¿Futuro hídrico seguro o incierto?… en plena era de la inteligencia artificial. Uno de los mayores retos de la humanidad es la seguridad hídrica de todos los seres vivos, sin agua no es posible ningún tipo de vida. Si bien dos de los sistemas hídricos de agua dulce más grandes del planeta nacen en Bolivia, las cuencas de la Amazonía y del Plata muestran cada vez más realidades de extrema sequía; sus habitantes son cada vez más vulnerables a sus impactos.

En un mundo azul, en 2023 la escasez del agua fue la gran protagonista. En plena Amazonía, Ecuador experimentó una crisis energética que continua, sus hidroeléctricas quedaron sin agua. En Brasil, el río Negro, un afluente del río Amazonas, deja de ser navegable, y el déficit hídrico junto al calor extremo en el lago Tefé provoca la muerte de un centenar de delfines.

Consulte: Bosques en pie

La tragedia ambiental también golpeó a Bolivia, más de 160 municipios en emergencia ante la falta de agua, ciudades como Santa Cruz, Villamontes y San Matías con olas de calor superiores a los 40°C, con aumentos en cuadros de deshidratación, calambres e insolaciones. La falta de lluvias fue implacable con la fauna y la flora silvestre, dejando un rastro desolador de muerte de animales que perecieron ante la falta de agua.

Una ruleta de condiciones extremas nos golpea; mientras las sequías son más extremas, las inundaciones arrasan sin piedad. La fuerza del agua avanza sin límites cuando ya no están los bosques ribereños. Esta semana, las inundaciones nos dejan un rastro de devastación; en el sur de Brasil, cientos de desaparecidos y decenas de personas muertas. En Yapacaní, los márgenes del río Ichilo están bajo el agua, con comunidades altamente impactadas.

Junto a otros países amazónicos, Bolivia es vulnerable a los efectos del cambio climático que va agudizando sus impactos a medida que aumentan la deforestación, los incendios y la contaminación de sus aguas (minería, lixiviados agropecuarios, basura, etc.). El agua disponible en ríos, lagunas y acuíferos requiere de infraestructura apropiada para que sea segura para el abastecimiento en calidad y cantidad.

Según parámetros de la disponibilidad de agua, una persona es vulnerable cuando su acceso al agua es menor al estándar internacional establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2003) de al menos 20 litros al día por persona, que equivalen a 7,3 metros cúbicos al año. Sin embargo, si solo consideramos actividades como bañarse y cocinar, el consumo mínimo varía entre 27 y 200 litros diarios per cápita. Existen regiones y comunidades en el país que solo cuentan con entre 20 y 50 litros de agua por día para una familia entera, que deben acarrear desde distancias lejanas para cubrir esta necesidad mínima.

Nos quedan solo seis años para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y estamos muy retrasados para lograr como mínimo las metas relacionadas con el agua. Miramos y evaluamos a las sequías, junto a las olas de calor, como eventos climáticos pasajeros y no logramos avanzar en la preparación para afrontar un mundo con menos agua, y con más riesgos climáticos. Necesitamos dar pasos rápidos para alcanzar la seguridad hídrica. Experimentamos un quiebre en la historia humana: ¿el cambio climático y la inteligencia artificial serán capaces de impulsar la innovación para lograr la gobernanza hídrica planetaria?

(*) Marlene Quintanilla es directora de Investigación y Gestión del Conocimiento de la FAN

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Vulnerabilidad hídrica

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08.05.2024

¿Futuro hídrico seguro o incierto?… en plena era de la inteligencia artificial. Uno de los mayores retos de la humanidad es la seguridad hídrica de todos los seres vivos, sin agua no es posible ningún tipo de vida. Si bien dos de los sistemas hídricos de agua dulce más grandes del planeta nacen en Bolivia, las cuencas de la Amazonía y del Plata muestran cada vez más realidades de extrema sequía; sus habitantes son cada vez más vulnerables a sus impactos.

En un mundo azul, en 2023 la escasez del agua fue la gran protagonista. En plena Amazonía, Ecuador experimentó una crisis energética que continua, sus hidroeléctricas quedaron sin agua. En Brasil, el río Negro, un afluente del río Amazonas, deja de ser navegable, y el déficit hídrico junto al calor extremo en el lago Tefé provoca la muerte de un centenar de delfines.

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