CAMAGÜEY.- Basta un breve viaje al pasado para recordar aquella traumática experiencia: la culpa, la confusión. Algunas tuvimos en la puerta a mamá, esperándonos para saber el motivo de la ida apresurada hacia el baño. A otras las sorprendió en las aulas, sin más escapatoria que caminar entre las risas de los compañeros o amarrar un abrigo a la cintura.

“Mató el puerquito” y “ya es una mujer” resultan algunas frases —también mitos— cuando aparece la primera menstruación. Ahí empieza la roja carrera, que no es igual para todas, pero sobre la cual merecemos educación y apoyo.

La salud menstrual, como parte fundamental de la sexual y reproductiva, constituye un asunto de derechos humanos, igualdad de género y salud pública. Por ello, las instituciones encargadas de la educación de las niñas y adolescentes, sobre todo la escuela y la familia, deben enseñar la falsedad de algunos estigmas sociales relacionados con esta temática. Que si no podemos lavarnos el pelo con la regla, realizar deportes, que si se detiene el crecimiento… todos completamente falsos.

¿Por qué cargar solas con el impacto de la menstruación en nuestras vidas? Tampoco nos debemos esconder para hablar sobre esto. Si duele, sí hay que ir al médico; no es algo que debas soportar. Si te sientes preocupada por alguna irregularidad o dificultad asociada, hay que consultar a quienes saben. Las personas que menstrúan se enfrentan —aún en el siglo XXI— a obstáculos que frenan la realización de su salud menstrual, barreras y estereotipos dañinos que refuerzan los sistemas patriarcales.

En nuestro país, además de los retos vinculados a la educación, encontramos desafíos en el acceso a recursos: la carencia de agua en las instituciones escolares y en el hogar puede representar un problema extra; la falta de íntimas, copas, tampones u otros artículos necesarios o sus altísimos precios en el mercado informal. Si a eso le agregamos que varias mujeres ignoran cómo mantener una higiene adecuada durante la regla y formas alternativas para no mancharse, como las copas menstruales, el asunto empeora.

Y hablando de ellas… las copas menstruales vienen dando vueltas por Revolico hace unos cuantos años y por el mundo, todavía más. No obstante, muchas desconocen sus oportunidades. Este producto reutilizable de higiene femenina consiste en una copa pequeña y flexible, hecha de silicona, la cual se inserta en la vagina para colectar el líquido del período. Estas resultan más económicas, porque tienen una vida útil de diez años y unos cálculos “de bodega” nos permiten rápidamente estimar cuánto ahorramos durante ese tiempo según lo que gastamos en las llamadas íntimas.

También destacan sobre sus primos tampones o toallas sanitarias por su gran seguridad para la salud íntima y su mayor capacidad de retención de la sangre. Existen varias tallas y marcas, adaptadas a las necesidades y características de cada una. Y sí, son higiénicas, de hecho, se esterilizan entre períodos y lavan entre cada puesta. Además, contribuyen al cuidado del medio ambiente al evitar tantos desechos provocados por las íntimas y tampones.

Menos visibilizados en Cuba, se encuentran los discos menstruales. Estos tienen forma plana se colocan justo debajo del cérvix. Se distinguen porque permiten recopilar el flujo menstrual y mantener prácticas sexuales con penetración. Los discos resultan recomendables en casos de suelo pélvico debilitado, prolapso en grado leve y un cuello uterino corto. Tanto la copa como el disco muestran funcionalidades que se adaptan a la diversidad de los cuerpos. Ambos proveen una salud sexual plena libre de tóxicos y químicos.

Representan una alternativa muy útil, pero si una mujer no se siente cómoda con esto, debería tener opciones suficientes para acceder a los productos de higiene femenina. La realidad, más rica que cualquier “debería”, nos golpea con carencias en ese y otros sentidos. Sin embargo, la educación sexual y reproductiva constituye una urgencia que podemos promover desde los hogares, las familias y los medios de comunicación. La salud pública tiene la responsabilidad de hacer cumplir este derecho, crear conciencia sobre su importancia y derribar barreras y mitos.

Hablemos sobre la menstruación, nombrándola con todas sus letras –no se llama Andrés, el que viene cada mes ni la pelirroja-, despojémonos de tabúes. Cumplamos cada uno con el pedacito que nos corresponde para que las personas que menstruamos podamos decir y tener: ¡salud!

QOSHE - Arriba esas copas, ¡salud! - Legna María Caballero Pérez
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Arriba esas copas, ¡salud!

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07.04.2024

CAMAGÜEY.- Basta un breve viaje al pasado para recordar aquella traumática experiencia: la culpa, la confusión. Algunas tuvimos en la puerta a mamá, esperándonos para saber el motivo de la ida apresurada hacia el baño. A otras las sorprendió en las aulas, sin más escapatoria que caminar entre las risas de los compañeros o amarrar un abrigo a la cintura.

“Mató el puerquito” y “ya es una mujer” resultan algunas frases —también mitos— cuando aparece la primera menstruación. Ahí empieza la roja carrera, que no es igual para todas, pero sobre la cual merecemos educación y apoyo.

La salud menstrual, como parte fundamental de la sexual y reproductiva, constituye un asunto de derechos humanos, igualdad de género y salud pública. Por ello, las instituciones encargadas de la educación de las niñas y adolescentes, sobre todo la escuela y la familia, deben enseñar la falsedad de algunos estigmas sociales relacionados con esta temática. Que si no podemos lavarnos el pelo con la regla, realizar deportes, que si se detiene el crecimiento… todos completamente falsos.

¿Por qué cargar solas con el........

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