En 1913, cuando Winston Churchill era el lord del Almirantazgo, el mundo se encaminaba hacia la Primera Guerra Mundial. Quien disponía de la información suficiente la veía venir. Entre ellos, Churchill, que, en esos días y estando lejos de casa, escribió una carta a su mujer en la que reconocía su propio desajuste emocional ante el desastre que se avecinaba: «Todo tiende a la catástrofe y al colapso, pero estoy preparado y feliz. ¿No es horrible que te hagan así?». La guerra se acercaba y al humor negro de Churchill eso le resultaba apasionante.

En estos días, el presidente del Gobierno da muestras de algo que ya evidenció en años anteriores: una tendencia irrefrenable hacia las decisiones temerarias, como si, al igual que a Churchill, le hubieran hecho así. En descargo de Pedro Sánchez se podrá decir que esa temeridad casi siempre le ha devuelto buenos resultados. Por ejemplo, cuando triunfó con una moción de censura teniendo el PSOE solo 84 diputados de los 350 del Congreso.

Y ahora gobierna no por haber ganado las elecciones –las perdió–, sino gracias a un pacto –tan temerario como la moción de censura– con Sumar, Podemos, PNV, Bildu, ERC y hasta Puigdemont. Pero las actuaciones temerarias tienden a la acumulación y pueden rebosar el recipiente.

La duda de Moncloa es si la non nata ley de amnistía será la que rebose el recipiente de las temeridades presidenciales y eso provoque un tornado político que arrase con esta legislatura que apenas ha dado todavía sus primeros pasos. Porque las deudas a cambio de conseguir su aprobación empiezan a acercarse a lo impagable.

Sánchez ha llegado tan lejos que ya no puede volver y eso no suele acabar bien, así en política como en la vida. Siempre conviene tener la opción de recular para evitar un desastre, pero el presidente ha perdido ese margen. Se lo hurtó a sí mismo cuando se convenció de que la amnistía sería un logro más, como los indultos o como eliminar el delito de sedición. Pero el logro ha tornado en pesadilla, porque construir una arquitectura legal unipersonal, solo para Puigdemont, está resultando indigesto.

Muchos jueces tienen reparos, igual que muchos fiscales y muchos ciudadanos corrientes que nada tienen que ver con el mundo judicial. Hay dudas en las instituciones europeas y en la Comisión de Venecia, que hoy inicia su propia investigación en España. Pero el problema principal está en Waterloo. Sánchez todavía no ha conseguido convencer a Puigdemont de que vote a favor de una ley hecha exclusivamente para él, y que él lleva años exigiendo.

Es probable que Sánchez saque adelante la amnistía, pero esta vez los jirones políticos que se está dejando por el camino no resultarán gratuitos.

QOSHE - El alto coste de la amnistía - Noemi Martinez Martinez
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

El alto coste de la amnistía

9 0
08.02.2024

En 1913, cuando Winston Churchill era el lord del Almirantazgo, el mundo se encaminaba hacia la Primera Guerra Mundial. Quien disponía de la información suficiente la veía venir. Entre ellos, Churchill, que, en esos días y estando lejos de casa, escribió una carta a su mujer en la que reconocía su propio desajuste emocional ante el desastre que se avecinaba: «Todo tiende a la catástrofe y al colapso, pero estoy preparado y feliz. ¿No es horrible que te hagan así?». La guerra se acercaba y al humor negro de Churchill eso le resultaba apasionante.

En estos días, el presidente del Gobierno da muestras de algo que ya evidenció en años anteriores: una tendencia irrefrenable hacia las........

© 20 minutos


Get it on Google Play