Decía el Cholo en rueda de prensa que Griezmann había nacido para jugar en el Atlético. Puede ser, pero de lo que no tengo ninguna duda es que sí nació para jugar a las órdenes de Simeone. El francés, al igual que el míster (dosifícamelo, Cholito), entiende esta profesión desde la pasión y la solidaridad de anteponer el equipo a tus intereses. Antoine, de nuevo ante el Celtic, derrochó, desde su posición de interior, su excepcional catálogo: correr, crear, marcar, y detectar, después de la imprudente expulsión de Maeda, que el queso estaba en la banda. Con él, la influencia en el juego y la regularidad en sus apariciones, le hacen ser el mejor futbolista del primer tercio de temporada, repito porque es muy importante, influencia y continuidad en sus apariciones. Pasa con Griezmann algo que no suele ocurrir en la mayoría de equipos, y es que cuando juega, el dibujo se convierte en un 1-5-3-Griezmann-1, o un 1-4-4-Griezmann-1. Porque desde su posición (la que más me gusta es con libertad por detrás de Morata), él va mutando dependiendo de lo que requiera su equipo.

Para su lucimiento, es cierto que los rojiblancos estuvieron excelentes, aprovechando jugar con uno más, no bajando la intensidad y jugando con precisión, paciencia y buena lectura hasta llegar al gol. Sorprende la aparición de un Riquelme al que la rojiblanca no es que le pese, si no que le incorporó unas alas para, desde la banda izquierda, ser el factor diferencial con su desequilibrio. Ya sabemos que en un club grande, lo bueno y lo malo se suele magnificar, que era el Celtic con uno menos y que las notas se dan a final de temporada. Pero el año 2023 deja bien a las claras (top-3 de equipo más goleador del año) que este Atlético ilusiona a lomos de la dupla de moda, Morata-Griezmann. Y para muestra, unos números que también traza un Koke que maneja la nave en busca de competir este año con cualquiera.

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