De él no existen fotos. De él no existe historia ni documentos sobre sus investigaciones. En los archivos oficiales no existe un sólo rastro sobre sus estudios. Nunca tuvo ni hizo un currículum. Nadie lo recuerda, sino yo, este pobre profesor que fue su alumno en el Instituto Pedagógico de Caracas (IPC). Algunos genios venezolanos murieron locos, otros se suicidaron. Ahí están los casos de Juan Manuel Cagigal, del sabio pintor Armando Reverón o José Antonio Ramos Sucre (quién se suicidó); podría decirse que el famoso investigador en medicina José Francisco Torrealba murió loco y hasta abandonado por el país todo. Un día le pregunté al sabio José Francisco Torrealba por qué se habría suicidado Ramos Sucre (a quien él conoció) y me contestó: "- Los locos no deben viajar". El poeta Ramos Sucre se suicidó en Suiza.

Mi hermano Argenis, que era un genio, se suicidó en San Juan de los Morros. A mí me avergonzó siempre ser lo que fui (un mero profesor universitario) siendo mi hermano Argenis mil veces superior que yo en cultura, en sabiduría y en desprendimiento humano, él, quien nunca hizo estudios oficiales en ningún lado. Mi hermano Argenis escribió más de cuarenta obras, nunca tuvo una propiedad, ni un título (ni siquiera pasó de primer año de bachillerato); nunca tuvo una casa, un carro o un sueldo, pero había leído bibliotecas enteras y dominaba varios idiomas.

Yo conocí al profesor José Vicente Ortiz, fue mi profesor en el Instituto Pedagógico de Caracas, un sabio que fue profesor de matemáticas en la Universidad de la Sorbona, y que andaba por Caracas como un mendigo, y casi todo el mundo lo catalogaba de loco. Recuerdo que en el Instituto Pedagógico de Caracas, IPC, una banda de malandros que se decían estudiantes, hicieron una campaña horrible y miserable contra el profesor Ortiz porque era muy exigente en las evaluaciones. Hasta le hicieron una huelga, escribiendo vulgaridades y hasta quemando cauchos y autobuses en la calle. Y entonces, las llamadas autoridades del Instituto decidieron despedirlo, y ninguna institución educativa nunca más quiso contratarlo como profesor.

Esos malandros del cuarto año de Matemáticas en el IPC que estaban próximos a graduarse y que veían en peligro sus títulos y estaban acostumbrados hasta pasar en los exámenes sin estudiar, empapelaron, digo, el Instituto Pedagógico con insultos asquerosos. Entonces me uní al compañero de estudios Alfredo Zavala para enfrentar a esos canallas "estudiantes" que estaban atacando a un genio matemático como el profesor José Vicente Ortiz. Con más de uno de aquellos hijos de putas nos caímos a puñetazos, y logramos destrozar gran parte de aquellos miserables insultos con los que empapelaron paredes del IPC. Luego, insólito, muchos de estos malandros lograrían hacerse profesores provocando en liceos y universidades verdaderos estragos morales.

Recuerdo que las notas que el maestro José Vicente ponía en los exámenes eran 0, 10 o 20 puntos, no existían para él notas intermedias.

Un día, en el año de 1979, en medio de grandes necesidades económicas, José Vicente le pidió trabajo al jefe del Departamento de Matemáticas de Universidad de Oriente, y cuando éste le dijo que le mandara su currículo y algunos documentos para buscarle una plaza, Ortiz le contestó de manera violenta y severa que él no tenía ni siquiera cédula de identidad y que él era un hombre que no necesitaba justificarse con papeles porque podía demostrar ante cualquiera que dominaba ampliamente áreas del conocimiento en Álgebra, Cálculo, Variable Compleja, etc. Y no volvió a insistir …

Durante mis estudios en el Instituto Pedagógico de Caracas tuve oportunidad de conocer al sabio matemático, José Vicente Ortiz, mi profesor en Variable Compleja y Álgebra. Trabé amistad con este hombre realmente "intratable", quien ya estaba algo loco y alcoholizado. José Vicente Ortiz, en 1966, llegó a Caracas totalmente desorientado después de haber sido durante 17 años profesor en la Sorbona. Por su condición de sabio de difícil trato por su manera de decir sus verdades, nadie lo quería emplear como profesor. En la Escuela de Matemática de la UCV, lo rechazaron por agresivo y grosero hasta que el Director del Departamento de Matemáticas del Instituto Pedagógico de Caracas, el profesor José Alejandro Rodríguez, le tendió una mano, lo ayudó.

José Vicente Ortiz se entregó a la bebida y vivía neurasténico, maldiciendo a medio mundo. Todo para él en este país era una mierda. Y si alguien se le acercaba para saludarlo hasta lo insultaba. Si iba a buscar trabajo en una universidad terminaba diciendo que allí todos eran burros, ignorantes y vagos. En la Escuela de Matemática de la UCV no lo podían ver ni de lejitos. Cuando nos comenzó a dar Álgebra, el primer día, en Segundo Año en el Pedagógico, al ver el programa de estudio, nos dijo a bocajarro a los estudiantes: "- ¿Quién habrá sido el animal que hizo este programa?". Pero todos lo recordamos haciendo genialidades en el pizarrón, y quedándose a resolver problemas hasta la media noche, para él el estudio carecía de horario. Él no conocía de días de descanso, de vacaciones, era un investigador nato. En una ocasión, y aquellos tiempos, se presentó con un aparato que era una especie de computadora que él había construido.

Un día (1967), insistiré en ello, cuando iba a clases, observé que prácticamente toda la avenida Páez estaba congestionada, se trataba de una gran tranca de vehículos por una protesta que había en el Pedagógico. Como pude llegué a pie hasta el IPC, cruzando calles con "barricadas" y cauchos quemados. Se trataba de una protesta estudiantil, y ya las bombas lacrimógenas tenían infestado todo el sector. Me entero que la protesta es de los estudiantes del cuarto año de matemáticas (yo estudiaba segundo año) que pedían la expulsión del profesor José Vicente Ortiz. La razón de la protesta era porque José Vicente era muy estricto, y estos estudiantes del último nivel veían en peligro su graduación. Recuerdo, que junto con el estudiante Alfredo Zavala, nos dirigimos a enfrentar a estos miserables "estudiantes", quienes estaban luchando por una supuesta reivindicación estudiantil. Ésta consistía en que prácticamente se les tenía que regalar el título mediante exámenes golillas, a lo cual, por supuesto, se oponía severamente este genio venezolano de las matemáticas. Era de horror ver, cómo tantos profesores delincuentes salían graduados del IPC, para luego ir a impartir sus mediocres "conocimientos" en Liceos e institutos privados, maleando y torciendo la moral, los valores más sagrados, de tantos jóvenes de nuestro país. Esa fue una época muy triste, porque de un año de estudio apenas si se cumplían tres meses de clases. De allí que tuvimos una generación bastante maltratada desde el punto de vista de la consciencia y del verdadero amor por el estudio. Nunca estuve de acuerdo con huelgas ni paros en liceos y universidades. Eso siempre me pareció la peor aberración y la mayor estupidez, que de hecho tenían que ir contra aquellos quienes lo protagonizaban.

En varias ocasiones me encontré a José Vicente en Sabana Grande; él le tenía gran aprecio y amistad a Orlando Araujo, y a ambos se les podía ver con frecuencia, en el desaparecido "Chiken Bar", departiendo en francés. Cuando los veía, saludaba a José Vicente de lejos. No me le acercaba, porque bien sabía, que le tenía una demencial arrechera a todos los que habían pasado por el Pedagógico de Caracas. En una ocasión al saber que había sido su estudiante en el IPC, se enfureció, lanzó mil rayos y maldiciones, y hube de hacer esfuerzos tremendos para no responderle y aguantar el chaparrón.

José Vicente Ortiz, nació en la Charneca. Era de una familia muy pobre, y en los años sesenta asistía a clases de matemáticas en la UCV, sin siquiera ser bachiller. Quien descubrió el extraordinario talento matemático de José Vicente fue el profesor Raimundo Chela, miembro fundador de la Facultad de Ciencias de la UCV. Raimundo le recomendó que hiciera lo posible por irse a Francia, y sin pensarlo mucho aquel muchacho de la Charneca, con lo poco que tenía se fue a París. Y terminó siendo profesor de la Sorbona. En parís se casó con una francesa, la cual se trajo a Venezuela en 1967. Su mujer no pudo soportar la vida de su marido y regresó a su país. Debo aclarar, que en Estados Unidos o Francia, si una persona muestra talento en alguna área del conocimiento, lo pueden hacer doctor sin tener que tenga que pasar por una escuela o universidad.

Cuando en 1982, estuve trabajando en la UDO, pregunté al Jefe de Posgrado en Matemática, qué sabía de José Vicente Ortiz y éste me contó, que en una ocasión le llamó desde Caracas para que le consiguiera un trabajo, pero como este profesor le pidiera que le enviara su currículo, José Vicente le mentó la madre. Y hasta ahí. Cuatro años después me enteré que a José Vicente Ortiz lo encontraron muerto por los lados del Nuevo Circo. Vivía como un mendigo, deambulando por Caracas. Siempre me pareció un personaje como aquel matemático Juan Manuel Cagigal.

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José Vicente Ortiz, genio matemático desahuciado, loco e indigente, en la Caracas de los ochenta…

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10.02.2024

De él no existen fotos. De él no existe historia ni documentos sobre sus investigaciones. En los archivos oficiales no existe un sólo rastro sobre sus estudios. Nunca tuvo ni hizo un currículum. Nadie lo recuerda, sino yo, este pobre profesor que fue su alumno en el Instituto Pedagógico de Caracas (IPC). Algunos genios venezolanos murieron locos, otros se suicidaron. Ahí están los casos de Juan Manuel Cagigal, del sabio pintor Armando Reverón o José Antonio Ramos Sucre (quién se suicidó); podría decirse que el famoso investigador en medicina José Francisco Torrealba murió loco y hasta abandonado por el país todo. Un día le pregunté al sabio José Francisco Torrealba por qué se habría suicidado Ramos Sucre (a quien él conoció) y me contestó: "- Los locos no deben viajar". El poeta Ramos Sucre se suicidó en Suiza.

Mi hermano Argenis, que era un genio, se suicidó en San Juan de los Morros. A mí me avergonzó siempre ser lo que fui (un mero profesor universitario) siendo mi hermano Argenis mil veces superior que yo en cultura, en sabiduría y en desprendimiento humano, él, quien nunca hizo estudios oficiales en ningún lado. Mi hermano Argenis escribió más de cuarenta obras, nunca tuvo una propiedad, ni un título (ni siquiera pasó de primer año de bachillerato); nunca tuvo una casa, un carro o un sueldo, pero había leído bibliotecas enteras y dominaba varios idiomas.

Yo conocí al profesor José Vicente Ortiz, fue mi profesor en el Instituto Pedagógico de Caracas, un sabio que fue profesor de matemáticas en la Universidad de la Sorbona, y que andaba por Caracas como un mendigo, y casi todo el mundo lo catalogaba de loco. Recuerdo que en el Instituto Pedagógico de Caracas, IPC, una banda de malandros que se decían estudiantes, hicieron una campaña horrible y miserable contra el profesor Ortiz porque era muy exigente en las evaluaciones. Hasta le hicieron una huelga, escribiendo vulgaridades y hasta quemando cauchos y autobuses en la calle. Y entonces, las llamadas autoridades del Instituto decidieron despedirlo, y ninguna institución educativa nunca más quiso contratarlo como profesor.

Esos malandros del cuarto año de Matemáticas en el IPC que estaban próximos a graduarse y que veían en peligro sus títulos y estaban acostumbrados hasta........

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