No vivimos los mejores momentos en esta época de la llamada sociedad de la información. Cuando no se conjuga la verdad con el derecho a recibir información y esa necesidad humana de comunicar para que cualquier hombre o mujer entienda lo que otro u otra dice o hace, así como la de percibir, reconocer o rechazar lo que ocurre, es porque la información no se realiza conforme a un derecho, hoy abierto no sólo a los tradicionales medios de comunicación, sino también al mundo de la cibernética y de la digitalización que, incluso, ya sientan las bases de una teoría de la comunicación artificial. Esto último, gracias a ese sorprendente desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación que han generado lo bueno en cuanto a su significado de bien fundamental para los nuevos cambios en las relaciones humanas, pero catastrófico por esa información sin ética que penetra impunemente en la población global.

Ante este panorama es difícil entender lo que podría ser una verdadera comunicación en los tiempos venideros, sus efectos e implicaciones en la vida de los seres humanos y la ética ante poderosas tecnologías. Por más que la ley le guarde protección al derecho humano de comunicar, el hombre y la mujer se encuentran indefensos ante esa arremetida de grupos poderosos y sectores transnacionales de ese “complejo militar-industrial” que utilizan la información para desnaturalizar la verdad y hacer la guerra en vez de cultivar la paz. Sólo informan para gobernar a la opinión pública y manipularla. Es la historia humana convertida cada vez más -tal como se ha dicho- en una carrera entre la comunicación y la catástrofe. Ahí están los ejemplos de esos manejos informativos que convierten con la “noticia basura” un genocidio en una guerra, un niño en un objetivo militar, un pueblo digno como el palestino en una fuerza terrorista al que sólo le es aplicable el derecho penal del enemigo para despojarlo de la categoría de ciudadanos. Es la degradación de la información por los grupos poderosos que imponen la información falsa como verdadera.

Hoy más que nunca existe la necesidad de democratizar la información ante el monopolio de su producción, cual dañina y devastadora. Es la crisis que genera la información en estrecha relación con los que detentan el poder y el monopolio de la misma que castiga el pluralismo y niega las necesidades de los pueblos. Es el pecado de la información.

QOSHE - El pecado de la información - Beltrán Haddad
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El pecado de la información

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09.12.2023

No vivimos los mejores momentos en esta época de la llamada sociedad de la información. Cuando no se conjuga la verdad con el derecho a recibir información y esa necesidad humana de comunicar para que cualquier hombre o mujer entienda lo que otro u otra dice o hace, así como la de percibir, reconocer o rechazar lo que ocurre, es porque la información no se realiza conforme a un derecho, hoy abierto no sólo a los tradicionales medios de comunicación, sino también al mundo de la cibernética y de la digitalización que, incluso, ya sientan las bases de una teoría de la comunicación artificial. Esto........

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