Escribo esta columna con una sola mano, porque con la otra sostengo mi bebé mientras se alimenta. Hago una breve pausa, porque ella se encuentra en su fase de piraña y muerde. Ya me habían dicho que la lactancia es compleja, pero no lo creía. Pensaba… ¿qué tan complejo puede ser algo que todos los mamíferos hacen por naturaleza? Pero estaba muy equivocada. Empecemos por el principio.

Durante mi embarazo vi varios videos sobre la posición para la lactancia, cada cuánto darle (la famosa libre demanda) y los tipos de leche que saldrán a lo largo de todo este proceso. Si bien no recibí casi nada de información por los canales oficiales, procuré conocer por mi cuenta. Me sentía empoderada, lista para la batalla. Sentía que mi leche era poderosa y con solo colocar a mi bebé en el pecho, todo saldría de manera natural.

Ya comenté en una columna anterior sobre las dificultades presentadas la primera noche de hospital. La ausencia de succión y la reñida de las enfermeras. Sin embargo, la noche siguiente en casa, no fue muy diferente. Ella aún no succionaba y lloraba de hambre, creo. Mi esposo y yo ya no sabíamos qué hacer.

No sé cómo, el instinto me llevó a buscar una cucharilla y darle así lo que sacaba de mí. Me parecía absolutamente insuficiente, aunque mi esposo decía que estaba bien. Aún no sé si fue suficiente.

Por la mañana me sumergí en llanto por lo mala madre que me sentía y sin saber qué hacer o a quién recurrir. Y de pronto, comenzó a succionar. ¡Aleluya!

Ahora comienza la parte dolorosa. Habré leído como mil veces que la lactancia no es dolorosa. Pero ¿cómo se lo explicaba a mis pezones agrietados? Cada vez que la ponía al pecho tenía que apretar algo para no chillar de dolor y asustar a mi bebé. Claro, la teoría era sencilla, pero ¿cómo rayos se la ponía en práctica?

La pediatra me lo explicó con una sencillez y rapidez que no pude lograr repetir. Pero el dolor era tan intenso que pensé en recurrir a una asesora de lactancia, pero antes de eso… Pum, caí hospitalizada por pancreatitis.

La semana más larga de mi vida hasta ese momento. No pensé que extrañaría tanto dar de lactar, ver su carita pegada a mí, sentir su manito tomando mi dedo gordo, su respiración. La necesitaba y tenía mucho miedo que cuando salga no quisiera más el pecho.

Nadie me dijo que debía seguir con un proceso de extracción para que no se corte la leche, simplemente lo hacía porque mis senos se llenaban y dolían y chorreaban. Eso salvó mi lactancia, la intuición.

Al final, sí conseguí una asesora de lactancia que me ayudó los siguientes cinco días hasta mi siguiente hospitalización. Luego, al salir, dejó de doler, porque su succión ya fue más “profesional” y no, no me cambió por la mamadera, al contrario. Luego vinieron nuevos desafíos que demandarán una parte dos sobre este tema.

Pero, cuál es mi punto. Tú, mamá que estás comenzando la lactancia y te sientes perdida, busca ayuda, está bien hacerlo. Puede que te encuentres con comentarios maliciosos como que no lo haces bien o tu leche es insuficiente. Todo lo contrario, tu ímpetu por hacerlo pese al dolor, tus ganas de aprender y tu esfuerzo te hacen una mamá excelente. Tu leche es magnífica, tiene propiedades maravillosas para tu bebé y es muy nutritiva. No desistas y sigue, disfruta de eso que solo una mamá sabe y conoce; es esa conexión única y perfecta con tu bebé. Vive cada segundo con intensidad. Todo saldrá bien.

La autora es comunicadora social, profesora y mamá primeriza

QOSHE - Lactancia (I) - Lorena Amurrio Montes
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Lactancia (I)

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30.04.2024

Escribo esta columna con una sola mano, porque con la otra sostengo mi bebé mientras se alimenta. Hago una breve pausa, porque ella se encuentra en su fase de piraña y muerde. Ya me habían dicho que la lactancia es compleja, pero no lo creía. Pensaba… ¿qué tan complejo puede ser algo que todos los mamíferos hacen por naturaleza? Pero estaba muy equivocada. Empecemos por el principio.

Durante mi embarazo vi varios videos sobre la posición para la lactancia, cada cuánto darle (la famosa libre demanda) y los tipos de leche que saldrán a lo largo de todo este proceso. Si bien no recibí casi nada de información por los canales oficiales, procuré conocer por mi cuenta. Me sentía empoderada, lista para la batalla. Sentía que mi leche era poderosa y con solo colocar a mi bebé en el pecho, todo saldría de manera natural.

Ya comenté en una columna anterior sobre las........

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