He leído estos días en la prensa muchas curiosidades pero pocas o ninguna comparable a la que asegura que existe una abogada acreditada en las tertulias que, al parecer, no cobra por su trabajo a las “celebrities" que defiende. Habrá que creérselo, a ver por qué no, tanto como el hecho comprobado de que la mayoría de esos forenses mediáticos parece ser que son hoy día los togados que ganan más dinero en nuestros acosados tribunales. Cuando lo leí me acordé enseguida de que el abogado que defiende y mantiene a cuerpo de rey a Puigdemont, además de dirigir desde el ”exilio”, la estrategia del tele-separatismo, ya fue condenado en su día por estafa y hasta parece ser que fronterizo con la “ratio” terrorista, estremecido por la posibilidad de verlo en su día –“dies incertus an incertus quandum”—dirigiendo la secesión sin privarse siquiera el morrión republicano. ¡Conque eso que algunos llamamos la “sociedad medial” era un invento según me espetó un día sin despeinarse –Borbolla es testigo-- Javier Pradera!

Pues no debe ser como, sabiendo tanto como sabía, pensaba Javier, porque ahí está la relación de letrados de famosos en apuros para demostrar su paradójica medicridad en contraste con las fortunas que afanan y, desde luego, con los viejos maestros del penalismo. No hay por qué negar la sapiencia ni la habilidad de esos picapleitos, entre otras poderosas razones, porque resulta evidente que su fuerza, como la de Sansón, no procede sino de la crisis axiológica con que la luminaria mediática deslumbra sibilinamente a la masa. ¿Acaso no llevamos meses abrumados en los telediarios por la imagen de un invertido presuntamente asesino y descuartizador de su amante, eclipsando, junto al caos de nuestra situación nacional, al temible anuncio de una tercera Guerra Mundial?

No se trata de desmerecer al picapleitos afortunado, líbreme Dios, sino de considerar sin malquerencia alguna el hecho capital de que, en la práctica judicial de hoy día, han desaparecido de los pleitos más populares las figuras eminentes del foro: no hay duda de que los Stampa Braun, los Jordana de Pozas, los Del Rosal (senior, ojo), los Baena Bocanegra…, han cedido el puesto a unas cohortes en technicolor, deudoras de su propia huella televisiva, y famosos, a su vez, como por contagio, de sus defendidos. Claro que nada encuentro por completo nuevo bajo el sol si me fijo en casos lejanos, como el de don Eduardo Barriobero, famoso trapisondista y mediocre literato crecido a la sombra de Concha Espina, que saltó a la política republicana por mérito de la fama que le agenció la defensa y salvación de un minero riotinteño que, sintiéndose agraviado por la colonial displicencia de un colono inglés, le avió la cabeza de un farolazo. Pero esta criatura (el abogado) murió de mala manera a manos de los fascistas en Barcelona --no sin alguna culpa, ciertamente-- tras haberse pasado la vida en medio de halagos revolucionarios pero tieso como una mojama. Cuando veo o escucho a alguno de esos personajes sortarios recuerdo siempre la sentencia que Jules Renard incluyó en sus memorias, aquella que decía que, a veces, resultaría realmente hermosa la honestidad de un abogado capaz de demandar a su cliente. “Pleitos tengas y los ganes”: Considere cuánta razón llevaba, una vez más, el gitano del refranero.

QOSHE - Pleitos tengas - José Antonio Gómez Marín
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Pleitos tengas

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11.05.2024

He leído estos días en la prensa muchas curiosidades pero pocas o ninguna comparable a la que asegura que existe una abogada acreditada en las tertulias que, al parecer, no cobra por su trabajo a las “celebrities" que defiende. Habrá que creérselo, a ver por qué no, tanto como el hecho comprobado de que la mayoría de esos forenses mediáticos parece ser que son hoy día los togados que ganan más dinero en nuestros acosados tribunales. Cuando lo leí me acordé enseguida de que el abogado que defiende y mantiene a cuerpo de rey a Puigdemont, además de dirigir desde el ”exilio”, la estrategia del tele-separatismo, ya fue condenado en su día por estafa y hasta parece ser que fronterizo con la “ratio” terrorista, estremecido por la posibilidad de verlo en su día –“dies incertus an incertus quandum”—dirigiendo la........

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