Las grandes fusiones bancarias ya no son tabú. Desde la crisis de 2008, los jefes han considerado inviable la concentración entre grandes entidades, mientras los reguladores la juzgaban indeseable. Sergio Ermotti, consejero delegado de UBS, podría cambiar esta situación si absorbe de forma segura y rentable a su rival local Credit Suisse.

Las fusiones y adquisiciones de los grandes bancos están manchadas por dolorosos recuerdos de arrogantes transacciones, que culminaron en 2007 con la disgregación del holandés ABN Amro –una operación valorada en 100.000 millones de dólares– a manos de Royal Bank of Scotland, Santander y el belga Fortis.

Esa operación contribuyó a la quiebra de dos miembros del consorcio al año siguiente y enseñó a una generación de dirigentes de bancos que comprar un rival significaba pisar minas terrestres financieras. Mientras, los reguladores introdujeron normas que penalizaban a los bancos más grandes y complicados. Para las 30 entidades de importancia sistémica mundial, las fusiones significarían mantener aún más capital.

La implosión de Credit Suisse y su posterior rescate por parte de UBS, orquestado por el Estado, pone en entredicho la sabiduría popular. Empecemos por los reguladores. Durante años, el organismo suizo de vigilancia Finma vio cómo el banco con sede en Zúrich cojeaba de una crisis a otra, mientras sus acciones cotizaban con un gran descuento sobre su valor contable. Inversores y clientes acabaron por perder la fe. La lección es que los bancos bien capitalizados pero poco queridos pueden caer en desgracia rápidamente. En retrospectiva, las autoridades suizas podrían haber preferido una fusión más temprana y ordenada.

Esta experiencia influirá en la forma de pensar de los supervisores responsables de bancos europeos poco valorados como Société Générale y Barclays. No hay motivos para pensar que ninguna de estas instituciones vaya a tener problemas pronto. Sin embargo, los inversores están enviando una señal pesimista sobre sus perspectivas a largo plazo. Una adquisición por un rival más rentable podría evitar un posible dolor de cabeza al estilo de Credit Suisse.

Ermotti, de UBS, está marcando una pauta prometedora para posibles imitadores, al planificar recortes equivalentes a una cuarta parte de los costes totales ajustados combinados de los dos bancos en 2022. Tras deducir los impuestos al 24% y aplicar una tasa de descuento del 10%, el valor neto actual de ese ahorro es de 76.000 millones de dólares, antes de tener en cuenta costes extraordinarios, como indemnizaciones por despido. Esta cifra se aproxima al valor de mercado de UBS en noviembre (ahora está en los 96.000 millones de dólares).

Es cierto que un imitador no obtendría las mismas y ventajosas condiciones. UBS pagó solo 3.700 millones de dólares por su rival local, y los reguladores aniquilaron a su vez títulos de deuda híbrida por valor de 17.000 millones. Pero Société Générale y Barclays no están caros. El banco francés está valorado en un tercio del valor contable tangible previsto para 2024, lo cual podría resultar atractivo para su rival local BNP Paribas, o para Unicredit, pretendiente desde hace tiempo. Barclays, que cotiza a dos quintas partes del valor contable previsto, podría resultar atractivo para Santander, que podría ahorrar costes en Gran Bretaña, al tiempo que refuerza su presencia en Wall Street.

Ninguna de estas operaciones es probable. Pero a medida que se alejan los recuerdos de 2008 y UBS se traga con seguridad a Credit Suisse, cada día son más imaginables.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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Las megafusiones de bancos pasan de imposibles a imaginables

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13.01.2024

Las grandes fusiones bancarias ya no son tabú. Desde la crisis de 2008, los jefes han considerado inviable la concentración entre grandes entidades, mientras los reguladores la juzgaban indeseable. Sergio Ermotti, consejero delegado de UBS, podría cambiar esta situación si absorbe de forma segura y rentable a su rival local Credit Suisse.

Las fusiones y adquisiciones de los grandes bancos están manchadas por dolorosos recuerdos de arrogantes transacciones, que culminaron en 2007 con la disgregación del holandés ABN Amro –una operación valorada en 100.000 millones de dólares– a manos de Royal Bank of Scotland, Santander y el belga Fortis.

Esa operación contribuyó a la quiebra de dos miembros del consorcio al año siguiente y enseñó a una generación de dirigentes de bancos que comprar un rival significaba pisar minas terrestres financieras. Mientras, los reguladores introdujeron normas que penalizaban a los bancos más grandes y complicados. Para las 30 entidades de importancia sistémica mundial, las........

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