Transparente. Estuvo muy valiente Aymeric Laporte ayer en la entrevista que concedió a AS porque naturalizó secretos que parecían no confesables y que, en cierto modo, tienen mucho de normal. Cierto amateurismo todavía está instalado en la liga saudí, donde el dinero ha llegado antes que la excelencia. Toda esa maquinaria que los clubes europeos tienen alrededor de los jugadores, con una atención personalizada a la que no le falta detalle, todavía no opera allí. Falta por saber si llegará algún día o esas carencias que desveló Laporte, y que van de la falta de seriedad a las promesas incumplidas, pueden tener también que ver con los prismas diferentes con las que miran dos civilizaciones distintas. El caso es que empieza haber ruido en Arabia. De Benzema ha trascendido que no es feliz en el Al-Ittihad (hasta se borró de las redes sociales); y Henderson se ha marchado del Al-Ettifaq que entrena Steven Gerrard. Este, sin embargo, ha renovado su contrato hasta 2027. No hay, pues, un abandono masivo del barco. Al Al-Ittihad, por ejemplo, acaba de llegar Ramon Planes, reconocida figura en los despachos y ex director deportivo de Betis y Barça. Y Lluís Cortés es el nuevo seleccionador femenino de la selección saudí, y ha llegado a Riad con un proyecto de cuatro años. Ilusionado y sin quejas.

Proceso. Una delegación del comité organizador de la candidatura de Arabia Saudí para el Mundial convocó el domingo pasado a un grupo de periodistas españoles en los prolegómenos de la final de la Supercopa de España para exponer las líneas maestras de su programa Vision 2030 que tiene su proyecto estrella en el Mundial 2034. El comité no desveló presupuesto, sedes, ni siquiera fechas (si se repetirá o no la fórmula de noviembre como en Qatar), pero sí resaltó su compromiso con el deporte, ejemplificado en la inversión del Dakar, la Fórmula Uno o el desmesurado LIV Golf; y recordó que ha pasado en muy pocos años de cero a 70.000 fichas escolares de fútbol femenino. Arabia Saudí ya tuvo un primer intento de desarrollo futbolístico en los ochenta y los noventa, cuando fue tres veces campeona de Asia. Luego, se ‘aburrió’. Ahora corren tiempos de aperturismo. Los cambios son visibles y se perciben de un año para otro, pero importan talento y experiencia porque el dinero nunca es suficiente. De eso, seguramente, se quejaba Laporte, que ha vivido en dos clubes ejemplares en el trato como Athletic y City. Veremos si, con el Mundial a diez años vista, el fútbol y las estrellas han llegado para quedarse o unos y otros se aburren antes. De momento, Laporte ha abierto una grieta.