07/05/202406/05/2024 'Mann und Fraude', de Egon Schiele

Los grandes titulares en torno al consumo de pornografía por parte de la población infantil y juvenil en nuestro país inundan cada día los medios de comunicación. Titulares que hablan de violencias, peligros, amenazas, de infancias pornográficas. En un escenario en el que la juventud a veces parece estar en peligro y otras ser peligrosa... ¿Es la pedagogía del miedo la única opción viable? ¿Cabe la posibilidad de mantener una actitud de comprensión y cultivo en torno a lo sexual? ¿Está en posición la erótica de reclamar su poder perdido?

El origen etimológico de la palabra "pornografía" hace referencia a porné (prostituta) y grafía (representación), su significado original sería, pues, la representación de la prostitución o de lo que hacían las prostitutas.

Sin embargo, este significado ha ido cambiando, tanto a lo largo de la historia como de las distintas culturas. Lo que es considerado como pornográfico varía en función de la época, de la cultura e, incluso, de la subjetividad individual. Por ejemplo, en nuestro país, no hace tanto tiempo, una fotografía en la que aparecieran unas piernas femeninas desnudas podría ser considerada pornográfica u obscena, mientras que hoy en día nos parece algo absolutamente trivial. Sin embargo, el hecho de mostrar un pecho (femenino) sigue considerándose como algo pornográfico, obsceno, siendo, de hecho, censurable en determinadas redes sociales.

El porno, la pornografía, es un tema que preocupa y ocupa a la sociedad en general, sobre todo, en relación a las consecuencias que su consumo puede tener para perpetuar o incrementar las violencias contra las mujeres y en las relaciones entre la población juvenil. Esta preocupación no es nueva. Si ha habido un denominador común en torno a la pornografía a lo largo de la historia ha sido su capacidad para dar que hablar, para escandalizar.

¿Se puede identificar a un menor que quiera acceder a una página porno?


Todas las culturas, en todas las épocas, han manifestado sus inquietudes en torno a la exposición de material excitativo, más o menos explícito, y han elucubrado las consecuencias que conllevaría para las generaciones posteriores.

El miedo ahora no es tanto la pornografía en sí como las posibles consecuencias de su consumo y la facilidad y precocidad de acceso a dicho material por parte de menores. Es habitual la preocupación ante la exposición de la violencia en el porno y las consecuencias que ello puede tener, sin embargo, es curioso que no preocupe tanto la exposición a otros tipos de violencia a la que la infancia y la juventud de este país está expuesta de forma (casi) permanente. ¿Por qué preocupa tanto el consumo de contenidos violentos en el porno y no en las películas, videojuegos, programas de entretenimiento, telediarios o, incluso, en determinados deportes? ¿Hay violencias malas y violencias "buenas"?

Así mismo, no deja de resultar curioso que, viviendo en un mundo tan consumista como el nuestro, nos echemos las manos a la cabeza ante el aumento y precocidad de determinados consumos. Somos bombardeados constantemente con mensajes que incitan al consumo ya no solo de objetos sino de contenidos, experiencias, relaciones, etc. Sin embargo, ante algunos temas pretendemos que la juventud se comporte de forma distinta a todo lo demás. Aquí sí deben esperar a determinada edad (aunque vivamos en el mundo de las urgencias), deben saber discernir qué contenidos son apropiados para su edad y cuales no (aunque no lo hagan ni con las series, con las películas, con los videojuegos, etc.), deben saber que, en gran parte, es contenido violento que no deben ver (aunque vean violencia habitualmente en otros medios), deben, en definitiva romper con la primera ley de la sociedad de consumo: cuanto más, mejor. ¿Tiene algún sentido hablar de consumo responsable en una sociedad que se caracteriza por la irresponsabilidad en sus consumos?

'Generación porno': las revelaciones que incomodan


Cada generación está sujeta a determinados "pánicos sexuales" (término acuñado por Carol Vance) que suelen conllevar una agenda social y política en torno a qué prevenir y cómo. Si a finales del siglo pasado lo que preocupaba a familias y profesorado en torno a juventud era la proliferación de I.T.G. (Infecciones de Transmisión Genital), en concreto, del VIH, en el primer cuarto de este siglo lo que preocupa son las violencias y el porno como materialización e incitador de la misma.

Este miedo, como comentábamos, no es nuevo. De hecho, en los años 70, en el contexto de las denominadas "Sex wars", ya hubo intensos debates y enfrentamientos dentro del feminismo en torno a la pornografía. Los argumentos sobre lo pernicioso y peligroso del porno eran similares a los que podemos encontrar hoy en día, con una salvedad, las nuevas tecnologías han añadido un nuevo peligro: la precocidad en el visionado de contenidos pornográficos.

Es cierto que niños y niñas tienen acceso a dispositivos electrónicos desde muy temprana edad, lo que aumenta la probabilidad de que puedan visionar (de manera intencionada o fortuita) contenidos pornográficos. Sin embargo, cuando se afirma que hay niños y niñas que ven porno desde muy pequeños, se les suele inferir una intencionalidad de personas adultas, sin tener en cuenta que la mirada de la infancia rara vez se basa en los mismos principios que la mirada adulta.

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Excitar y escandalizar

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07.05.2024

07/05/202406/05/2024 'Mann und Fraude', de Egon Schiele

Los grandes titulares en torno al consumo de pornografía por parte de la población infantil y juvenil en nuestro país inundan cada día los medios de comunicación. Titulares que hablan de violencias, peligros, amenazas, de infancias pornográficas. En un escenario en el que la juventud a veces parece estar en peligro y otras ser peligrosa... ¿Es la pedagogía del miedo la única opción viable? ¿Cabe la posibilidad de mantener una actitud de comprensión y cultivo en torno a lo sexual? ¿Está en posición la erótica de reclamar su poder perdido?

El origen etimológico de la palabra "pornografía" hace referencia a porné (prostituta) y grafía (representación), su significado original sería, pues, la representación de la prostitución o de lo que hacían las prostitutas.

Sin embargo, este significado ha ido cambiando, tanto a lo largo de la historia como de las distintas culturas. Lo que es considerado como pornográfico varía en función de la época, de la cultura e, incluso, de la subjetividad individual. Por ejemplo, en nuestro país, no hace tanto tiempo, una fotografía en la que aparecieran unas piernas femeninas desnudas podría ser considerada pornográfica u obscena, mientras que hoy en día nos parece algo absolutamente trivial. Sin embargo, el hecho de mostrar un pecho (femenino) sigue considerándose como algo pornográfico, obsceno, siendo, de hecho, censurable en determinadas redes sociales.

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