Será Champions y será la Lazio. Y ellos, tanto la competición como el rival, seguramente no te perdonen una desconexión como la de los rojiblancos ante el Almería. Después de 30 minutos primorosos, con un Griezmann en modo Vizcaíno, mi adorado, robando y leyendo cualquier rebote, con dos goles que anestesiaron al equipo. Desapareció el francés de escena y el equipo dejó de crear fútbol. Antoine donde lo pongas te va a ser rentable, pero me gusta con libertad detrás del punta. El Cholo, que no puede contar con Barrios, tira de él en la sala de máquinas teniendo que desgastarse éste en ayudas defensivas y creación lejos del área, desperdiciando un oxígeno que sería más aprovechable cerca del área rival. Cerca de un Morata que, aunque muchos se empeñen en buscarle fantasmas, sobre todo fuera del mundo rojiblanco, sigue con su idilio con el gol. Metió un gol de crack, que seguramente hubiesen visto repetido más veces si hubiese sido otro el ejecutor. El giro de tobillo en milésimas que rompió a Cesar Montes y sus dos toques en uno para regatear y marcar, están al alcance de pocos.

Que sepas, Álvaro, que los que convivimos en el entorno rojiblanco tenemos plena confianza en que éste es tú año. Es cierto que tus fallos los multiplican y tus aciertos los dividen, pero no dudes que vas en el buen camino. En esa dirección que fue el equipo del Cholo durante 30 minutos y que después tuvo que fiarse a que salvara San Oblak. Me dejó dudas Azpilicueta como central zurdo y Savic en el derecho; hubo momentos en los que se perdió claridad y rapidez en salida de balón para provocar superioridades por dentro, unas de las grandes virtudes este año, y que esta vez no mezclaron bien. Aquellos primeros 30 minutos son, ante los italianos, a los que hay que dar continuidad. El primer puesto en Champions es imprescindible para soñar más grande. Para ello, una vez más, la familia del Metropolitano y el equipo deben hacer 90 minutos sin desconectar.

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