En los carteles del martes 30 habían puesto el nombre de amnistía. El festejo iba a comenzar a las tres en punto de la tarde. Media hora antes todo era bullicio en el patio de cuadrillas. Los periodistas mejor informados auguraban la derrota del dictamen elevado por la Comisión de Justicia que debería ser sometido a una votación nominal por llamamiento y que solo quedaría aprobado, dado que se trata de una ley orgánica, si sumara mayoría absoluta, es decir, al menos 176 escaños.

Se descartaban acuerdos de último minuto, como los alcanzados en la convalidación de los decretos leyes, mediante los cuales el PSOE pasara a aceptar cualquiera de las enmiendas que habían llegado vivas a la sesión porque, aún rechazadas por los comisionados, exhibían el número de votos suficiente que marca el reglamento. Tampoco se tenían noticias de qué otras transferencias podrían entregarse a la Generalitat para calmar la insaciabilidad de los indepes a cambio de su alineamiento. Se observaba que había cambiado el aire y también las expectativas, en función de las cuales se configuran las actitudes.

En todo caso, las negras expectativas del martes acabaron reflejándose en el torvo semblante de los diputados y sucede, como escribe El Roto en Parpadeos, que "una expresión facial tercamente mantenida ya no es una expresión facial, sino una careta" o, mejor, un careto como el que lucían los uncidos al gobierno de coalición progresista al concluir la sesión del martes. Llegados aquí conviene proceder como los aficionados taurinos o futboleros que solo comprenden el espectáculo que han presenciado con pasión después de haber leído las crónicas que les han dedicado los periódicos del día siguiente. Por eso, cuando un diario ajeno a la fachosfera titula en primera a cuatro columnas Junts paraliza la amnistía al negarse el PSOE a más cesiones cunde la confusión. Porque ¿de dónde extraen los cronistas que el PSOE haya hecho cesión alguna cuando la pedagogía gubernamental nos ha enseñado que nunca las hubo porque todo han sido avances en pro del reencuentro, de la reconciliación, del abrazo en el anverso de las provocaciones sin sentido de los peperos que les antecedieron a las que dieron su merecida respuesta en forma de referéndum y proclamaciones de independencia?

Algunos antecedentes pueden ser esclarecedores. Por ejemplo, el del pleno del Congreso de los Diputados a la altura de septiembre, que hubo de celebrarse en la sede del palacio del Senado por necesidades del guion o, mejor, de las reparaciones emprendidas dentro del hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. En el orden del día de aquella sesión figuraba la reforma del reglamento de la Cámara para regularizar el uso de las lenguas cooficiales. Pero, adelantándose al acuerdo que iba a ser adoptado, ya desde el inicio de la sesión los portavoces de los grupos nacionalistas catalanes -Esquerra y Junts-, vascos –EH Bildu y PNV- y el gallego del Bloque, se valieron de sus lenguas propias. Cada uno consumió un turno de elogio a su idioma y todos coincidieron en manifestar con sinceridad, sin ocultamiento alguno, que el uso de las lenguas vernáculas era un paso más en el proyecto irrenunciable de construcción nacional al que dedican sus permanentes afanes.

Después de este despliegue en favor de los particularismos, cuya suma ofrece la pluralidad que se predica, nadie subió a la Tribuna en defensa de lo que nos ha unido a todos desde hace algunos siglos. Entonces, apuntaba un buen amigo periodista, si los particularismos divisivos tienen defensores incansables mientras el factor común que compartimos es incapaz de suscitar un solo turno en su defensa, ¿qué futuro cabe predecir que le aguarda a la unidad? En esta situación, que el Consejo de Ministros del martes haya remitido un acuerdo sobre la conservación de las poblaciones de murciélagos en Europa, no deja de ser un alivio, habida cuenta de las colonias de quirópteros en Quintos de Mora. Atentos

QOSHE - Insaciables - Arancha Serrano
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01.02.2024

En los carteles del martes 30 habían puesto el nombre de amnistía. El festejo iba a comenzar a las tres en punto de la tarde. Media hora antes todo era bullicio en el patio de cuadrillas. Los periodistas mejor informados auguraban la derrota del dictamen elevado por la Comisión de Justicia que debería ser sometido a una votación nominal por llamamiento y que solo quedaría aprobado, dado que se trata de una ley orgánica, si sumara mayoría absoluta, es decir, al menos 176 escaños.

Se descartaban acuerdos de último minuto, como los alcanzados en la convalidación de los decretos leyes, mediante los cuales el PSOE pasara a aceptar cualquiera de las enmiendas que habían llegado vivas a la sesión porque, aún rechazadas por los comisionados, exhibían el número de votos suficiente que marca el reglamento. Tampoco se tenían noticias de qué otras transferencias podrían entregarse a la Generalitat para calmar la insaciabilidad de los indepes a cambio de su alineamiento. Se observaba........

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