El presidente del Gobierno transmitía estos días que el líder de la oposición tiene una idea sumamente retrógrada de cuál ha de ser la actividad de una mujer que es pareja de un político de alto rango. "Le he escuchado al señor Feijóo que lo mejor que podía hacer mi mujer es dejar de trabajar", dijo en una entrevista en El País. Lo había dicho antes en Televisión Española con el añadido de que tal idea no cabe en una España moderna. Cierto que la versión de Sánchez sobre lo que dijo Feijóo difiere de lo que dijo Feijóo, aunque no es noticia que la verdad discrepe del presidente. En realidad, nada de esto sería ya noticia, si no fuera por la ironía que ha dejado oculta, sucia e irreconocible como un diamante bajo las cenizas. Los cinco días de Sánchez y este específico fragmento del episodio han mostrado que las ideas retrógradas sobre el valor de la carrera profesional de la mujer de un político de alto nivel, quien las tiene es Pedro Sánchez.

Si se da crédito a lo que ha dicho, aunque haya que poner el condicional por los antecedentes, es claro que, a su juicio, su mujer tenía una carrera profesional importante y prometedora y que, muy a su pesar o al de ambos, no le quedó más remedio que dejarla cuando él llegó a la presidencia. "Para desgracia para ella", lamentaba en la misma entrevista. "Tuvo que dejar su empresa, en la que llevaba trabajando más de dos décadas", dijo también. Lo contaba en el mismo diario que, en 2018, indicó que Begoña Gómez, recién llegada a la Moncloa, "reflexiona sobre su actividad profesional, que probablemente abandone para evitar cualquier conflicto de interés".

Pongamos ahora juntos los datos: una mujer con una carrera profesional importante y prometedora y un hombre con una carrera política importante y prometedora. La carrera del hombre, si llega a su objetivo último, será incompatible con la carrera de la mujer por los posibles conflictos de interés. El dilema es inescapable. En caso de que el hombre tenga éxito en su carrera, la mujer deberá renunciar a la suya. ¿Quién renuncia, entonces? Aquí sabemos qué ocurrió. Sánchez siguió aspirando a la presidencia y no dudó en aceptarla, sabiendo —si no lo sabía, peor me lo pone— que con ello truncaba la carrera de su mujer. Los Sánchez-Gómez decidieron que la carrera del hombre valía más que la carrera de la mujer. Tendrían sus razones. Pero hicieron lo tradicional o, en su lenguaje, lo retrógrado. Sánchez es el hombre que persigue su ambición hasta el final, aunque para ello tenga que condenar a su mujer a sacrificar la suya.

Alternativa había. ¡Y tanto! Sánchez podía haber sacrificado su carrera para que su mujer no sacrificara la suya. Pero esto no se le ocurrió. Tampoco a la directora de El País, al escuchar el lamento, se le ocurrió preguntar: ¿no podía haber renunciado a ser presidente para que su mujer continuara siendo una importante profesional? No, vaya, todos creen que es lógico y natural que Sánchez pusiera su ambición política por encima de la carrera de Gómez. En los cinco días tampoco se le ocurrió a Sánchez que podía revertir la mala decisión inicial y permitir que su mujer prosiguiera, sin trabas, su brillante trayectoria. Mira que era fácil. Sánchez dimite y se rompe el techo de cristal autoimpuesto: Begoña trabaja y Pedro se queda en casa.

Otro mundo es posible y otra hipótesis también. Porque es posible que la carrera profesional de Gómez no fuera tan brillante, prometedora ni lucrativa. Incluso es posible que pareciera poca cosa para una primera dama. No tiene nada de malo reclutar a esos jóvenes que paran a los transeúntes para que se hagan socios de Greenpeace, de Médicos sin Fronteras y de tantas ONGs, pero convengamos en que le falta glamour. Es posible, cómo no, que la carrera política de Sánchez resultara más brillante y prometedora. Entonces, se entiende la decisión. Será tradicional, será retrógrado, pero quién no lo haría. Sólo que aquí había que elegir. O una ambición o la otra. Las dos a la vez no puede ser. Y si no, ya sabe, a sacrificarse, que es dimitir.

QOSHE - Begoña, al trabajo y Pedro, en casa - Cristina Losada
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Begoña, al trabajo y Pedro, en casa

57 1
09.05.2024

El presidente del Gobierno transmitía estos días que el líder de la oposición tiene una idea sumamente retrógrada de cuál ha de ser la actividad de una mujer que es pareja de un político de alto rango. "Le he escuchado al señor Feijóo que lo mejor que podía hacer mi mujer es dejar de trabajar", dijo en una entrevista en El País. Lo había dicho antes en Televisión Española con el añadido de que tal idea no cabe en una España moderna. Cierto que la versión de Sánchez sobre lo que dijo Feijóo difiere de lo que dijo Feijóo, aunque no es noticia que la verdad discrepe del presidente. En realidad, nada de esto sería ya noticia, si no fuera por la ironía que ha dejado oculta, sucia e irreconocible como un diamante bajo las cenizas. Los cinco días de Sánchez y este específico fragmento del episodio han mostrado que las ideas retrógradas sobre el valor de la carrera profesional de la mujer de un político de alto nivel, quien las tiene es Pedro Sánchez.

Si se da crédito a lo que ha dicho, aunque haya........

© Libertad Digital


Get it on Google Play