En este sometido mundo, los espacios del hombre, al entrar en la era de la nuclearización, forman parte de su propia desaparición. Y no es sólo la carga de radiaciones lo que atemoriza y mata. Hoy existe múltiples aparatos para el establecimiento de la alienación y convertir la esperanza de gente en guiñapos. Al hombre vivo en hombre muerto.

Los años 40 vieron aparecer el mundo bombas. Y el 6 y 9 de agosto se lanza sobre Hiroshima y Nagasaki, el arma de destrucción atómica. La muerte masiva y desconocida, obligó a la rendición. Y Truman anuncia el fin de la llamada II Guerra Mundial.

Desde entonces la posesión de este tipo de arma es esencial para calificar como potencia capaz de ejercer su poder omnímodo. Un componente que está presente en toda la historia imperial. En la post guerra mundial, se toma el camino del sometimiento-muerte en espacios específicos. Y como se sabe, el triunfador cuenta con las mayores fuerzas para matar ‘de acuerdo a las leyes de la guerra’. Y visto así, no se trata de asesinatos, ‘sino del derecho que tiene el más fuerte de vencer y aniquilar al más débil’.

Por esto, lo que conocemos como humanidad tiene su componente esencial en la permanencia de las guerras. La sucesión de imperios basa su hegemonía en su poder de fuego, guerras ganadas y asesinatos producidos. En cada caso, el poder económico está respaldado por la estructura bélica. Un modo de producción y de imposición-dominación unido a lo bélico como garantía del sometimiento.

Y debatir sobre la posibilidad de guerra nuclear, dada la existencia del armamento en Rusia, EEUU, China, Francia, Reino Unido, Pakistán, India y Corea, nos lleva a un álgido tema de la historia de nuestra ‘cuasi humanidad’. Porque, la defensa hoy de un imperio con armamentos nucleares, significaría la destrucción del mundo y su gente sin distingo ni excepciones.

Por ello, la guerra-asesinato de los imperios se limita hoy a espacios determinados como Rusia-Ucrania e Israel-Gaza. Y hasta esta hora no está prevista una acción nuclear. Pero el clima de destrucción creado, con todos los demás elementos para aniquilar a nivel social y mental-humano, ya producen el efecto muerte.

Sancho, ¡Este mundo está controlado y pisoteado por las ‘bombas nucleares’ que convierten, con las armas de la máxima destrucción, al aspirante a gente-humanidad en agente de su propia destrucción!