas “verdes”.

Y para imponernos esas “soluciones”, por supuesto, alguna “gobernanza” dictatorial (a poder ser, con apariencias formales democráticas), bendecida por criterios científicos deshumanizados. Científicos, y de los mejores, también lo eran los del “proyecto Manhattan” que dio lugar a la invención de la bomba atómica, su doble lanzamiento en Japón, y la era armamentista nuclear que todavía puede llevarnos a la extinción. Todo sea porque el capitalismo y sus Estados burgueses, puedan seguir su curso sin que le estorben intereses humanos y consideraciones por el conjunto de la naturaleza y su multitud de seres vivientes que también tienen derecho a existir.

Como la batalla por el clima está perdida si no renunciamos al capitalismo, ya nos quieren convencer de que lo más importante no es la “mitigación” (evitación de la escalada del calentamiento global), sino la adaptación a ese cambio, inevitable, pero porque no quieren evitarlo. Cierto que tal como estamos ya, una adaptación es imprescindible porque no podemos evitar el resultado de lo ya emitido a la atmósfera; pero cosa muy diferente es pretender que debemos resignarnos a seguir emitiendo y que lo que toca es “adaptarnos”, o sea, lo que de siempre conocemos como “ajo y agua” (“a joderse y aguantarse”).

Esa “adaptación” tal vez sea posible para una reducida parte de la población humana en “oasis-bunker”, pero imposible para la inmensa mayoría de la Humanidad y de las especies vegetales y animales, de las que también dependemos.

Incluso si ninguna de estas catástrofes apocalípticas llegase a ocurrir, tampoco tendríamos posibilidades de salvarnos del colapso del capitalismo y de la civilización industrial con estrategias de “crecimiento sostenible”, de capitalismo “verde”, de Green New Deal, pues los recursos naturales ya no dan para alimentar la máquina de crecimiento sin fin del capitalismo. Sistema que tiene como objetivo, ante todo, el beneficio mercantil, y no la satisfacción de las necesidades humanas (NOTA 3).

Y el decrecimiento, que supone renunciar a muchas cosas y a muchos sacrificios, no vende fácil cuando se va a lo concreto, pues no encaja para nada con el funcionamiento de la economía capitalista. Un decrecimiento global capitalista solo podría darse si a la vez se diese un crecimiento de ciertos capitalismos particulares a costa de que otros muchísimos desapareciesen, lo que supone la máxima exacerbación de la competencia por la supervivencia cuando ya “no hay para todos”, espacio para la expansión de todos, sino una contracción general a cuenta de menos recursos básicos (materias primas minerales, energía, bienes agrícolas…). Y esa competencia económica siempre acaba llevando a la rivalidad militar, a la guerra, que ahora terminaría siendo nuclear.

Un decrecimiento socialista (ecosocialismo) tampoco vende bien. Porque ya no se trata de liberar el desarrollo de las fuerzas productivas del corsé de las relaciones sociales de producción-dominación capitalistas, sino de echar el freno de mano a esas fuerzas productivas que ya tienen consecuencias destructivas incluso cuando no lo son por su naturaleza (como si, el armamentismo). Aunque todavía tuviésemos el recurso, debemos renunciar ya al consumo de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas natural) si no queremos una catástrofe climática que acabe con nosotros. Y si no hablamos de austeridad porque suena muy mal tras el austericidio de la pasada década, si de una gran frugalidad, de conformarse con mucho menos de lo que hasta ahora hemos tenido, y no temporalmente, por una crisis económica superable, sino para siempre, cambiando radicalmente nuestras expectativas (NOTA 4). O asumir que, si no lo hacemos, será a costa de privar de todo, hasta de la vida, a muchos cientos de millones de personas de otros países (a eso se le llama genocidio), y en esa guerra, arriesgarnos a perecer nosotros también, sobre todo cuando el enemigo dispone hasta de armamento nuclear.

Claro que, guste o no, el decrecimiento se acabará imponiendo por la fuerza de los hechos. Lo malo es que si no lo hemos asumido mucho tiempo antes y a la vez que cuestionamos el capitalismo, nos resignaremos, pero ya bajo la bota del capitalismo y sus Estados burgueses que, en tanto, por nuestra inconsciencia, se habrán asegurado de controlar bien las riendas del poder, empezando por los recursos básicos como la tierra cultivable, el agua potable…, peleando por otros recursos, como minerales, fertilizantes…, y con unos regímenes políticos que aseguren nuestra sumisión.

Recordemos la terrible crisis económica capitalista en Alemania desde finales de 1929 que no dio paso a una revolución anticapitalista, socialista, sino que abrió las puertas de par en par al rapidísimo ascenso al poder, del nazismo (30 enero 1933) con el apoyo, sobre todo, del gran capital y de una enloquecida “clase media”, y de ahí a la II Guerra Mundial (1939-1945).

Porque ante la crisis de su sistema, la burguesía no permanece cruzada de brazos esperando a la maduración de la oposición obrera y popular, exponiéndose a ser derribada, sino que desarrolla sus iniciativas, toma la delantera y, con su dictadura, derrota definitivamente a la clase trabajadora, la aplasta, cerrando el paso a su proceso de concienciación y de acumulación de fuerzas, sometiéndola a sus dictados, disponiendo de sus vidas, para la explotación en el trabajo, matar a otros trabajadores/as, y morir por el capital.

II.- La MAÑA, la FUERZA y las MALAS MAÑAS. Nuestras debilidades y la fuerza de la reacción en ascenso.

¿Y con qué contamos?.

Hay revolucionarios anticapitalistas que subrayan y ponen especial esperanza en las luchas de los trabajadores/as por aumentos salariales frente a la inflación, defensa del empleo, por la preservación los servicios públicos y sus prestaciones, etc.

Cierto que si ni siquiera hubiese esto, si nos dominase la resignación al sometimiento, a “aguantar lo que nos echen”, no cabría esperanza alguna. Pero esas luchas, la mayoría de las veces, no cuestionan el marco mental, ideológico, del crecimiento capitalista, pues cuentan con ello para satisfacerse. Y es precisamente ese crecimiento el que ya no será posible, ni el capitalismo lo podremos soportar sin riesgo altísimo para nuestra propia supervivencia por sus derivas destructivas (medioambientales, militares). Así que la solución no va por simplemente aumentar las luchas, su extensión a más sectores y países, en liberarlas de los corsés y trampas sindicalistas, etc., sino en su orientación, su para qué.

A estas alturas de esta “peli” de catástrofe y terror, semejante nivel de respuesta, resistencia, cuestionamiento del capitalismo y sus Estados burgueses, resulta extremadamente insuficiente, a “años luz” de lo que necesitaríamos para poder salvarnos, que precisaría de un ritmo de escalamiento de la lucha, en cantidad y, sobre todo, cualidad, muchísimo mayor, porque la iniciativa estratégica y táctica la siguen teniendo ellos (“la sartén por el mango”, siempre un paso por delante de nosotros, marcando la música y la danza que nos toca bailar), y porque el futuro se nos echa encima a una velocidad acelerada, sobrepasando las previsiones negativas de los científicos.

La acumulación de fuerzas que necesitamos, para que se dé y a tiempo, precisa de una reorientación rápida de las luchas hacia un cuestionamiento del capitalismo y hasta del industrialismo, ya insostenible incluso en términos socialistas (propiedad colectiva y distribución igualitaria de los bienes, etc.).

Si esto no ocurre, podremos encontrarnos con un escenario de luchas importantes, como las sindicales de la industria en los EE.UU., previas a la II Guerra Mundial, es decir, que pese a su magnitud, no puedan impedir esa deriva del capitalismo, menos dadas las características de una guerra nuclear resultado de una rápida escalada bélica, sin tener que recurrir a la movilización militar de millones de hombres y recursos materiales gigantescos. Incluso que las aspiraciones sean encauzadas hacia la guerra imperialista con la promesa de así poder darlas satisfacción a largo plazo, para “mantener nuestro estilo de vida”, es decir, el imperial frente a otros pueblos llamados al sacrificio para que eso sea posible. Incluso se puede aprovechar la economía de guerra para darse un barniz de “socialismo”, igualitarismo, a través del racionamiento “justo”, etc., como en el Reino Unido durante la II Guerra Mundial, para defender su dominio imperial-colonialista del mundo, de la competencia militar de los Estados fascistas.

La acumulación de fuerzas debiera llegar a su punto crítico a tiempo, que no sea demasiado tarde. Y este “a tiempo” no se mide porque ya sea evidente la catástrofe (nos habría caído encima), sino porque ya no se puede evitar, pues la catástrofe llegará con retardo de sus causas, como el trueno sigue al rayo y parece más separado, cuando más distantes estemos del segundo. Bien sea las manifestaciones del calentamiento global o el colapso del AMOC causado por las emisiones de gases de efectos invernadero de décadas antes, o porque en la marcha a la guerra habrá un punto de no retorno que ya haga de todo punto imposible que la evitemos dada la irreversible correlación de fuerzas entre las clases sociales (derrotados, aplastados; a partir de 1933, la clase trabajadora alemana ya era incapaz de impedir la II GM en 1939, y menos una vez iniciada), y la dinámica militarista en escalada (de la convencional, a la nuclear, en dos cómodos saltos). Y no digamos cuando empiece, pues colapsado AMOC, en el aire los primeros misiles nucleares intercontinentales, no habría vuelta atrás, nada detendría el apocalipsis.

Como en el caso de una persona que ya esté condenada a morir (por ejemplo, de cáncer) y para reconocer la inevitabilidad de ello no haya que esperar a que ocurra (clínicamente muerto), pues ya será así, aunque todavía falten unos meses, semanas, días u horas, pues ya nada podrá salvarlo. A diferencia del reo condenado a la pena de muerte que, quizás, en el último momento, se salve por la concesión del indulto (como en las películas). En nuestro caso, en lo relativo a la lucha de clases, al calentamiento global, AMOC, la guerra (nuclear)…, la dinámica de los procesos y la gestión de los tiempos, se parece mucho más a la del enfermo de cáncer, desahuciado, que a la del reo del pabellón de los condenados a muerte.

Si necesitamos volver al mundo rural, a unas sociedades que reconozcan debidamente su dependencia total de la agricultura, y que sobre ella, no sobre la industria, debe levantarse la civilización que sería sostenible para la Humanidad, nos encontramos con que las protestas campesinas en Europa, no van en la dirección que precisamos tanto para el decrecimiento como para una agricultura conforme a criterios ecológicos. Al contrario, están siendo aprovechadas y manipuladas por orientaciones de ultraderecha que hacen el juego al agrarismo industrial capitalista, y carecen de la capacidad de identificar las verdaderas causas de los problema del campo, sus auténticos enemigos. Estas luchas unen a los agrarios por encima de sus importantes diferencias de clase y de intereses de fondo, y se pueden convertir en un recurso de la reacción contra la clase trabajadora, no tanto por su importancia demográfica (una minoría y envejecida), como por su lugar estratégico en la supervivencia, y por el contagio ideológico reaccionario al conjunto de las “clases medias” sobre todo, al agitar la bandera del proteccionismo, el nacionalismo más rancio (cuando necesitamos desesperadamente de la solidaridad internacional, la lucha conjunta de la clase trabajadora), la resistencia contra justas medidas medioambientales, supuestos grandes valores tradicionales “identitarios” (la caza, la tauromaquia, el consumo de carne roja) etc.

No vendrá de este campesinado la lucidez, inspiración, iniciativa, que necesitamos en Europa para crear la fuerza social imprescindible para sobrevivir.

En el espacio de la política de partidos, los de la derecha le hacen cada vez menos ascos a asumir los objetivos, colaborar, apoyarse, asociarse, con la ultraderecha, con los peligros que eso conlleva para todos los derechos y libertades de la clase trabajadora y sectores populares, como ya ocurrió en otros tiempos, como la década de los 1920-30 (fascismos, nazismo), a la que amenaza con parecerse demasiado la que dentro de un lustro entraremos. Y eso nos podríamos encontrar con el resultado de las elecciones al Parlamento europeo: un aumento del peso de la derecha, la ultraderecha y su colaboración.

Nosotras/os, para vencer, necesitamos, primero, convencer. La burguesía ya tiene el poder económico, político, militar, y necesita del convencimiento muchísimo menos que nosotros; lo más importante para ella es imponerse, vencer; a partir de ahí procurará ganarse a la gente con la herramientas que le dé su dictadura; en último extremo, ella sí puede decir que “el poder nace del cañón del fusil”, y de eso, les sobra.

III.- EUROPA DEL CAPITAL, o la pena capital para Europa. La salvación, en nuestra polarización.

El capitalismo y sus Estados burgueses, condenan a Europa a la pena capital: su muerte por el calentamiento global, el colapso del AMOC, el colapso de la civilización industrial, la guerra nuclear contra Rusia y China, de manos de la OTAN.

Solo tenemos una posibilidad de supervivencia y cada vez menor, según pasan los días dedicándonos a centrarnos en menudencias, comparadas con lo que realmente está en juego.

De la Unión Europea pronto llegarán más acuerdos para poner límite a la deuda pública, a cuenta de recortes sociales a la vez que se impulsan los presupuestos militares para una futura guerra contra Rusia y China.

Necesariamente, esto vendrá acompañado por un recorte de las libertades efectivas para la clase trabajadora y sectores populares, aunque no siempre en la legislación, sí en la intimidación, la creciente violencia policial, la dureza de las condenas judiciales, las campañas de criminalización (ecologistas = terroristas; etc.), aunque se mantenga el decorado fundamental de la democracia burguesa (elecciones, etc.).

Así que nuestro futuro será de austeridad clasista, penurias para los sectores populares en tanto se mantiene y acrecienta la desigualdad social, represión de las luchas reivindicativas, guerra, catástrofe medioambiental… Esto se traduce en sufrimiento y trauma; muerte y extinción. Hablamos, finalmente, de derramamiento de sangre a raudales. Eso que ya existe (o recientemente) en muchas partes del mundo, anunciando nuestro futuro, pero que los medios de “comunicación”, ¡tan considerados con no herir nuestra sensibilidad (en realidad, para no despertarnos)!, procuran evitarnos con esmero, para que no podamos comprender y sentir la verdadera dimensión humana de lo que ocurre y nos ocurrirá también a nosotras/os.

Por todo ello, nuestra posibilidad de supervivencia, en vez de hacer como que no pasa nada, como que todo pasará y volverán tiempos mejores, pasa por lo que ahora tanto se condena: la polarización política.

El capitalismo y sus Estados burgueses nos van a llevar en breve al máximo de polarización posible entre la vida y la muerte. No por esconder nosotros la cabeza como el avestruz impediremos que pasen por encima nuestro como una apisonadora.

Necesitamos del máximo de polarización. Pero no a la manera de la derecha y ultraderecha. Todos los discursos “realistas”, “pragmáticos”, “reformistas”, adaptándose a lo que es, buscando coexistencias, consensos…, vienen demostrando su total impotencia no solo para cambiar radicalmente las cosas, o notablemente para avanzar hacia el cambio radical que necesitamos, sino ni siquiera ofrecer un relato capaz de cuestionar y poner en solfa la verdadera causa de los males.

La capacidad del capitalismo para integrar, absorber, asimilar, “darle la vuelta” a los discursos críticos, desactivarlos o ponerlos a su servicio, es asombrosa. Tanto más cuando su planteamiento no rompe con el marco ideológico que marca el enemigo, por lo que es como si jugase un partido de fútbol en campo ajeno y con el árbitro en contra. Ahora, hasta los capitalistas más responsables del calentamiento global y de las políticas negacionistas durante décadas, son capaces de disfrazarse de “verdes”, partidarios de la transición energética, “defensores del planeta”, y hasta de un modo de vivir (“fluye”), etc.

Los ecologistas han contribuido a todo esto cuando han cedido, por “realismo”, a la mitología de la “sostenibilidad” en el capitalismo, dando lugar al “desarrollo sostenible”, y de ahí a la última versión del Green New Deal y su capitalismo “verde” (NOTA 5).

Esto no quiere decir que no debamos impulsar protestas y movilizaciones que no sean declaradamente anticapitalistas. No. Eso sería como querer “poner el carro delante de la bueyes”. Debemos impulsar las luchas por las reivindicaciones más sentidas y asumibles en cada momento, pero eso sí, aprovecharlas para difundir la denuncia de capitalismo e intentar engarzar sus objetivos con los finales, al menos, que no entren en flagrante contradicción, y aunque eso se diese, que se tratase de un coste a pagar por una ventaja superior, algo superable, una limitación del momento, que no impide el avance hacia objetivos superiores (pude ser inevitable avanzar en zig-zag; dos pasos adelante, uno atrás), que forme parte de un proceso de aprendizaje, maduración, que no es simple y lineal.

Se puede luchar por reformas, como modo de aliviar la situación y manera de acumular fuerzas en conciencia, organización, combatividad, sin por ello caer en las ilusiones reformistas, de que poquito a poco, o con grandes cambios, y en el capitalismo, los problemas se pueden resolver a nuestra satisfacción.

No habrá generalmente luchas perfectas, puras, porque partimos de muchísimas dificultades objetivas en la realidad, y de contradicciones en nosotros mismos, y de sectores populares en lucha con intereses que no convergen en todo. Así que, ante la realidad, en cada uno y con otros, será inevitable llegar a compromisos, que se procurarán ir superando para lograr un nivel de conciencia, objetivos comunes, superiores.

IV.- El GRAN RELATO. Por nuestra supervivencia: guerra al capitalismo, en guerra contra la vida.

Sigamos perdiendo el tiempo y, por cada día que pasa, estaremos más cerca de nuestra extinción y de la inmensa mayoría de las especies.

Por no hablar de todo el mundo, Europa está a “cuatro telediarios” de “irse al carajo” a cuenta del capitalismo y de sus grandes males: calentamiento global, tendencia a la guerra mundial.

Mientras nosotros nos encelamos con tales o cuales problemas concretos, el capitalismo y sus Estados siguen conservando la legitimidad, la iniciativa estratégica y táctica, y saliéndose con la suya, ganando las grandes batallas y desviando la atención de la gente sobre la causa de los problemas y sus verdaderos enemigos: que si los inmigrantes, los musulmanes, los rusos, los chinos…, tienen la culpa o son una amenaza…

Son tantos y tan graves los frentes que debemos atender y tan exiguas nuestras fuerzas, que tenemos perdida esta guerra social por la supervivencia si no somos capaces de captar el modo de abarcarlos todos, aprovechando a nuestro favor la interrelación entre ellos. Es como si tuviésemos muchos palos y no hubiese modo de sujetarlos uno por uno y tratarlos a tiempo, pero sí pudiésemos si los juntásemos todos, y los sujetásemos como un ramo, abordándolos sobre todo por lo que tienen en común.

El capitalismo ya no puede entenderse como un obstáculo al desarrollo armonioso de la Humanidad (como denunciaban Marx y Engels en su tiempo, siglo XIX). Desde la I Guerra Mundial, pero sobre todo desde el final de la II Guerra Mundial, con la “guerra fría” entre potencias nucleares, y muy especialmente ahora, con la bomba climática y el peligro de guerra nuclear, se ha convertido ya directamente en una AMENAZA contra la existencia misma de la Humanidad, y especialmente de Europa, por el colapso del AMOC y la guerra contra Rusia.

En tanto no apuntemos nuestra artillería de denuncias a esa gran causa de nuestros males, el capitalismo y sus Estados burgueses, y calificando su actividad y proyectos como una guerra declarada contra nuestras vidas y la vida en general, tendremos totalmente perdidas las principales batallas y la lucha por nuestra supervivencia.

Esto tiene la dificultad de que partimos de luchas con un nivel de cuestionamiento muy bajo del capitalismo y, por tanto, se hace más complicado ligarlas con su cuestionamiento total, radical, por lo que esa denuncia parecería “metida con calzador”, “maximalista”, “catastrofista”, etc. Pero ya no estamos en la década de los 1960, ni de los 1970, ni de los 1980, etc., cuando todavía podíamos suponer que teníamos bastante tiempo por delante. Ahora, ¡el tiempo se nos agota!. Así que no hay otra que centrarnos en la denuncia “maximalista”. La gente va a tener que madurar, no a pasitos, ni a zancadas, sino al saltos, a grandes saltos, en poquísimo tiempo, en un “cursillo acelerado” de crítica global a todo un sistema social y forma de vida. Por tanto, no nos vale pensar en términos de “la gente no está madura para recibir esto bien, aceptarlo, asumirlo”. Pues más le vale que vaya atendiendo y si antes nos ha oído, cuando la realidad apriete, ya le sonará y recuperará lo que en su momento no quiso asumir, por la cuenta que le traerá, y se dirá “pues estos ya nos advirtieron; mejor si les escuchamos ahora en vez de a quienes nos las prometían felices y nos han traído hasta aquí, pues nos han tomado el pelo”.

Hasta hace poco, hablar de extinción de la especie humana podía parecer totalmente exagerado. Pues bien, “no nos cortemos un pelo” cuando ellos ya nos lo están “poniendo en bandeja” con su matraca sobre el peligro ruso y la posibilidad de guerra en Europa ya para la próxima década. Tomémosle la palabra y volvámosla contra ellos. ¿A que creen que estaremos jugando?. ¿A los soldaditos de plomo, de tiempos napoleónicos?. No. A la guerra nuclear como altísimo riesgo, y lo más probable. Por tanto, a la extinción de nuestra especie por generalización de esa guerra a todo el globo (EE.UU., Israel, China, Pakistán, India, Corea del Norte). Porque los rusos, en peligro de existir, no se van a limitar a atacar a países europeos sabiendo que los EE.UU. pueden aplastarlos, así que también irán contra ellos, y así lo ha advertido ya Putin. Como en la I Guerra Mundial, pero peor incluso, el inicio de las hostilidades, podría poner en marcha todo un proceso, a cuenta de alianzas, miedos, “ataques preventivos”, etc., que involucren a todo el planeta. Confiar en el “instinto de supervivencia” y el “sentido común”, como obstáculos para evitar esto, es no haber aprendido nada de la historia de nuestra especie, y en particular del siglo XX.

La gente ya está viendo el grado de crueldad al que son capaces de llegar con la indefensa población palestina de Gaza, con el apoyo total de los EE.UU., el “campeón de la democracia y los derechos humanos”, como hasta hace bien poco nos repetían hasta la saciedad durante décadas. ¿Democracia israelí de extrema derecha; derechos humanos de la población civil gazatí masacrada y condenada a la más absoluta miseria entre las ruinas?.

Pues eso no será nada con lo que nos espera y están ya preparando, también para Europa. A ese grado de destrucción y muerte quieren que también nos vayamos habituando, resignando, a cuenta de Gaza, de asistir a su destrucción y aniquilamiento de la población, sin poder impedirlo.

La lucha por la supervivencia planteada al modo burgués, acaba llevando a la autodestrucción, pues si no se renuncia al crecimiento económico, acabará con nosotros la catástrofe medioambiental; si creemos que podemos sobrevivir a cuenta de la guerra contra los competidores, el actual armamento nuclear nos llevará al apocalipsis ¡a todos!. En el mejor de los casos, el colapso del capitalismo nos llevará a alguna distopía bajo el poder de alguna minoría explotadora y opresora.

Esta denuncia es la que puede sentar las bases para la unidad, solidaridad, de los trabajadores/as europeos por encima de las fronteras estatales, esto es, el internacionalismo proletario, sin el cual no habrá fuerza social que oponer a la dinámica capitalista militarista, a nuestra autodestrucción.

Este debería ser el eje central para una estrategia popular de supervivencia en Europa. Y esta estrategia implementada en Europa es fundamental como un referente, un faro de luz para todo el mundo (EEUU, Rusia, China, India…), y para romper la cadena que arrastrará a todo el mundo a su autodestrucción a través del calentamiento global, la extinción de especies clave para nosotros, y la guerra inter-imperialista (EEUU-Europa-OTAN, frente a Rusia y China).

Toda estrategia decrecentista y ante el colapso de la civilización industrial debe estar enmarcada en esa denuncia de la guerra del capitalismo contra la vida, y la necesidad de acabar con el capitalismo si queremos sobrevivir, o se condenará a la impotencia, o de alguna manera el capitalismo conseguirá desactivarla, integrarla, como lo hace con casi todo discurso opositor. Porque sí es posible un capitalismo globalmente decrecentista, pero particularmente crecentista. Pero será más salvaje e inhumano que nunca.

Sin este relato ¿para qué esforzarse en explorar una salida al capitalismo que pueda salvarnos de que nos arrastre con su hundimiento, cuando además será extremadamente compleja y dolorosa?.

Sin este relato, si se cree que es posible sobrevivir coexistiendo con el capitalismo y sus Estados burgueses, haciendo unos ajustes por aquí y por allá, con el cortoplacismo, el reformismo, ganará la partida otra vez, como viene haciéndolo desde hace más de un siglo, pues estaremos jugando en su campo, con sus reglas, su árbitro (el Estado burgués, supuestamente independiente y por encima de los intereses de clase opuestos, pero que, en lo fundamental, está al servicio del capitalismo y la burguesía, y además, no puede ser de otra manera existiendo ese sistema social).

Si no ganamos la batalla por este relato, la ganará la reacción, la contarrevolución, el neofascismo, con sus falsas causas, culpables y soluciones.

Termino. Lo tenemos muy mal, podríamos tenerlo muchísimo peor. “Lo bueno” es que no necesitaremos esperar mucho para conocer el resultado.

¡EUROPA DEL CAPITAL, ES LA PENA CAPITAL PARA EUROPA! ¡GUERRA AL CAPITALISMO EN GUERRA CONTRA LA VIDA! ¡LIBEREMOS A EUROPA DE SU SECUESTRO POR EL CAPITAL!

NOTA 1.- Véase este artículo de Antonio Turiel https://kaosenlared.net/antonio-turiel-si-nuestra-supervivencia-fuera-importante/ , y directamente en su blog https://crashoil.blogspot.com/2024/02/si-nuestra-supervivencia-fuera.html?m=1

Míos “¿Hielo en 2057?. Inútiles y suicidas. ¡Siga el espectáculo!” (1-8-2023) https://kaosenlared.net/hielo-en-2057-inutiles-y-suicidas-siga-el-espectaculo/ . Y algo más en «“Bla-bla-bla. El mito del capitalismo ecológico” libro de M. Pajares. Debatiendo» (7-8-2023) https://kaosenlared.net/bla-bla-bla-el-mito-del-capitalismo-ecologico-libro-de-m-pajares-debatiendo/

NOTA 2.- Véase mi artículo “Tambores de guerra mundial y nuclear en el colapso del capitalismo. Estrategia” (11-3-2024) https://kaosenlared.net/tambores-de-guerra-mundial-y-nuclear-en-el-colapso-del-capitalismo-estrategia/

Mi estudio titulado “Guerra nuclear con el capitalismo en colapso” (21-12-2022) 47 páginas https://kaosenlared.net/guerra-nuclear-con-el-capitalismo-en-colapso/ . Para poder acceder a más recursos, a partir de la nota 7 de mi artículo «“Contra el mito del colapso ecológico” libro de E. Santiago. Debatiendo» (28-6-2023) https://kaosenlared.net/contra-el-mito-del-colapso-ecologico-libro-de-e-santiago-debatiendo/

NOTA 3.- Aunque todavía me queda mucho para leerlo del todo (voy a saltos, según me llaman la atención o interesan los capítulos), y me parece que no comprende bien cuál es la naturaleza más profunda del capitalismo (según lo vemos desde el marxismo), como creo que tiene informaciones muy instructivas y denuncias muy acertadas, sobre todo a la hora de proveer de argumentario contra el capitalismo “verde”, y no estamos para desaprovechar recursos y aliados, por limitados que puedan ser, como no es cosa de supeditarlo a esperar a que termine de leerlo, y confío que el balance del libro será positivo, me arriesgo y animo a recomendar el de una autora alemana, Ulrike Herrmann, titulado “El ocaso del capitalismo. Por qué son incompatibles el crecimiento y la protección del clima; y como viviremos en el futuro”. Ha debido de tener mucha repercusión en Alemania (2022, 100.000 copias), y aquí lo publica Nola Editores, Madrid, 2023 https://www.nolaeditores.com/libro/el-ocaso-del-capitalismo_150292/

NOTA 4.- Véase mi artículo «“Decrecimiento: del qué al cómo” libro de González Reyes y Almazán. Debatiendo (I)» (16-10-2023) https://kaosenlared.net/decrecimiento-del-que-al-como-libro-de-gonzalez-reyes-y-almazan-debatiendo-i/

Un libro muy importante desde el decrecentismo colapsologista anticapitalista y anti-Estado burgués que nos obliga a repensarlo todo sobre la civilización que necesitamos y la estrategia, además, en concreto en el Estado español. Sobre esto debiéramos ir pronunciándonos todos. Y pienso, en particular, en la militancia, colectivos y organizaciones marxistas que estamos a riesgo de, una vez más, fracasar estrepitosamente, pero esta vez, en un tiempo en el que ese fracaso podría llevarnos hasta la extinción de la especie humana, vía armada (guerra nuclear) o “natural” (“invierno nuclear”, catástrofe climática y medioambiental, alimentaria, exterministas) o, tras el colapso del capitalismo, conducirnos a un nuevo modo de producción y dominación de clase indeseable y extremadamente alejado del ecosocialismo al que aspiramos, como alguna especie de neofeudalismo o neoesclavismo.

Luis González Reyes y Adrián Almazán han publicado en junio de 2023 la primera edición (¡ojalá haya más!) de su libro titulado “Decrecimiento: del qué al cómo. Propuestas para el Estado español”, con prólogo de la antropóloga Yayo Herrero.

En mi ordenador, el archivo ocupa un total de 18 páginas, 14 hasta las notas.

Las partes de este artículo son: I.- La CRISIS DEFINITIVA de esta CIVILIZACIÓN. El CAPITALISMO del COLAPSO. II.- DECRECIMIENTO ANTICAPITALISTA O CATACLISMO (social, medioambiental, militar). III.- El CAPITALISMO “VERDE”, un falso remedio, una huída hacia adelante. El ESTADO durante el COLAPSO. IV.- Ante nosotros, TRES PERIODOS HISTÓRICOS que DEBEMOS DISTINGUIR claramente. V.- SIN el PROTAGONISMO decrecentista anticapitalista de la CLASE TRABAJADORA, ESTAMOS PERDIDOS. VI.- La TRANSICIÓN A OTRA CIVILIZACIÓN. Obstáculos, conflictos, y gestión de tiempos. VII.- Los MAYORES PELIGROS EXISTENCIALES, A LA VUELTA DE LA ESQUINA. La LUCHA DE CLASES, MÁS PRESENTE QUE NUNCA. VIII.- GAZA E ISRAEL. Un paso más hacia la barbarie. NOTAS.

NOTA 5.- Léase el reciente libro publicado por Jorge Riechmann “Ecologismo: pasado y presente (con un par de ideas sobre el futuro)” Los libros de la catarata, 2024, Madrid https://www.catarata.org/libro/ecologismo-pasado-y-presente_150548/. Video de una presentación del libro el 10 de abril en Madrid https://www.youtube.com/watch?v=wMlAk_66XPk . El blog de Jorge Riechmann https://tratarde.org/ . Muchos videos en You Tube.

Como en la presentación del libro, se comenta sobre la obra de Bruno Latour, os remito a mi artículo «“Manifiesto ecológico político” libro de Latour y Schultz. Debatiendo» (1-9-2023) https://kaosenlared.net/manifiesto-ecologico-politico-libro-de-latour-y-schultz-debatiendo/

PARA LOCALIZAR los ARTÍCULOS que iré publicando, kaosenlared.net, “mi página” https://kaosenlared.net/autor/aurora/ (hasta mediados de junio de 2023 era lo mismo pero con author ). Como puede que el último artículo publicado no aparezca ahí hasta tal vez pasadas veinticuatro horas, podéis buscar por https://kaosenlared.net/?s=Aurora+Despierta . Dentro del artículo, dando en el nombre activado. Como último recurso, en el buscador de la web, escribid Aurora Despierta. Los artículos anteriores al hackeo del 7-10-2021, del histórico de kaosenlared.net ahora están en Hemeroteca (arriba, en la página de Portada o Inicio) y para localizar los míos de septiembre de 2021 a enero de 2015 la dirección es https://archivo.kaosenlared.net/autor/aurora-despierta/ . Para búsquedas anteriores, con instrucciones muy detalladas para reconstruir la URL de artículos, véase esta recomendación final en versión muy extensa, en otros artículos (hay una intermedia).

Invito a que se estudien dos aportaciones totalmente originales. Mi revisión de la teoría marxista de la plusvalía (por la izquierda, 9-1-2020) https://archivo.kaosenlared.net/plusvalia-y-ganancia-revision-urgente-de-una-teoria-necesaria/index.html . Un estudio mío muy serio y totalmente innovador en la materia, que os alucinará https://archivo.kaosenlared.net/divino-amor-iv-sacrificar-para-dios-a-los-hijos-primogenitos-en-la-raiz-del-cristianismo/index.html (16-9-2021), y sobre el futuro auge de la religión (también del cristianismo) y cómo orientar la lucha psico-ideológica contra él en el tiempo del colapso del capitalismo https://kaosenlared.net/divino-amor-v-la-pasion-y-su-salvacion-su-actualidad-con-el-colapso/ (10-4-2023) .

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Estrategia europea ante la catástrofe

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07.05.2024

Europa, la Unión Europea, es nuestro actual marco efectivo de la lucha de clases (no el Estado Español o sus territorios nacionales), donde se desarrolla el gran juego de nuestra supervivencia, donde realmente se decide la partida, de donde pueden llegarnos las consecuencias más apocalípticas de la deriva destructiva del capitalismo. Necesitamos una estrategia cuando menos para ese marco, o nos condenaremos a la impotencia. Quedarnos en nuestro rincón estatal o nacional o regional, nos aísla, debilita, derrota a la clase trabajadora y sectores populares, ya de por sí muy fraccionados y debilitados. Aunque queramos, no vamos a escapar de ese marco, como tampoco la nación, el Estado Español, nos librará del calentamiento global, el colapso del AMOC, las consecuencias de una guerra europea, de la guerra nuclear, ni siquiera del colapso del capitalismo, por mucho que no afecte a todos por igual.

Ya es hora (vamos con un retraso inadmisible), de que seamos capaces de pensar en los términos que nos exige en Europa esta fase del siglo XXI y no como en el siglo XIX, ni siquiera como en el XX. El tiempo en el que nos jugamos la existencia misma de la Humanidad, y no la construcción nacional-estatal, para colmo, con Estados burgueses. El tiempo del capitalismo terminal, en colapso y destrucción, y no del ascenso prodigioso del capitalismo y su expansión por el mundo, ni de un imposible desarrollo sostenible en base a un capitalismo verde. El tiempo de la guerra nuclear y no de los fusiles. El tiempo en el que la burguesía y sus Estados han perdido toda su capacidad progresista y de salvarnos, y son una amenaza a nuestra mera supervivencia. El tiempo en el que el calendario puede decirnos ya bien poco sobre las estaciones porque se vean trastocadas por el colapso climático. El tiempo en el que ya nos falta hasta el tiempo mismo, nuestro recurso más escaso y despilfarrado.

Entre el 6 y el 9 de junio, se celebrarán las elecciones al Parlamento de la Unión Europea. Aquí habrá oportunidad de votar el domingo 9.

Yo no espero que salga nada bueno relevante de esa institución burguesa, de la Europa del capital, y menos en estos tiempos. Sí, que pueda salir algo mucho peor de lo que ya existe.

Al margen de si participar o no, votar o no, al menos debiera servirnos para estimular la reflexión y el debate sobre qué hacer en estos tiempos críticos para Europa y la Humanidad entera.

Se nos plantea abiertamente la necesidad de una estrategia ante la Unión Europa, sus políticas en muchos campos, desde el económico, al de la transición energética, y la guerra con Rusia y China.

GUARDA este ARTÍCULO para ATENDER con tiempo a sus argumentos y DESCARGAR los RECURSOS RECOMENDADOS, también en las Notas. Para facilitar su identificación a la hora de la traducción a otros idiomas, los términos coloquiales, frases hechas, dichos, modismos, refranes, proverbios, etc. irán entrecomillados. En mi ordenador, el archivo ocupa un total de casi nueve páginas.

Las secciones de este artículo son: I.- Ante el secuestro de Europa. “Más perdidos que un pulpo en un garaje”. Solución ¿la hay? ¡Ay, ay, ay!. II.- La maña, la fuerza y las malas mañas. Nuestras debilidades y la fuerza de la reacción en ascenso. III.- Europa del capital, o la pena capital para Europa. La salvación, en nuestra polarización. IV.- El GRAN RELATO. Por nuestra supervivencia: guerra al capitalismo, en guerra contra la vida.

I.- Ante el SECUESTRO de EUROPA. “Más perdidos que un pulpo en un garaje”. Solución ¿la hay? ¡Ay, ay, ay!.

Felices décadas las de 1960 y 1970 en las que nos resultaba mucho más fácil especular o fantasear, y acertar, sobre las líneas estratégicas a seguir en el Estado Español y sus territorios, incluso en la Europa Occidental.

Pero hoy, cuando el futuro es más incierto que nunca, o cuando no es así, se plantea tan problemático que la reacción más normal es la de miedo o espanto, tenemos muy poco claro qué es lo que podríamos hacer para evitar los peores escenarios, incluso si eso sería posible.

Estamos ante una nueva captura de Europa, pero el rapto por el libertino dios Zeus, sino el secuestro por el capitalismo y sus Estados. Esta vez, apunta a que terminará de la peor manera posible para nuestra querida Europa, a costa de su propia existencia.

Cuando hablamos de calentamiento global, nos referimos al ascenso de la temperatura media en el planeta, y si mencionamos una media de 1,5 o de 2 grados más, no caemos en la cuenta de que en Europa sufriremos más grados que esos. Así, para hacernos una idea, se calcula que si la temperatura media planetaria subiese entre 2,8 y 3,2 grados (una barbaridad), a Francia le correspondería ¡4 grados!, que mejor no pensar lo que supondría en alteraciones en el ritmo de las estaciones, las lluvias torrenciales o sequías prolongadas (aquí ya tenemos la de Cataluña), multiplicación de incendios pavorosos, la desaparición de los glaciares de montaña, la agricultura y ganadería con mucha menor producción, aparte las muertes humanas por olas de calor, insectos parásitos de los bosques que terminan con especies enteras, desaparición de insectos polinizadores, etc.

Porque el calentamiento global no será homogéneo, sino que irá “por barrios”. Y la privilegiada Europa puede serlo en el sentido más negativo y paradójico, de pasar del “escalocaliente” al “escalofrío”.

Solemos decir “Por si fuéramos pocos, parió la abuela”. Y esto me viene a la mente cuando, como si no fuese suficiente con el problema del calentamiento global, a consecuencia de ello, en Europa tendríamos el resultado paradójico, de la amenaza del colapso del AMOC, o sea, de la corriente marina cálida proveniente del Golfo de Méjico que es la que permite que en Europa gocemos de temperaturas templadas, lo que provocaría algo muy parecido a una glaciación y tiempo frío y seco, es decir, una catástrofe apocalíptica en Europa pues la haría en gran parte inhabitable para los humanos, y que podría llegar mucho antes lo que nos gustaría pensar (NOTA 1).

Ante esto, “como pollos sin cabeza”, sin saber qué hacer, más que agitarnos, “sin dar pie con bola”.

Por si fuera esto poco, a las cancillerías europeas les ha dado por el redoble de “tambores de guerra” y nos agitan el peligro de Rusia como agresor de Europa, cuando resulta que no ha podido ni conquistar Ucrania. Lo que ocultan con esa propaganda y planes militaristas, tanto en armamento como en recuperar o reforzar los servicios militares obligatorios (la “mili”, también para mujeres) es la dinámica guerrera otanista (de la OTAN), dirigida por los Estados Unidos, contra Rusia y China.

Recordando que Rusia no podrá ganar en Ucrania, pero sí que tiene armamento nuclear para defenderse y atacar, y que en Europa también Francia, Reino Unido, más todo el arsenal nuclear instalado por la OTAN en Alemania y otros países, como las bases militares norteamericanas (también en España), el horizonte que nos presentan, dicen que para la próxima década, puede resultar ya apocalíptico (NOTA 2).

Tras una guerra nuclear en toda regla, no tendríamos que preocuparnos de cuestiones de estrategia, ni de nada de nada, salvo quizás la de conseguir comernos los unos a los otros, entre los supervivientes (canibalismo), a falta de mejores recursos alimenticios.

En cuanto a un calentamiento global catastrófico, su evitación sin por ello deber sacrificar el capitalismo, se acabará reconociendo (aunque demasiado tarde) como “cuentos chinos” (¡qué manía con culpar de todo a los chinos, hasta en la frases hechas!), las supuestas soluciones tecnológicas, de la economía digital “desmaterializada”, las tecnologías de energía eléctrica renovable con megainstalaciones con pretensiones de sostener el actual entramado industrial (la Renovable Eléctrica Industrial –REI- que dice Antonio Turiel), la movilidad para todos gracias al automóvil eléctrico, etc., la geoingeniería climática (inviable a la escala que se necesitaría, además de enormes riesgos en algunas propuestas), con la que pretenden, en tanto nos engañan, “hacer su agosto” los capitalistas “verdes”.

Y para imponernos esas “soluciones”, por supuesto, alguna “gobernanza” dictatorial (a poder ser, con apariencias formales democráticas), bendecida por criterios científicos deshumanizados. Científicos, y de los mejores, también lo eran los del “proyecto Manhattan” que dio lugar a la invención de la bomba atómica, su doble lanzamiento en Japón, y la era armamentista nuclear que todavía puede llevarnos a la extinción. Todo sea porque el capitalismo y sus Estados burgueses, puedan seguir su curso sin que le estorben intereses humanos y consideraciones por el conjunto de la naturaleza y su multitud de seres vivientes que también tienen derecho a existir.

Como la batalla por el clima está perdida si no renunciamos al capitalismo, ya nos quieren convencer de que lo más importante no es la “mitigación” (evitación de la escalada del calentamiento global), sino la adaptación a ese cambio, inevitable, pero porque no quieren evitarlo. Cierto que tal como estamos ya, una adaptación es imprescindible porque no podemos evitar el resultado de lo ya emitido a la atmósfera; pero cosa muy diferente es pretender que debemos resignarnos a seguir emitiendo y que lo que toca es “adaptarnos”, o sea, lo que de siempre conocemos como “ajo y agua” (“a joderse y aguantarse”).

Esa “adaptación” tal vez sea posible para una reducida parte de la población humana en “oasis-bunker”, pero imposible para la inmensa mayoría de la Humanidad y de las especies vegetales y animales, de las que también dependemos.

Incluso si ninguna de estas catástrofes apocalípticas llegase a ocurrir, tampoco tendríamos posibilidades de salvarnos del colapso del capitalismo y de la civilización industrial con estrategias de “crecimiento sostenible”, de capitalismo “verde”, de Green New Deal, pues los recursos naturales ya no dan para alimentar la máquina de crecimiento sin fin del capitalismo. Sistema que tiene como objetivo, ante todo, el beneficio mercantil, y no la satisfacción de las necesidades humanas (NOTA 3).

Y el decrecimiento, que supone renunciar a muchas cosas y a muchos sacrificios, no vende fácil cuando se va a lo concreto, pues no encaja para nada con el funcionamiento de la economía capitalista. Un decrecimiento global capitalista solo podría darse si a la vez se diese un crecimiento de ciertos........

© Kaos en la red


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