Transformado desde las semifinales. Aunque hoy parezca increíble, Simone Inzaghi llegó a estar discutido en el Inter de Milán no hace tanto tiempo, con fuertes rumores de una posible destitución. Mediada la segunda vuelta de la Serie A 22-23, el equipo estaba ya descartado en una pelea por el título que comandaba con gran comodidad el Nápoles, e incluso la plaza para participar en la siguiente Champions League estaba en duda. Sin embargo, coincidiendo con la semifinal de la máxima competición europea ante el rival ciudadano, el AC Milan, la escuadra nerazzurra se transformó. Le pasó por encima al conjunto de Pioli e incluso rozó el título en la final de Estambul. Con la exhibición en el derbi empezó una buena dinámica que le permitió asegurar la tercera posición en la liga y levantar la Coppa de Italia. Esta reacción llevó a Inzaghi no sólo a salvar su puesto de trabajo, sino incluso a renovar su contrato en septiembre hasta junio de 2025. Con la confianza que le dio el final de la pasada temporada, el nuevo curso lo empezó a toda velocidad y ahora lidera la presente Serie A con nueve puntos de ventaja con respecto al segundo clasificado habiendo jugado incluso un partido menos. Su momento de forma es extraordinario: ha marcado cuatro goles en cada uno de sus dos últimos encuentros (el del viernes ante la Salernitana y el anterior en el campo de la Roma), lleva ocho victorias consecutivas si sumamos todas las competiciones (seis en liga y dos en la Supercoppa) y no pierde desde que lo hiciera, con muchos suplentes en el once, en diciembre ante el Bolonia en octavos de final de Coppa.
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Thuram ha encajado a la perfección. Inzaghi sigue usando el mismo esquema 3-5-2 con el que llegó al cargo —y que ya era el que utilizaba su antecesor, Antonio Conte—. Con un Lautaro Martínez enrachado desde su vuelta tras el Mundial de Qatar —esta temporada, sin ir más lejos, lleva ya 23 tantos, veinte de ellos en liga—, las marchas de Romelu Lukaku y Edin Dzeko en verano podían suponer un contratiempo de grandes dimensiones, y sin embargo la dirección deportiva lo supo gestionar a la perfección. El belga formaba una dupla muy bien compenetrada con el argentino, y una vez quedó claro que no volvería a vestir la camiseta del Inter tras flirtear con la Juventus y acabar en la Roma, el club se encomendó a Marcus Thuram, al que había firmado libre procedente del Borussia Mönchengladbach en el inicio del mercado anticipándose a la situación. Era una apuesta arriesgada porque el hijo del exdefensor del Barcelona había actuado en sus inicios en Alemania partiendo desde la banda, registrando cifras de anotación claramente inferiores a las de Lukaku —salvo en su último año, cuando definitivamente le acercaron al área y explotó su talento goleador—. A día de hoy, su fichaje ya se considera un gran acierto: lleva diez goles en la Serie A y siete asistencias, entendiéndose maravillosamente con la gran figura del equipo.
Otros dos fichajes en el once. Con respecto al equipo que perdió la final de Estambul, otras dos caras nuevas llegadas en verano se han afianzado en la alineación titular: el portero Yann Sommer y el central Benjamin Pavard. El guardameta suizo ha hecho olvidar a un André Onana que ha vivido meses complicados en el Manchester United, y el francés le ha permitido a Inzaghi devolver a Darmian a la posición de carrilero. Tanto él como Dimarco en el otro costado —un jugador de una tremenda influencia ofensiva— deben regresar hoy al equipo después de descansar frente a la Salernitana.
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