En medio de un panorama abrumador y de incertidumbre sobre el futuro de nuestra economía cuando se acabe el gas, la noticia sobre el fracaso de los emprendimientos estatales para exportar litio confirma una vez más nuestra cruda realidad: tenemos y hemos tenido los gobernantes más estúpidos del planeta. La estupidez de éstos es, sin duda, infinita. Descollan el calificativo los gobernantes del denominado proceso de cambio.

En las circunstancias actuales, la explotación, industrialización y venta —con valor agregado—, de esta estratégica materia prima, es la única salvación de Bolivia. Ahí está emplazada la esperanza de alcanzar el tan ansiado camino del desarrollo. El litio es la última esperanza después de 200 años de saqueo, corrupción y despilfarro.

Algunos gobernantes, a su turno, fueron cómplices del saqueo. Y cuando les tocó administrar los excedentes, dilapidaron los recursos que generaron nuestras materias primas de la forma más irracional y estúpida. Al final de cada ciclo, de cada una de estas materias primas, la historia se repite. O es el capital transnacional el que se beneficia o son los políticos de turno que cínica y desvergonzadamente forjan enormes fortunas.

Si consideramos, por un lado, que Bolivia posee una de las mayores reservas mundiales de litio y, por otro, que el cambio de matriz energética en el mundo propiciara el reemplazo sostenido de la energía fósil por energía verde, el litio se convierte en oro: oro blanco del futuro.

Una concepción y gestión del negocio del litio estratégica e inteligente podría asegurar a los bolivianos, en el largo plazo, formidables ingresos, incluso enormemente superiores a los que tienen las principales potencias petroleras. Alguien mencionaba, además, que, con esos ingresos, durante muchas décadas cada boliviano, sin trabajar, podría recibir una renta, con abonos mensuales directos a su cuenta personal. El oro blanco, bien gestionado, permitiría eso que parece un sueño.

Obsérvese, sin embargo, cómo nuevamente estamos en cero y con más de mil millones de bolivianos dilapidados en la Planta de Carbonato de Litio y sus piscinas evaporíticas, construidas en la gestión de Evo Morales, completamente inservibles. En su construcción se habrían utilizado, como en todas las obras que contratan, materiales de pésima calidad. Estos execrables gobernantes nuevamente han empeñado nuestra esperanza afectando seriamente el futuro de las próximas generaciones que lamentablemente acabarán migrando.

Salvando las distancias, como una suerte de maldición, la historia de saqueo y despilfarro se repite. Primero fue la plata, luego la goma, después el estaño y la historia continuó con el gas. Si cuantificamos, monetizando estos recursos naturales y los beneficios que hubieran significado para el país, vendiéndolos con alto valor agregado, hubiéramos estado hablando de uno de los países más ricos de la región. La cruda realidad, empero, nos refleja que, después de cada ciclo, sólo queda miseria.

Cuando realizaba mis estudios de pregrado en ciencias económicas, en una universidad en Brasil, por casualidad encontré en la biblioteca una tesis sobre sobre nuestra economía que coincide con los finales de estos ciclos. Sostenía que todas las veces, cuando el país estaba a punto de perecer, dado el agotamiento de la materia prima y la inviabilidad económica, milagrosamente aparece un nuevo recurso natural que lo salva y lo libra de la hecatombe. Exactamente lo mismo sucede en la crisis del estaño y el descubrimiento de los campos de gas, hoy agotados. Milagrosamente, después del gas, tenemos al litio. Sin embargo, creo que después ya no existirán más milagros. Si no aprovechamos la oportunidad histórica que el litio nos ofrece en las circunstancias actuales, el país no tendría salvación.

Todo dependerá de la visión de nuestros gobernantes. Sin embargo, tomando en cuenta lo sucedido con la planta y las piscinas evaporíticas, se apodera más bien la pesadumbre. Teniendo gobernantes cleptócratas, megacorruptos, sin ningún cariño a la patria, que solo se ocupan de acumular fortunas desde la burocracia estatal en la concepción de obras, licitaciones, adjudicaciones y contratos; el futuro es sombrío. Con tantas riquezas y recursos naturales que nos rodean, con un poco de responsabilidad y visión, bien podríamos haber sido la Suiza de Sudamérica.

En la mentalidad de estos estúpidos gobernantes esta incrustada la oportunidad de servirse siempre de los fondos públicos. Además de ostentar ridículamente sus fortunas mal habidas, han entronizado a la mediocridad. Es patética su incompetencia y la falta de sentido común.

Un verdadero revolucionario, los pondría al paredón, por traición a la patria, a los responsables de esta nueva desgracia.

QOSHE - El litio y los gobernantes estúpidos - Rolando Tellería A.
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El litio y los gobernantes estúpidos

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28.04.2024

En medio de un panorama abrumador y de incertidumbre sobre el futuro de nuestra economía cuando se acabe el gas, la noticia sobre el fracaso de los emprendimientos estatales para exportar litio confirma una vez más nuestra cruda realidad: tenemos y hemos tenido los gobernantes más estúpidos del planeta. La estupidez de éstos es, sin duda, infinita. Descollan el calificativo los gobernantes del denominado proceso de cambio.

En las circunstancias actuales, la explotación, industrialización y venta —con valor agregado—, de esta estratégica materia prima, es la única salvación de Bolivia. Ahí está emplazada la esperanza de alcanzar el tan ansiado camino del desarrollo. El litio es la última esperanza después de 200 años de saqueo, corrupción y despilfarro.

Algunos gobernantes, a su turno, fueron cómplices del saqueo. Y cuando les tocó administrar los excedentes, dilapidaron los recursos que generaron nuestras materias primas de la forma más irracional y estúpida. Al final de cada ciclo, de cada una de estas materias primas, la historia se repite. O es el capital transnacional el que se beneficia o son los políticos de turno que cínica y desvergonzadamente forjan enormes........

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