Por muy bueno que seas, no hay pan sin esfuerzo. La élite demanda sacrificio, corresponder a esa exigencia y ganarte oportunidades una y otra vez. Para Gorka Guruzeta (27 años) no fue fácil establecerse en el Athletic. No lo logró a la primera, pero sí a la segunda. Hay que agradecerle su persistencia y mirarlo realmente con los ojos que merece. En un Athletic excelente, con tantos nombres destacados en su plantilla, se ha manifestado como un delantero completísimo. Lo visible son sus goles, once ya en esta Liga, pero su magnitud alcanza a todos los registros del juego. Es obvio que Guruzeta sobresale también por su infatigable capacidad de vaciarse para sus compañeros. Sus apoyos entre líneas hacen mejores a los Williams, así como su labor oscura en la fase defensiva acentúa la extraordinaria actividad tras pérdida de su equipo. No extraña, por tanto, que Guruzeta aparezca como uno de los cinco jugadores de la competición que más acciones de presión ha protagonizado. De esta forma, el delantero es uno de los grandes artífices de que el Athletic sea el equipo que más goles ha marcado tras recuperaciones en zonas altas. En medio de tanta diligencia, siempre está Guruzeta, que encarna virtudes frecuentes en la historia del Athletic. Su éxito tiene una melodía pedagógica. No es otra que la rebelión del trabajo.

Independientemente de los últimos resultados, al Girona nadie le puede arrebatar su idea. Y seguramente, a poco que siga así, tampoco nadie le quitará su plaza de Champions. En esta jornada se dio el placer de someter a Osasuna bajo el libro de estilo que mueve su temporada. No parecía una tarea sencilla a priori por el momento de su rival, inflamados los de Arrasate, pero ni en las malas terminan de asomar las dudas en este Girona. Su actuación conjugó paciencia con verticalidad y sentido posicional con dinamismo. Solo así se explica un triunfo que se inició con una jugada de 24 pases finalizada por Portu. Fue el cuarto gol de la temporada que vino precedido por una secuencia de más de 20 pases. Ningún equipo de la Liga se acerca al Girona en esa lista de honor, puesto que el Madrid y Las Palmas, los siguientes en esta relación, han hecho la mitad de tantos de esta forma.

Mientras el Rayo se empeña en colocarse en una situación para echarse a temblar, el Alavés se acerca y mucho a la salvación. El gol de Gorosabel ofreció una victoria que puede ser decisiva y que tocó a diferentes intérpretes. Uno de los mismos fue Antonio Blanco (23 años), que se ha compenetrado a la perfección con Guevara para formar un doble pivote de equilibrio y talento. El pase al hueco que dio al lateral en la jugada que decidió el partido, propiciado en parte por los arrastres de Guridi y Samu sobre la línea defensiva franjirroja, reveló su tino en la distribución. Pero no se quedó ahí, nunca se queda ahí. Es un centrocampista que atrae los elogios por su disciplina táctica, agresividad en los duelos y olfato para estar bien posicionado. Contra el Rayo sumó nueve recuperaciones y lideró el buen grado de contención general de los de García Plaza. Blanco se maneja como el que tiene mando en plaza y el Alavés se siente seguro con su presencia.

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