El futuro ya no es lo que era. El título de aquella comedia en la que Dani Rovira hacía de adivino podría encabezar el último informe del Consejo de la Juventud sobre la edad de emancipación de los jóvenes españoles. Lo apodan "la maldición de la eterna juventud". Un trabajo que sitúa el abandono de la casa paterna en los 30,3 años de media, lo que indica que hay muchos adultos por encima de los 40 años apalancados con los padres porque sus condiciones económicas no se lo permiten o porque se han acomodado al confort que les proporcionan sus progenitores y prefieren gastarse el dinero en pasarlo bien a montarse la vida por su cuenta. Se calcula que ahora mismo hay en España seis millones de hogares donde tienen a sus hijos talludos en casa incluso aunque estos trabajen.

Al margen de quienes le echan cara alargando cuanto pueden su adolescencia para seguir gozando de los servicios gratuitos prestados por papá y mamá, no resulta fácil escapar de esa tentación con un mercado laboral tan marcado por la precariedad en las etapas iniciáticas y sobre todo por los altos costes de la vivienda, especialmente en las grandes ciudades.

La primera opción para independizarse es la de compartir piso con amigos o compañeros de trabajo, pero incluso esa solución, que no permite disfrutar de un espacio personal, resulta muy cara salvo que se busquen alojo en municipios del extrarradio, lo que suele conllevar un gasto añadido en tiempo y transporte. El alquiler de una habitación de 10 metros cuadrados en los distritos del interior de la M-30 en Madrid puede alcanzar los 700 euros al mes, y para alquilar un apartamento pequeño en el que vivir solo un joven que empieza tendría que gastar el 93% de su sueldo como término medio.

En un país con estos precios y donde las administraciones apenas han fomentado la vivienda de alquiler social, la mejor alternativa sería comprar una casa, lo que resulta inviable de no contar con un capital inicial que cubra al menos el 20% del coste total de la propiedad. Y ahí es donde vuelve a aparecer la figura paterna que pueda o no ayudar en esa inversión preliminar e incluso avalar con su propia vivienda la hipoteca de sus hijos, lo que no le recomendaría ni a mi peor enemigo.

No hay magia que valga, la única forma de facilitar el acceso de los jóvenes a la vivienda para favorecer una emancipación más temprana es la creación de un extenso parque de vivienda pública de alquiler. Hay distintas fórmulas de cooperación público-privada experimentadas en Europa que permiten llevar a cabo grandes promociones con un coste razonable. Con que la Administración ponga el suelo y los avales, los promotores inmobiliarios estarían ya en condiciones de ofrecer vivienda de alquiler a bajo precio.

En cuanto a la precariedad laboral de los jóvenes hay mucho por hacer, empezando por tomar conciencia de la cruel realidad. El más claro exponente de esta es que hoy en día en España uno de cada tres padres mayores de 60 años sigue ayudando económicamente a sus hijos para que logren llegar a fin mes. Según los datos de la Fundación BBVA, los progenitores les suelen hacer la compra, pagarles recibos de luz o del agua, sufragar el colegio de los nietos o directamente pasarles dinero en metálico.

Lo que dibuja el informe es una generación muy dependiente de la anterior hasta edades avanzadas. La cultura familiar, tan arraigada en nuestro país, ha convertido esa red en un soporte social imprescindible para evitar situaciones de marginalidad, pero semejante dependencia no es lo deseable. Esa juventud eterna es una gran frustración.

QOSHE - Maldita juventud eterna - Alejandro Tobalina
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Maldita juventud eterna

6 0
19.01.2024

El futuro ya no es lo que era. El título de aquella comedia en la que Dani Rovira hacía de adivino podría encabezar el último informe del Consejo de la Juventud sobre la edad de emancipación de los jóvenes españoles. Lo apodan "la maldición de la eterna juventud". Un trabajo que sitúa el abandono de la casa paterna en los 30,3 años de media, lo que indica que hay muchos adultos por encima de los 40 años apalancados con los padres porque sus condiciones económicas no se lo permiten o porque se han acomodado al confort que les proporcionan sus progenitores y prefieren gastarse el dinero en pasarlo bien a montarse la vida por su cuenta. Se calcula que ahora mismo hay en España seis millones de hogares donde tienen a sus hijos talludos en casa incluso aunque estos trabajen.

Al margen de quienes le echan cara alargando cuanto pueden su adolescencia para seguir gozando........

© 20 minutos


Get it on Google Play