El Gobierno espera como agua de mayo la revisión que Estadística debe hacer en 2024 de los niveles del Producto Interior Bruto (PIB) con el correspondiente cambio de base que le acompaña cada cinco años. Varios de sus ministros empujan activamente en la sombra para promover una revisión cuantitativa generosa que proporcionaría un salto positivo en algunas de las variables más delicadas, pero especialmente en aquellas más difíciles de domeñar, como el déficit fiscal y la deuda pública. Pero nadie debe esperar milagros de la revisión tras la rutinaria efectuada el año pasado, pues las pistas que incitaban al optimismo se han desinflado o han sido ya absorbidas.

Los ministros más activos en defensa de una actualización abultada, algunos de ellos buenos conocedores del itinerario de todas las variables de la demanda, de la oferta y de las rentas que proporcionan el destilado de la contabilidad nacional, sorprendidos por la evolución de la recaudación tributaria, del empleo y las horas trabajadas, o de la producción en servicios y construcción, sostienen tales expertos que el PIB está mal medido desde la pandemia.

Hasta Estadística admite la dificultad en un periodo de vaivenes tan intensos como los que provocó el Covid, primero, Filomena, después, y la guerra de Ucrania, para acabar; y lo corrobora con los cambios en varias rúbricas en la última revisión (septiembre de 2023). Pero constata que tales modificaciones aun así están muy alejadas del desfase que algunos expertos intuían entre el PIB real y el declarado estadísticamente, y que han llegado a cifrar en hasta ocho puntos porcentuales.

La revisión rutinaria que todos los países europeos han hecho el pasado otoño de las cifras finales y su composición desde 2020 ha arrojado proporciones similares en las grandes economías. Todos los institutos de estadística han detectado un salto a favor concentrado en la actividad de 2021, con la única excepción de Francia, que ha recortado la producción de ese año ligeramente. España revisó al alza su PIB un 0,9%, Alemania lo hizo en un 0,6%, Reino Unido en un 1,1%, y Holanda e Italia en un 1,3%.

En el caso de España, se revisaron con consistencia en 2021 el consumo privado (1,1 puntos adicionales) y la inversión (3,5 puntos adicionales), que llevaron a la demanda nacional a mejorar su aportación al crecimiento en 1,4 puntos, mientras que la del sector exterior redujo su aportación positiva a una negativa. En la oferta se elevó la aportación de los servicios financieros, inmobiliarios y profesionales. Contabilizando los tres años revisados (0,2 puntos en 2020, 0,9 en 2021 y 0,3 en 2022), el salto del PIB a fin de periodo es de 1,5 puntos, y de unos 19.300 millones de euros.

Con este nuevo nivel de PIB como base de referencia, que alcanzó el previo a la pandemia en el tercer trimestre de 2022 y no en 2023, el déficit del último año revisado se redujo del 4,8% al 4,7%, que tendrá su correspondiente arrastre en 2023, mientras que la deuda pública se redujo desde el 113,2% del producto al 111,6%, para cerrar el citado 2023 en el 107,7% pese al vigoroso avance en términos absolutos. Pero cabe esperar muy poca más erosión de ambas cifras con la revisión y cambio de base que Europa exige para 2024 y que se publicará en septiembre. Todo es posible, pero las probables han sido incorporadas ya con la actualización rutinaria del pasado otoño.

Los datos aportados en tal ejercicio estadístico neutralizan muy buena parte del desfase que aparentemente existía entre la exuberante recaudación tributaria y la evolución de las rentas y de sus perceptores, tal como destacaba ya en diciembre en un detallado informe el Banco de España (Fernández, González Mínguez, Izquierdo y Urtasun). Los niveles del consumo privado, pese a su revisión al alza, se mantienen en 2023 por debajo aún de 2019, en cuyo trecho temporal la masa salarial real (deflactada) ha avanzado solo un 1,6%.

Las rentas de los hogares han crecido un 16,5% desde 2019 hasta la mitad de 2023, según los datos revisados, que proporcionarían un salto de más de 3,3 puntos a la renta de los asalariados, y que darían coherencia a la recaudación por IVA e IRPF detectada por la Agencia Tributaria, que avanzaron un 14% y hasta un 15,8%, respectivamente, en 2022. En este comportamiento, más alcista que las propias rentas, habría que incluir lo que el Banco de España denomina residuos fiscales positivos, que pueden proceder de afloramiento de actividad sumergida al hilo de las ayudas públicas, o de la ampliación de los pagos electrónicos.

Este concepto, en el que se fundamentan buena parte de los revisionistas más agresivos del PIB, se habría tornado ya en 2023 en residuos fiscales negativos (hay expertos que detectan ya repliegue de actividades a efectos fiscales, una vuelta a la economía sumergida), a juzgar por la recaudación admitida en el pasado ejercicio hasta noviembre, que se limita a un avance agregado del 5,5%, con moderación en IRPF, pese a no hacer deflactado la tarifa, y con planitud en el IVA. Estos datos redoblan la coherencia con las bases imponibles detectadas por la Agencia Tributaria en las ventas de las grandes empresas y pymes societarias (más de un millón de sociedades) de 2023, con avances muy modestos, y negativos en el último trimestre en algunas partidas, sobre todo en la actividad del comercio exterior.

En fin: que cabe esperar poca cosa de la revisión y cambio de base de este año, en el que tendrá incidencia el nuevo censo de población de 2021, con un pequeño salto de residentes, y cambios menores con la incorporación de diferente medición de algunas actividades, así como los cambios metodológicos que exija la UE, que impone mediciones homologables para determinar la renta nacional, variable que determina la aportación al presupuesto comunitario.

Nada que ver con los saltos en la revisión de 2005, que impulsó un 4,9% el PIB nominal (38.885 millones de euros en 2004), con un espectacular aporte demográfico (un millón y medio más de habitantes que los considerados en la base anterior), que afloró un millón largo de asalariados, así como mucho más consumo, más inversión y mucho más excedente empresarial. Nada que ver tampoco con el salto de 2013, acompañado del cambio de base, que se limitó al 2,6% en el nivel de PIB, sobre todo por la incorporación como inversión de la I+D (1,17% de PIB), así como el gasto en material de defensa (0,17%) y actividades consideradas ilegales, como el tráfico de drogas (0,5%), la prostitución (0,35%), el contrabando y el juego ilegal.

José Antonio Vega es periodista

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Que nadie espere milagros de la revisión del PIB que prepara Estadística

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20.02.2024

El Gobierno espera como agua de mayo la revisión que Estadística debe hacer en 2024 de los niveles del Producto Interior Bruto (PIB) con el correspondiente cambio de base que le acompaña cada cinco años. Varios de sus ministros empujan activamente en la sombra para promover una revisión cuantitativa generosa que proporcionaría un salto positivo en algunas de las variables más delicadas, pero especialmente en aquellas más difíciles de domeñar, como el déficit fiscal y la deuda pública. Pero nadie debe esperar milagros de la revisión tras la rutinaria efectuada el año pasado, pues las pistas que incitaban al optimismo se han desinflado o han sido ya absorbidas.

Los ministros más activos en defensa de una actualización abultada, algunos de ellos buenos conocedores del itinerario de todas las variables de la demanda, de la oferta y de las rentas que proporcionan el destilado de la contabilidad nacional, sorprendidos por la evolución de la recaudación tributaria, del empleo y las horas trabajadas, o de la producción en servicios y construcción, sostienen tales expertos que el PIB está mal medido desde la pandemia.

Hasta Estadística admite la dificultad en un periodo de vaivenes tan intensos como los que provocó el Covid, primero, Filomena, después, y la guerra de Ucrania, para acabar; y lo corrobora con los cambios en varias rúbricas en la última revisión (septiembre de 2023). Pero constata que tales modificaciones aun así están muy alejadas del desfase que algunos expertos intuían entre el PIB real y el declarado estadísticamente, y que han llegado a cifrar en hasta ocho puntos porcentuales.

La revisión rutinaria que todos los países europeos han hecho el pasado........

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