La pasada semana fue prolija en noticias relacionadas con los dos conflictos que vienen ocupando el espacio informativo: desde hace ya más de dos años, el de Ucrania y Rusia; y 200 días, el de Israel y Hamás.

Comencemos por Israel y Hamás y su posible escalada. Ya se sabe que la verdad es la primera víctima de la guerra, lo decía Esquilo, que además de dramaturgo fue soldado, hace 2.500 años. Independientemente de lo que unos dicen y otros callan, lo cierto es que algo ocurrió el pasado 18 de abril en las proximidades de Isfahán (Irán), y tuvo que ver con una base aérea y la destrucción de un sistema de defensa aérea (radar de alerta y control) allí ubicados y que protegen las instalaciones nucleares de Natanz. Pendientes de una improbable evaluación independiente de daños, oficialmente fueron unos drones lanzados desde dentro de Irán por elementos terroristas que fueron derribados por la defensa iraní.

Sea como fuere, y siguiendo la navaja de Ockam, también conocido como principio de parsimonia, "la explicación más simple es la más probable". Israel demostró —sin atribuírselo— que tiene voluntad, capacidad y medios para alcanzar objetivos críticos en territorio iraní, independientemente de si están o no protegidos. La respuesta iraní fue equivalente a "no hay nada que comentar porque nada ha ocurrido", así que no procede escalar mediante una represalia "devastadora". Israel muestra contención, Irán exhibe músculo para consumo local sin comprometerse a más, y los mercados financieros y de materias primas parecen agradecer el resultado recuperando la normalidad perdida; ya se sabe que no hay nada más cobarde que el dinero. Entretanto, Israel incrementa las acciones de combate en Cisjordania y se prepara para actuar contra Rafah en una operación que se adivina compleja y peligrosa.

Netanyahu parece vincular su futuro y el de su gabinete a una improbable victoria final con rescate de rehenes incluido

Parece que, por el momento, se ha conjurado la amenaza de enfriamiento de relaciones de Israel con Estados Unidos y otros países a raíz del apoyo contra el ataque de Irán, pero es un deseo más que una realidad. Si la campaña en Cisjordania y Gaza escala, la presión interna tanto en Israel como en Estados Unidos y resto de amigos y aliados tendrá consecuencias imprevisibles sobre el futuro de Israel. Netanyahu parece vincular su futuro y el de su gabinete a una improbable victoria final con rescate de rehenes incluido en contra de una opinión pública israelí cada vez más polarizada.

Entre Ucrania y Rusia hay diferentes puntos de vista según se atienda a la batalla terrestre en la que Rusia presiona en múltiples direcciones con éxitos locales, aunque limitados a lo largo de gran parte del frente de combate. Parece que concentra su esfuerzo en dos áreas más definidas: consolidar todo el óblast de Donetsk intentando conquistar Chasiv Yar y, según declaraciones del ministro de exteriores Lavrov, asegurar en el futuro Járkov para crear una zona colchón. La batalla en profundidad se está librando con misiles y drones sobre la red eléctrica ucraniana y sobre las refinerías, depósitos e instalaciones eléctricas rusas, con destrucciones importantes confirmadas por ambas partes.

Elemento común a ambos conflictos es el paquete de ayudas que ha aprobado la Cámara de representantes de Estados Unidos, inyección importantísima de fondos para Taiwán, Ucrania e Israel. En concreto, 26.000 millones de dólares para Israel (reponer stocks y adquirir nuevos sistemas de armas y municiones) y casi 61.000 millones de dólares para Ucrania, aunque con determinadas partidas asignadas a finalidades diferentes a la compra de armamento: 23.000 millones directamente a empresas estadounidenses para reponer las carencias del Pentágono fruto de las sucesivas entregas a Ucrania, y 14.000 millones de dólares en concepto de apoyo a la formación del ejército, equipamiento básico y pago de salarios. Dentro del paquete hay un préstamo condicionado -a devolver- por un importe de 10.000 millones de dólares que tienen como finalidad expresa el apoyo a la reconstrucción del sector energético y la infraestructura viaria. El mensaje es claro: ambos conflictos interesan a Estados Unidos, que se implica en ellos mediante su apoyo diplomático, su financiación y asistencia militar en áreas no relacionadas con el enfrentamiento directo (inteligencia, logística o apoyo a la formación).

El horizonte de financiación no supone un cambio sustancial a corto plazo, falta la aprobación del Senado de Estados Unidos y la firma de su presidente para hacer efectiva la financiación. En el mejor de los casos, puede verse algún efecto en el plazo de un mes; no obstante, algunas necesidades críticas no podrán ser satisfechas porque, al no existir stocks disponibles, deben de entrar en procesos de fabricación, lo que significa mayores plazos de entrega.

La batalla en profundidad se está librando con misiles y drones sobre la red eléctrica ucrania, y sobre las refinerías, depósitos e instalaciones eléctricas rusas

Parece muy probable que, en los próximos días, Rusia intensifique el alcance e intensidad de sus acciones intentando lograr una ventaja adicional antes de que el previsto refuerzo a Ucrania esté disponible y en condiciones de ser distribuido. Ucrania le hace frente a una temporada muy dura en tanto no complete el reclutamiento necesario, organice nuevas unidades, las adiestre y equipe y las coloque en disposición de ser empleadas operativamente.

Créditos que traen esperanzas de resistencia, la posibilidad de detener el empuje ruso y estabilizar el frente. Llegar vivo y en condiciones de negociar a la cumbre de paz en Suiza el próximo junio que buscará alcanzar algún acuerdo de alto el fuego que permita comenzar a entrever el fin de un conflicto que es un desastre para todos y que amenaza con perpetuarse.

QOSHE - Crédito y esperanzas: el futuro de la guerra en Ucrania y Gaza - Francisco Gan Pampols
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Crédito y esperanzas: el futuro de la guerra en Ucrania y Gaza

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23.04.2024

La pasada semana fue prolija en noticias relacionadas con los dos conflictos que vienen ocupando el espacio informativo: desde hace ya más de dos años, el de Ucrania y Rusia; y 200 días, el de Israel y Hamás.

Comencemos por Israel y Hamás y su posible escalada. Ya se sabe que la verdad es la primera víctima de la guerra, lo decía Esquilo, que además de dramaturgo fue soldado, hace 2.500 años. Independientemente de lo que unos dicen y otros callan, lo cierto es que algo ocurrió el pasado 18 de abril en las proximidades de Isfahán (Irán), y tuvo que ver con una base aérea y la destrucción de un sistema de defensa aérea (radar de alerta y control) allí ubicados y que protegen las instalaciones nucleares de Natanz. Pendientes de una improbable evaluación independiente de daños, oficialmente fueron unos drones lanzados desde dentro de Irán por elementos terroristas que fueron derribados por la defensa iraní.

Sea como fuere, y siguiendo la navaja de Ockam, también conocido como principio de parsimonia, "la explicación más simple es la más probable". Israel demostró —sin atribuírselo— que tiene voluntad, capacidad y medios para alcanzar objetivos críticos en territorio iraní, independientemente de si están o no protegidos. La respuesta iraní fue equivalente a "no hay nada que comentar porque nada ha ocurrido", así que no procede escalar mediante una represalia "devastadora". Israel muestra contención, Irán exhibe músculo........

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