Un coruñés de diecisiete años, Santiago Vilas Subirán, le escribía esta semana a la directora de El País en la sección correspondiente. La carta se titulaba “Adiós a mi quiosco” y en ella relataba apenado el próximo cierre de su quiosco de referencia los domingos, el de la Marina coruñesa, que también es el mío cuando estoy en mi ciudad natal. La pena se suaviza un poco con la edad del lector y comprador de El País cada domingo –y de churros, supongo que de Bonilla- porque además afirma que lo seguirá comprando en otro sitio. Hay que decir que la quiosquera de la Marina, que por lo visto se jubila y no tiene continuidad, nunca ha sido muy simpática conmigo, mantiene esa asepsia consustancial con ciertas coruñesas que te miran siempre por encima del hombro: mi querida abuela, por ejemplo, era un caso, un auténtico arquetipo coruñés.

Otra aséptica pero más apasionada era la “Duquesa Roja”, Luisa Isabel Álvarez de Toledo, duquesa de Medina Sidonia. Cenábamos en el “7 Portes” de Barcelona, in illo tempore, ella, Giménez Frontín, Mireia Sentís y el que esto escribe. En la misma mesa en la que había estado Federico García Lorca, según rezaba la plaquita en la pared. Hace unos días entrevistaban también en El País a su viuda y presidenta de la fundación Medina Sidonia con motivo de un homenaje a la duquesa. En la página siguiente, una crónica con foto de Laura García Lorca, sobre la dispersión de los diferentes espacios dedicados al poeta en Granada. En ambos casos, algo huele a falta de interés por parte de quien corresponde: el archivo privado más importante de España y la memoria granadina de nuestro poeta más universal en cierto olvido e irrelevancia. Esperemos que el actual ministro de cultura no sea un ministro fallido como casi todos sus antecesores en este siglo.

Granada debería impregnarse de Lorca pero parece que le huye. Lo percibí la última vez que estuve allí hace pocos años cuando intenté hacer un periplo lorquiano. A algunas personas a las que preguntaba por lugares solo les faltó decirme ¿Lorca? ¿Y ese quién era? Se lo comenté a Laura la última vez que la vi y compartió amargamente mi percepción.

Pero está esta tierra en los lodos y los barros, en los odios y en las insidias a cuenta de lo que sea, “desprecia cuanto ignora,” como decía Machado de Castilla: así no se puede presumir como la quiosquera coruñesa o como mi abuela. Me llevaba a ver la estatua sedente de doña Emilia Pardo Bazán que todavía está en los jardines, y después me compraba una revista en la librería “La Poesía” de la estrecha de San Andrés. Allá Granada con sus olvidos y los Medina Sidonia con sus líos. La memoria no se desvanece aunque cierren los quioscos. Nuestro adolescente coruñés encontrará otro lugar para comprar su periódico los domingos. Quedará un hueco enorme en la Marina porque era un quiosco muy surtido. “En los restaurantes alemanes había un cartel que ponía ”no se admiten perros ni españoles“ nos contó la duquesa en aquella cena. Todo sin venir a cuento, como hablaba ella, tan avispada como su físico de acento circunflejo. Recuerdos de su exilio. Una duquesa roja, un poeta asesinado que no se morirá nunca y un quiosco que ya no abrirá. Mentecateces del alba.

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QOSHE - Adiós a mi quiosco - José María Noguerol
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Adiós a mi quiosco

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13.03.2024

Un coruñés de diecisiete años, Santiago Vilas Subirán, le escribía esta semana a la directora de El País en la sección correspondiente. La carta se titulaba “Adiós a mi quiosco” y en ella relataba apenado el próximo cierre de su quiosco de referencia los domingos, el de la Marina coruñesa, que también es el mío cuando estoy en mi ciudad natal. La pena se suaviza un poco con la edad del lector y comprador de El País cada domingo –y de churros, supongo que de Bonilla- porque además afirma que lo seguirá comprando en otro sitio. Hay que decir que la quiosquera de la Marina, que por lo visto se jubila y no tiene continuidad, nunca ha sido muy simpática conmigo, mantiene esa asepsia consustancial con ciertas coruñesas que te miran siempre por encima del hombro: mi querida abuela, por ejemplo, era un caso, un auténtico........

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