Han pasado seis años y las cosas entre el Madrid y Mbappé siguen exactamente en el mismo punto que en 2017. El francés mareando la perdiz y el club blanco filtrando sus dudas acerca del fichaje, una operación que claramente rompe la escala salarial de su plantilla. Esa fue la razón que deslizó la entidad para justificar entonces que lo dejaba escapar desde Mónaco hasta París. Sin embargo, la realidad era que ni el Madrid ni el jugador estaban seguros de que fuera la mejor opción. El club, porque tenía la BBC en plena vigencia y la entonces estrella en ciernes porque, por ese mismo motivo, se veía con poco sitio en el once.

Desde entonces hasta ahora han pasado muchas cosas. La más gorda, que Mbappé dejó tirado a Florentino Pérez hace dos veranos cuando el mundo entero daba por hecho que terminaría jugando en el Madrid. Ese desaire aún sigue escociendo en la planta noble del Bernabéu, hasta tal punto que, afirman desde allí, ya no se cometerán locuras por el francés. Para empezar, nada de juegos de escapismo. Si quiere venir debe primero hacer un gesto público que permita al Madrid pedir permiso al PSG para negociar con él. Luego, contestar rápido a la propuesta. Y entre medias, aceptar que cobrará aproximadamente la mitad de lo que lo hace en el PSG, porque el Madrid no tiene un Estado detrás, sino a sus socios, y no da para tanto a pesar de la buena gestión.

La fotografía ha cambiado mucho desde aquel plantón. Vinicius ha explotado a gran estrella, ha aparecido Bellingham oliendo a Balón de Oro y, para colmo, el Madrid tiene a tiro fichar a Haaland en 2025 (2024 parece demasiado apresurado para que el noruego acceda a salir). Casi nada. Así que depende más de Mbappé, que de cualquier otra circunstancia, que termine jugando en el nuevo Bernabéu. De que no se suba a la parra. Lo que no habrá seguro es otro sainete. El Madrid no lo permitirá.

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