Tres de LaLiga, dos de la Premier, dos de la Bundesliga y uno de la Ligue 1. Así se presenta el bombo para los cuartos de final de la Champions, lo que da para repetir aquello que dijo Laporta a las peñas en días de arranque de su primer feliz mandato: “Al loro, que no estamos tan mal”. Es costumbre hacer de menos entre nosotros LaLiga, quizá por añoranza de los tiempos en que teníamos a los ya periclitados Messi y Cristiano, quizá porque Florentino extiende su descontento con Tebas hasta donde puede, que es mucho, y quizá también porque hablar mal de lo nuestro es algo muy nuestro. Pero hoy tenemos tres en el bombo.

Y no sólo eso, sino cuatro entrenadores españoles, los cuatro con un paso más o menos intenso en el Barça. Intensísimo en los casos de Guardiola y Xavi, entre los que se está creando un vago antagonismo que ya se dio en los inicios del segundo como jugador y que ahora vuelve a pesarle en estas sus primeras armas serias como entrenador. Menos intenso, pero fuerte, en el caso de Luis Enrique, también jugador y entrenador del Barça, aunque sin el pedigrí de pureza culé de los otros. Y muy pasajero en el caso de Arteta, donostiarra que pasó por la cantera del Barça sin dejar mayor sello. Su prestigio como jugador y entrenador lo ganó en la Premier.

En todo caso nuestra marcada presencia en la élite hace del sorteo un acontecimiento. Hay brujas en ese bombo. Está, por un lado, la posibilidad de enfrentamiento entre españoles, que si se diera con el Barça y el Atlético tendría como fondo la disputa por una plaza en el Mundial de Clubes 2025. Está Guardiola, que pone de los nervios al Madrid y despierta sin poder evitarlo el recelo de Xavi. Está Mbappé, una mina vagante, como alude a él Valdano, con la que nadie quiere rozarse. Y está el Bayern, ese ogro de leyenda. Quedan Arsenal y Borussia, pero sólo son dos y los nuestros tres, así que estemos preparados para cualquier sobresalto.

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