Cuando Bruselas impuso hace unos días a Apple una multa de 1,8 billones de euros por comportamientos anticompetitivos en el mercado de las aplicaciones de música en streaming, la vicepresidenta de la CE y comisaria de la competencia, Margrethe Vestager, dio a entender que el abuso de posición dominante de la compañía impide que las empresas europeas puedan competir libremente en ese campo. La comisaria no nombró a ninguna compañía en concreto, pero el mercado sabe que se refería a Spotify, firme europea líder en la provisión de música en streaming, con una cuota de mercado del 56%. Spotify se queja de las altas comisiones que impone App Store, de Apple, mientras la compañía de la manzana responde que, si no fuera por ella, Spotify no tendría la mayor cuota de mercado en música streaming.

Pareciera que se trata de una mera disputa empresarial, con trasfondo jurídico europeo, peor es mucho más. Europa impuso esta multa –la primera a Apple– poco antes de la entrada en vigor de la Digital Markets Act, el pasado 7 de febrero. Es una forma simbólica, ejemplarizante, para la Comisión Europea de decir a las big-tech estadunidenses que se acabó la barra libre de las prácticas abusivas.

La elección de Apple como empresa multada no es aleatoria. Apple es la segunda empresa del mundo por valor bursátil. Su marca es universalmente conocida y una de las más valiosas del globo. La Comisión Europea ha querido establecer un precedente de lo que está por venir y, al penalizar a Apple, transmite a las tecnológicas de EE UU que nadie está por encima de las leyes europeas que protegen la competencia.

El monto de la multa (cuatro veces mayor de lo que se esperaba), tampoco ha sido elegido al azar: supone el 0,5% de los ingresos globales de Apple. Poca cosa. Pero la Digital Markets Act estipulará que, por comportamientos monopolísticos, las empresas serían multadas hasta con el 10% de sus ingresos globales. Para Apple, una sanción de esa naturaleza, hubiera supuesto 40 billones de euros: no es peccata minuta.

Con la sanción, Bruselas pretende hacer valer su potestas. De auctoritas, no hablamos. El trasfondo, la historia, los precedentes, importan. La Comisión Europea se ha hartado de lo que considera una burla por parte de las big-tech. ¿Por qué?

Europa lleva multando a los grandes gigantes de internet muchos años. Y con multas mucho mayores que la impuesta a Apple. Meta ha recibido sanciones cinco veces más abultadas, por ejemplo, al transgredir la ley de protección de datos europea (GDPR) con la transferencia de datos de sus clientes europeos a EE UU. En asuntos de privacidad de datos, Meta ya fue laxa con el escándalo de Cambridge Analytica. Además, Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp, Threads), ha recibido fuertes multas europeas por prácticas monopolísticas en el mercado de la publicidad online.

Google (Alphabet) también colecciona multas europeas billonarias. Cuando no es por su sistema operativo Android que supuestamente prima el motor de búsqueda en internet de Google frente a los de la competencia, la compañía recibe penalizaciones pecuniarias por abuso de posición dominante “en el mercado de la publicidad online”. En esto, Google y Meta, que dominan este sector, acumulan multas juntas. Amazon también ha recibido multas por posición dominante en el comercio electrónico retail y por su (mal)trato a los vendedores terceros. Intel recibió una multa billonaria por ofrecer rebates a sus clientes si usaban sus procesadores en vez de los de su competidor AMD. El caso de Google, con el sistema operativo y el buscador, recuerda al de Microsoft, con Windows y Explorer, hace 24 años.

¿Pagan las firmas tecnológicas norteamericanas las multas? No. Apple apelará la sanción ante tribunales. El resto de las big-tech hacen lo mismo y los procesos judiciales se eternizan. Muchas veces, como hizo Microsoft en 2002, la cuestión se resuelve vía acuerdo extrajudicial.

Las grandes tecnológicas tienen negocio en todo el mundo. Europa es solo un mercado regional más, para ellas, cuyo foco está en EE UU. A pesar de la cruzada antimonopolio de Lina Khan, presidenta de Federal Trade Commission (FTC), la autoridad de la competencia en Estados Unidos, las big-tech operan como siempre. La FTC tiene casos abiertos contra estas compañías, pero sus éxitos son pírricos. La legislación antimonopolio norteamericana data de 1890, con la ley Sherman. Su eficacia hoy es muy limitada. Y los Estados tienen competencias que la FTC no puede ignorar.

¿Le da igual a las big-tech que Europa le imponga tantas multas billonarias? Hasta ahora, parece ser que sí. Son compañías globales que operan en todo el mundo, con ingresos multibillonarios y la lealtad de millones de consumidores. Las multas europeas tienen el efecto del pinchazo de la avispa en la piel del elefante, porque estas compañías tienen recursos económicos para sostener largos y costosos litigios en los tribunales europeos.

La Digital Markets Act podría cambiar la forma de pensar y actuar de las firmas big-tech. Multas por saltarse las normas europeas de la competencia de hasta el 10% de sus ingresos es la forma de decir que Europa está harta que le tomen el pelo: quiere que le tomen en serio.

Adicionalmente, quizá la UE podría hacer una reflexión sobre cuán fuerte es el sector tecnológico europeo. En número de patentes tecnológicas, China y EE UU superan con creces a Europa. El tamaño de las firmas europeas de tecnología, comparadas con las americanas, es ridículo.

Quizá, además de con leyes y multas, Bruselas debería esforzarse en reforzar su sector tecnológico para que pueda, por derecho propio, competir en pie de igual con el norteamericano y el chino.

Jorge Díaz Cardiel es socio director Advice Strategic Consultants, autor de Inteligencia Artificial y éxito Empresarial

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Goliat contra Goliat: la nueva guerra de Bruselas contra las grandes tecnológicas

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15.03.2024

Cuando Bruselas impuso hace unos días a Apple una multa de 1,8 billones de euros por comportamientos anticompetitivos en el mercado de las aplicaciones de música en streaming, la vicepresidenta de la CE y comisaria de la competencia, Margrethe Vestager, dio a entender que el abuso de posición dominante de la compañía impide que las empresas europeas puedan competir libremente en ese campo. La comisaria no nombró a ninguna compañía en concreto, pero el mercado sabe que se refería a Spotify, firme europea líder en la provisión de música en streaming, con una cuota de mercado del 56%. Spotify se queja de las altas comisiones que impone App Store, de Apple, mientras la compañía de la manzana responde que, si no fuera por ella, Spotify no tendría la mayor cuota de mercado en música streaming.

Pareciera que se trata de una mera disputa empresarial, con trasfondo jurídico europeo, peor es mucho más. Europa impuso esta multa –la primera a Apple– poco antes de la entrada en vigor de la Digital Markets Act, el pasado 7 de febrero. Es una forma simbólica, ejemplarizante, para la Comisión Europea de decir a las big-tech estadunidenses que se acabó la barra libre de las prácticas abusivas.

La elección de Apple como empresa multada no es aleatoria. Apple es la segunda empresa del mundo por valor bursátil. Su marca es universalmente conocida y una de las más valiosas del globo. La Comisión Europea ha querido establecer un precedente de lo que está por venir y, al penalizar a Apple, transmite a las........

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