Las bestias de la jungla de la banca de inversión se han dado un festín con el cadáver de Credit Suisse. En el año transcurrido desde la quiebra del banco suizo, sus competidores se han hecho con sus empleados, clientes y activos. Su archirrival UBS se llevó la mayor parte del botín, pero otros bancos también se han beneficiado del frenesí alimenticio. Menos claro está si los supervivientes serán más responsables que Credit Suisse cuando la actividad repunte.

Por muy volátil que sea el negocio de un banco de inversión, es muy raro que uno grande desaparezca. Lehman Brothers fue la última firma mundial en cerrar sus puertas cuando se declaró en quiebra en septiembre de 2008. Credit Suisse solo evitó ese espantoso destino al aceptar una oferta de rescate a la baja de UBS el 19 de marzo de 2023. Sin embargo, el gran solapamiento entre los dos bancos –y el apetito del comprador solo por las tajadas más selectas– significaba que había muchos restos para repartir.

Sin duda, UBS se ha llevado lo mejor. Su CEO, Sergio Ermotti, aún no está preparado para declarar que la adquisición ha sido la “operación del siglo”, como la han bautizado muchos rivales. Sin embargo, las cifras son sorprendentes. La empresa ampliada gestiona activos para clientes adinerados por valor de 3,9 billones de dólares, lo que la convierte en el banco privado dominante fuera de EE UU. Es responsable de un cuarto de todos los préstamos de Suiza, su mercado nacional. Y planea recortar 13.000 millones de su base de costes combinada, creando una institución más eficiente.

En cuanto al trading y la banca de inversión, el panorama es más matizado. Hace más de una década, UBS hizo recortes para centrarse principalmente en prestar servicios a empresas y a clientes privados ricos en lugar de a otras firmas financieras. Los ejecutivos se retiraron de las operaciones de trading intensivas en balance y limitaron los activos ponderados por riesgo de la división. Se trataba de una estrategia diferente a la de Credit Suisse, que se especializaba en financiación y créditos estructurados más complejos. Cuando ambos se unieron, sobraban grandes partes del banco de inversión de Credit Suisse.

Las cifras del balance lo demuestran. A finales de 2022, la unidad de banca de inversión de UBS operaba con unos activos ponderados por riesgo de 93.000 millones de dólares, y la división de Credit Suisse era solo ligeramente inferior, con 80.000 millones. Un año después, el banco de inversión combinado pesaba solo 106.000 millones, mientras que un grueso de 72.000 millones languidecía en la “unidad no esencial y heredada” que está liquidando UBS.

Todas las fusiones bancarias dejan escapar ingresos. Las grandes empresas que antes trataban con ambas instituciones pueden mostrarse reacias a ceder el mismo volumen de negocio a un solo banco. Las contrapartes comerciales limitan la cantidad a la que se exponen a una sola institución. Los banqueros descontentos se marchan a sus rivales, mientras que los clientes intranquilos reciben ofertas de otros proveedores. Estas sinergias negativas son una de las razones por las que las operaciones con grandes bancos son tan poco frecuentes. Sin embargo, UBS tuvo la ventaja de conseguir un acuerdo barato. Pagó solo 3.000 millones de francos suizos (3.390 millones de dólares) por las acciones de Credit Suisse y se benefició de que los reguladores suizos eliminaran 16.000 millones de francos suizos de los bonos subordinados de su objetivo. Como resultado, Ermotti y su equipo pudieron permitirse el lujo de ser exigentes con las partes que querían conservar.

El principal beneficio para el banco de inversión de UBS es el refuerzo de su negocio de asesoramiento, en particular en EE UU, donde lleva mucho tiempo luchando contra atrincherados rivales de Wall Street. La firma suiza ha incorporado 125 directores generales a su división de banca global, la mitad de ellos en Norteamérica. Esto debería de traducirse en más trabajo en fusiones y OPV, sobre todo para grupos de capital riesgo y tecnológicas. Sin embargo, la caída generalizada de la actividad ha ocultado los beneficios. En 2022, Credit Suisse y UBS obtuvieron unos honorarios combinados en banca de inversión de 3.500 millones de dólares, lo cual los habría situado en sexta posición entre sus homólogos mundiales, según datos de LSEG. El año pasado, solo ingresaron 2.200 millones, lo cual los situó en séptimo lugar.

Mientras, otros bancos han entrado con fuerza. Santander ha incorporado 200 banqueros a su equipo de EE UU, incluido David Miller, ex-cojefe de banca de inversión de Credit Suisse. Deutsche Bank también se ha hecho con banqueros, al igual que boutiques como Moelis.

Sin embargo, es en las actividades de trading de Credit Suisse donde se ha producido el verdadero desguace. El año pasado, los ingresos en mercados globales de las 11 mayores casas de trading del mundo fueron un 6% inferiores a los de 2022, según Coalition Greenwich. En el caso de UBS y Credit Suisse, los ingresos en los mercados se redujeron un 32% en comparación con el año anterior.

De hecho, Credit Suisse ya estaba haciendo recortes antes de que UBS interviniera. En 2021 cerró su negocio de corretaje preferente tras perder 5.500 millones de dólares en la quiebra de Archegos Capital Management, lo cual permitió a rivales como BNP Paribas y Barclays reforzar sus operaciones al servicio de los hedge funds. Otras actividades han salido del sistema bancario. A finales de 2023, Credit Suisse traspasó su unidad de productos titulizados, que empaqueta préstamos y los vende como valores, a Apollo Capital Management por una suma no revelada. Con ella se fueron 37.000 millones de dólares en activos y casi 200 personas.

En la mayoría de los sectores, la concentración tiende a reducir la competencia y a ayudar a los supervivientes. En teoría, la eliminación de un rival errático debería de garantizar que otros bancos salgan más grandes y fuertes cuando la actividad de trading y las comisiones de asesoramiento se recuperen. Eso les permitiría obtener mejores retornos y resistir la tentación de entrar en líneas de negocio no rentables.

La realidad es más complicada. El sector de la banca de inversión atrae periódicamente a instituciones ambiciosas, deseosas de abrirse paso a codazos hasta la mesa de honor. Al hacerlo, sienten la tentación de debilitar a sus rivales establecidos, aumentar los sueldos de banqueros y traders y asumir riesgos excesivos. Credit Suisse lo hizo durante años: el exgestor de fondos de cobertura Marc Rubinstein calculó que la empresa acumuló pérdidas por valor de 3.400 millones de dólares en su última década.

Las operaciones corporativas bancarias tienen un historial desigual, incluso cuando el objetivo está en dificultades. En 2008, Barclays y Nomura se lanzaron a por los empleados y las operaciones de Lehman Brothers, que estaba en quiebra. Pero ambos han tenido dificultades para obtener una rentabilidad adecuada en banca de inversión. Puede que Credit Suisse haya desaparecido. Pero no está nada claro que su extinción haya hecho que el resto del sector sea más racional o comedido.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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El cadáver de Credit Suisse alimenta muchas bocas hambrientas

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13.04.2024

Las bestias de la jungla de la banca de inversión se han dado un festín con el cadáver de Credit Suisse. En el año transcurrido desde la quiebra del banco suizo, sus competidores se han hecho con sus empleados, clientes y activos. Su archirrival UBS se llevó la mayor parte del botín, pero otros bancos también se han beneficiado del frenesí alimenticio. Menos claro está si los supervivientes serán más responsables que Credit Suisse cuando la actividad repunte.

Por muy volátil que sea el negocio de un banco de inversión, es muy raro que uno grande desaparezca. Lehman Brothers fue la última firma mundial en cerrar sus puertas cuando se declaró en quiebra en septiembre de 2008. Credit Suisse solo evitó ese espantoso destino al aceptar una oferta de rescate a la baja de UBS el 19 de marzo de 2023. Sin embargo, el gran solapamiento entre los dos bancos –y el apetito del comprador solo por las tajadas más selectas– significaba que había muchos restos para repartir.

Sin duda, UBS se ha llevado lo mejor. Su CEO, Sergio Ermotti, aún no está preparado para declarar que la adquisición ha sido la “operación del siglo”, como la han bautizado muchos rivales. Sin embargo, las cifras son sorprendentes. La empresa ampliada gestiona activos para clientes adinerados por valor de 3,9 billones de dólares, lo que la convierte en el banco privado dominante fuera de EE UU. Es responsable de un cuarto de todos los préstamos de Suiza, su mercado nacional. Y planea recortar 13.000 millones de su base de costes combinada, creando una institución más eficiente.

En cuanto al trading y la banca de inversión, el panorama es más matizado. Hace más de una década, UBS hizo recortes para centrarse principalmente en prestar servicios a empresas y a clientes privados ricos en lugar de a otras firmas financieras. Los ejecutivos se retiraron de las operaciones de trading intensivas en balance y........

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