La forma y fondo de aquella afirmación, era de todo, menos cierta. Pensar que el país iba viento en popa era, a lo menos, una tergiversación de una realidad que se desangraba por la falta de dólares, las amenazas de bloqueos y la excesiva politización.

Lo sabía todo el mundo, lo veían los ciudadanos de a pie que miraban impávidos cómo las calles se volvían mercados y las esquinas circos de miserables que hacían de todo por una moneda, ¿Cómo era que el presidente no lo notaba?

Para Encarna Gazmoño, la vaina pasaba por quién le pagaba mejor, porque ella bien podía un día estar alabando al diablo y al otro comulgando para Dios. No era distinto en aquella ocasión, porque ni bien le dijeron que vaya a gritar en apoyo al congreso de turno para el que le convocaron, asistió sin objeción, así había sido siempre, así fue con el anterior presidente cuando incluso la subían a una flota con destino indeterminado y bajaba para gritar los vítores de pasión y compromiso en favor del poderoso de aquel entonces. Ella sabía que la plata que recibía no salía de los bolsillos de esos potentados de la política o el sindicalismo, es más, conocía que el origen de aquellos fondos llegaba de fuentes oscuras y mal habidas, tanto como podía tener origen en el propio tesoro general de la nación. No importaba. Porque lo mismo era para ella el billete manchado en sangre que la moneda teñida de corrupción, igual podía cobrar, comprar y gastar en lo que quería.

La lógica de los 14 años de imposición y el criterio de los años del descalabro económico, eran idénticos. Los teóricos le llamaban populismo, ella le llamaba su forma de vida.

Cuando el famoso congreso terminó, Encarna Gazmoño se sintió agotada, no de gritar contra viento y marea a favor del hombre de la testera, pero sí de una vida vendida al mejor postor.

Ella estaba convencida que lo suyo era una forma de prostitución, lo malo era que lo suyo no tenía ni un atisbo de amor.

Esa noche, cuando ella se murió por un efecto adverso e inesperado de una vacuna extranjera, se la llevó un ángel con cuernos y con alas de murciélago que ella erróneamente llamó Miguel, pero en vez de llevarla al cielo anhelado, la enterró en el patio trasero del infierno.

QOSHE - Encarna Gazmoño y un país viento en popa - Ronnie Piérola Gómez
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Encarna Gazmoño y un país viento en popa

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12.05.2024

La forma y fondo de aquella afirmación, era de todo, menos cierta. Pensar que el país iba viento en popa era, a lo menos, una tergiversación de una realidad que se desangraba por la falta de dólares, las amenazas de bloqueos y la excesiva politización.

Lo sabía todo el mundo, lo veían los ciudadanos de a pie que miraban impávidos cómo las calles se volvían mercados y las esquinas circos de miserables que hacían de todo por una moneda, ¿Cómo era que el presidente no lo notaba?

Para Encarna Gazmoño, la vaina pasaba por quién le pagaba mejor,........

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