Contra el señor Scrooge (el Grinch de los viejunos) que todos llevamos dentro y que estas fechas no para de rondarnos, el mensaje de esperanza de un futbolista. Y no, no es el anuncio de un patrocinador, ni un brindis con gorrito de papá Noel en las redes sociales de su equipo. Es una pequeña historia con final feliz, un cuento de Navidad donde parecía que solo había un tipo con talento que saltaba al campo domingo tras domingo dispuesto a hacer su trabajo sin mayor preocupación para cobrar a fin de mes.

Hasta ahora, Isaac Palazón Camacho, Isi para todos, era un diablillo en el campo, un jugador por el que merecía la pena ver jugar al Rayo, aunque siempre tuviese la mala idea de ganarle una y otra vez a mi Espanyol. A pesar de su manía de marcarnos un golazo en casi cada visita a Cornellà, tengo debilidad por Isi, icono de jugador de barrio, de héroe de partidos con los jerseys como porterías en la plaza del pueblo, un futbolista de Cieza que se curró su carrera a golpe de esfuerzo y talento, que pasó por el Real Murcia y la Ponfe antes de ascender con el Rayo y convertirse en uno de esos jugadores que todos los niños reconocen (por el juego y por su calvorota) y para el que pedimos un puesto en la Selección. La temporada pasada, la de su eclosión como uno de los mejores de la Liga, parecía seguir jugando como si estuviese divirtiéndose con los amigos, con los que incluso probó el penalti indirecto de Cruyff contra el Girona. Ni siquiera tras fallarlo intuimos que no todo era una vida en colores.

Y, sin embargo, “El año pasado no me sentía feliz: creía que me iba a dar un infarto y me iba a morir”. Cuando más debería estar gozando de su sueño cumplido, más sufría. Isi dijo basta y decidió hablar con su familia y acudir a un profesional de la salud mental. Pidió ayuda y la encontró. Reconocerlo es un paso vital: para eso están los cuentos. Justo cuando volvemos a caer en brazos de George Bailey en Qué bello es vivir para buscarle el sentido a estas fechas, Isi Palazón recupera sus alas y nos devuelve la esperanza. Qué bello es jugar al fútbol.

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