Estrella. La semana ha traído en Barcelona el anuncio del primer gran contrato de publicidad de Lamine Yamal, que ha firmado casi como una estrella, con una camiseta de Messi de fondo en una habitación en la que el 304, las tres últimas cifras del código postal de Rocafonda, el barrio humilde de Mataró en el que se crio, es uno de los grandes protagonistas. A cuatro meses de cumplir los 17 años, las cosas van rapidísimo para Lamine, que este último año ha crecido diez centímetros, ha aumentado unos siete kilos su masa muscular y ha jugado todos los partidos en los que ha estado disponible de la temporada menos uno. Durante la semana, y en plena ebullición de noticias alrededor del futuro de la marca que vestirá al Barça, se ha hablado mucho sobre la idoneidad de poner a Lamine en el centro del escenario y convertirlo ya en un reclamo publicitario cuando le queda año y medio todavía para ser mayor de edad. El capitalismo salvaje, sin embargo, las urgencias por crear ídolos, han convertido a Lamine en el chico cercano de barrio al que todos pueden aspirar. En año de Eurocopa, habrá que ver cómo gestiona el éxito Lamine, a quien el Barça quiere atar hasta 2030 cuando cumpla 18 años. De momento, el jugador sigue viviendo en La Masia, alejado de muchas tentaciones y en un entorno que conoce bien desde que Jordi Roura y Aureli Altimira lo reclutaron en 2014 para que estuviese más protegido.

Culebrón. El otro protagonista de la semana en Barcelona ha vuelto a ser Xavi, que alimentó de nuevo esa bruma que rodea a una posible marcha atrás en su decisión de irse. Hace semanas que se intuye que el final de Xavi puede acabar en culebrón. El técnico, eso sí, necesita terminar con algún éxito de mínimos la temporada porque, no debería olvidarse, Xavi anunció que se iba cuando estaba el borde del despido. Existe, sin embargo, la certidumbre de que la continuidad es una opción. De Zerbi se está complicando por su alta cláusula de rescisión con el Brighton (15 millones) y la vía alemana ha perdido fuerza, especialmente Flick, por más que haya fichado como representante a Pini Zahavi, el amigo de Laporta. La continuidad de Xavi podría ser, directamente una cuestión de conveniencia. A Laporta también le quitaría un problema, porque Xavi ha sido un buen paraguas todos estos años. En caso de fracaso en la elección del sucesor, perdería las pocas opciones que tiene ya de volver a salir presidente en 2026 después de una gestión muy dudosa que esta semana ha perdido otra ejecutiva, Maribel Meléndez. El desenlace se va a hacer largo.

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