Hay ciertamente muchos enfoques y perspectivas para ver y estudiar este fenómeno. De hecho, si efectuamos una rápida búsqueda sobre definiciones y conceptos de “populismo”, nos confrontaremos con una variopinta cantidad. Hay enfoques polémicos y de alta complejidad como los de Slavoj Zizek y Ernesto Laclau, notables e influyentes pensadores en la actualidad. Es, en todo caso, un término polisémico que, cuando es visto bajo el prisma ideológico, en la díada izquierda y derecha, deviene en una pérdida de objetividad.

No nos detendremos acá en la polémica de su interpretación y definiciones. Veremos más bien, el origen y sus características.

En términos generales, los líderes y gobiernos populistas surgen a partir del creciente malestar con la política y los resultados de la democracia. De ahí es que surgen líderes populistas, tanto de izquierda como de derecha. Provoca también cosas insólitas, como la elección de Donald Trump en Estados Unidos.

En Latinoamérica, el populismo se instaló con Chávez en Venezuela, con Kirchner en Argentina y Evo Morales en Bolivia. Producto, igualmente, de ese enorme descontento popular y hastío con los políticos tradicionales en los inicios del presente siglo. Aunque hay, ciertamente, experiencias históricas pasadas como el populismo peronista, en el siglo XX.

En estos tres países, que también formaron parte del denominado socialismo del siglo XXI, el populismo se instala, coincidentemente, en los inicios del superciclo de la economía mundial, que se caracterizó por una demanda superlativa de materias primas y alimentos con altos precios, impulsados por el crecimiento de la economía de China. Esto provocó un gigantesco e inédito incremento de los ingresos. En el caso boliviano, estos ingresos, se tradujeron en elevados niveles de renta petrolera, nunca antes vistos.

Tendremos como resultado, entonces, una etapa de apogeo y gloria de todos esos regímenes populistas. El gran excedente económico será utilizado en inversión pública, bonos y subsidios, con la lógica perversa de reproducción del poder. Hubo auge y estabilidad. El modelo redistributivo es eficiente. Funciona, empero, solo cuando hay excedente y plata para repartir.

Esta fase de auge y gloria tiene lugar entre 2007 y 2014. Desde 2015, sin embargo, los ingresos estatales, de estos regímenes populistas, experimentaron una reducción sostenida, que luego se convertiría en dramática. No obstante, el descomunal gasto público, los bonos y subsidios se mantuvieron inalterables. En una primera etapa, se financiaron con los ahorros externos. En el caso boliviano, con las reservas internacionales netas (RIN), que en ocho años de déficit fiscal continuo (8% del PIB) disminuyeron de 15.000 millones de dólares a menos de 2.500 millones. Aclarando que, cerca del 70%, de este saldo, está en oro, pues dieron fin con las divisas.

Si bien una parte de ese descomunal gasto público se financió con los ahorros externos, un porcentaje significativo fue cubierto con deuda externa. En ese orden, la deuda externa de Argentina y Bolivia, por ejemplo, experimentaron un crecimiento de más del 500%.

Luego, como no hay una recuperación en los ingresos, más bien todo lo contrario; inevitablemente se llega al estado de quiebra (default). La deuda se torna insostenible, como en Argentina.

En esa situación, cuando se pierde la cualidad de sujetos de crédito, para continuar con el descomunal gasto público se recurre al expediente clásico de imprimir inorgánicamente papel moneda, es decir, sin ningún respaldo. Esta perniciosa práctica, se ejecuta de manera indiscriminada, sobre todo a fin de mes, cuando la plata no alcanza ni siquiera para cubrir las planillas del sector público.

El resultado inexorable es la hiperinflación, que corroe los salarios y el poder adquisitivo de las clases más desposeídas. La hiperinflación condenará a mucha gente a niveles dramáticos de pobreza. El incremento de los índices de extrema pobreza, en Venezuela y Argentina, es el resultado de esta perniciosa practica populista.

No sé cómo es posible denominar a estos gobiernos como socialistas cuando, como una máquina de producir pobres, condenan a la miseria y al hambre a millones de personas.

Si bien Bolivia no ha ingresado aún a estos dramáticos extremos, estamos en ese camino. Si es que el Gobierno de Arce no logra en el corto plazo equilibrios fiscales, muy pronto ingresaremos a la situación de quiebra. Ojalá nunca al extremo de imprimir moneda, si es que no lo han hecho aún.

Cuando se toca fondo, el ajuste fiscal (un 21060) se hace imperativo. Al margen de la corrupción y el despilfarro, esas son las desgracias del populismo.

El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la UMSS

QOSHE - Las desgracias del populismo - Rolando Tellería A.
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Las desgracias del populismo

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17.12.2023

Hay ciertamente muchos enfoques y perspectivas para ver y estudiar este fenómeno. De hecho, si efectuamos una rápida búsqueda sobre definiciones y conceptos de “populismo”, nos confrontaremos con una variopinta cantidad. Hay enfoques polémicos y de alta complejidad como los de Slavoj Zizek y Ernesto Laclau, notables e influyentes pensadores en la actualidad. Es, en todo caso, un término polisémico que, cuando es visto bajo el prisma ideológico, en la díada izquierda y derecha, deviene en una pérdida de objetividad.

No nos detendremos acá en la polémica de su interpretación y definiciones. Veremos más bien, el origen y sus características.

En términos generales, los líderes y gobiernos populistas surgen a partir del creciente malestar con la política y los resultados de la democracia. De ahí es que surgen líderes populistas, tanto de izquierda como de derecha. Provoca también cosas insólitas, como la elección de Donald Trump en Estados Unidos.

En Latinoamérica, el populismo se instaló con Chávez en Venezuela, con Kirchner en Argentina y Evo Morales en Bolivia. Producto, igualmente, de ese enorme descontento popular y hastío con los políticos tradicionales........

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