Si invierten con nosotros”, escribió Jack Ma en su carta inaugural a los accionistas en 2014, “se embarcarán en un viaje con Alibaba”. Una década después, la invitación del cofundador y expresidente del grupo chino de ecommerce parece más bien una advertencia. Tras su debut en la Bolsa de Nueva York ese mismo año, su capitalización se disparó hasta alcanzar los 858.000 millones de dólares en 2020, para caer hoy por debajo de los 200.000 millones. Se echa la culpa a su excesiva expansión, a las enérgicas medidas regulatorias y a la desaceleración del consumo chino. El nuevo jefe, Eddie Wu, afronta un arduo viaje.

Es difícil imaginar que Alibaba alguna vez valió más que Amazon y Meta. La participación del 80% de la compañía en el mercado de ecommerce de China y el crecimiento anual de las ventas, de más del 50%, deslumbraron a los inversores globales ávidos de exposición a la clase media del país. Silicon Valley no tenía respuesta para las muy populares plataformas de compras Taobao y ­Tmall, de Alibaba, ni para su filial Alipay, que fue pionera en monederos móviles, banca digital y gestión patrimonial.

Los 670.000 millones de valor de mercado perdidos por Alibaba en tres años y medio son un raro ejemplo reciente de una superestrella tecnológica que cae a la tierra. Rivales locales más pequeños han socavado su dominio; los analistas encuestados por LSEG pronostican un crecimiento de los ingresos de un solo dígito para los próximos tres años fiscales.

Mientras, Ant, que opera Alipay, vale solo un cuarto de la valoración de 315.000 millones de la que presumía antes de que los reguladores financieros torpedearan su OPV de 2020. [Con todo, Ant acaba de superar la oferta de Citadel Securities para hacerse con la unidad de banca de inversión de Credit Suisse en China, según Bloomberg. El acuerdo tiene poco sentido, pero sería una señal de que el grupo financiero vuelve a estar en buenas relaciones con Pekín.]

Los inversores que compraron la oferta de Alibaba de 2014 se han embolsado un mísero retorno del 10%; Amazon ha obtenido un 943% en el mismo período. Las acciones de Alibaba que cotizan en Nueva York ahora lo hacen a solo 8 veces las ganancias previstas para los próximos 12 meses, según LSEG, por debajo de dinosaurios industriales estatales como PetroChina y China Mobile.

¿Cómo perdió brillo una empresa que alguna vez fue vista como un referente tecnológico y de consumo para la segunda mayor economía? La falta de disciplina en la gestión es en parte culpable. Ma y su sucesor, Daniel Zhang, ampliaron el imperio de compras online de Alibaba al retail tradicional, la computación en la nube, el entretenimiento o la atención médica. En marzo de 2023, el balance de la empresa se había multiplicado por 15 desde la OPV, hasta 1,75 billones de yuanes (244.000 millones de dólares). Pero, a medida que se expandía, se volvió menos productiva. Ahora genera solo 50 centavos de ingresos por cada dólar de activos, frente a los 60 de 2014, según LSEG.

Muchas apuestas se han agriado. Las ganancias de Alibaba se desplomaron un 77% interanual, hasta 1.500 millones de dólares, en el trimestre más reciente, principalmente debido a pérdidas de valor de mercado en inversiones de capital, así como cargos por deterioros relacionados con la cadena de supermercados Sun Art y su servicio de streaming de vídeo Youku.

Mientras, nuevos y ágiles participantes han desafiado el negocio principal de Alibaba. PDD se ganó a los compradores ahorrativos en las ciudades chinas menos prósperas, mientras Douyin, la app de vídeos cortos propiedad de ByteDance, matriz de TikTok, se ha convertido en un formidable competidor en ecommerce. La participación de mercado de Alibaba en compras online desde casa está en torno al 40%, según Insider Intelligence. Y sigue rezagado en el extranjero, incluso con minoristas como Temu, de PDD, y Shein, fundada en China, arrasando en los mercados occidentales.

Pekín también jugó un papel. El tristemente célebre discurso de Ma de 2020 en el que criticaba a los reguladores chinos provocó la cancelación de la OPV de Ant y una reducción de personal. El locuaz multimillonario ayudó a impulsar a las autoridades a tomar medidas drásticas contra lo que los altos líderes llamaron “crecimiento bárbaro” y “expansión desordenada del capital” del sector privado. En 2021, el organismo antimonopolio de China multó a Alibaba con una cifra récord de 2.800 millones por abusar de su dominio en el mercado.

Mientras, la pandemia y la crisis inmobiliaria enfriaron la economía. Este enero, el país informó de la caída interanual más pronunciada de los precios al consumidor desde la crisis financiera mundial. Las crecientes tensiones entre EE UU y China han hecho que los inversores desconfíen de las empresas que están ambos lados de la línea divisora, como Alibaba, que cotiza en Hong Kong y Nueva York.

La respuesta inicial de Alibaba fue dividirse en seis partes para dar a cada negocio más autonomía y, al tiempo, liberar valor. Al principio, los accionistas aplaudieron, pero la posterior caída del mercado chino obligó a repensar la situación. Los inversores extranjeros llevan seis meses seguidos siendo vendedores netos de acciones chinas. Las restricciones tecnológicas de EE UU han oscurecido las perspectivas de un negocio chino de nube e inteligencia artificial independiente. Los analistas partidarios de vender consideraron en su momento que esta unidad era la más valiosa de Alibaba después del ecommerce. Pero un reciente análisis de suma de las partes de China Merchants Securities atribuye un valor de solo 55.000 millones de yuanes (7.600 millones de dólares) al negocio de la nube, menos del 3% del total.

La débil y opaca gobernanza no ha ayudado. Tras la separación de las unidades, estallaron luchas internas por el poder, informó el FT, citando a fuentes cercanas. Una entre Zhang y Wu, cofundador de Alibaba, ha sido particularmente problemática. En junio, Zhang anunció que dejaría el cargo de CEO y presidente para dirigir la unidad de la nube; menos de tres meses después, renunció abruptamente.

Pero los extranjeros todavía no tienen idea de quién está a cargo. Alibaba está en la práctica controlada por una sociedad que nombra a la mayoría de los consejeros. Tanto Zhang como Ma, que dimitió como presidente en 2019, siguen siendo miembros. Sorprendentemente, Alibaba dice que Zhang sigue contribuyendo a la empresa “canalizando su experiencia de manera diferente” y ha comprometido mil millones de dólares para un fondo que establecerá su exjefe.

El estado de la reestructuración de Alibaba tampoco está claro, después de que la compañía rechazara la escisión de la nube y suspendiera las OPV de sus divisiones de logística y alimentación. Wu dirige ahora los negocios nacionales de ecommerce y nube, además de su función como CEO del grupo. Ha prometido una inversión significativa y sostenida en las dos divisiones para reactivar el crecimiento, mientras la compañía planea gastar 12.000 millones de dólares al año para recomprar sus acciones.

Pero es posible que Wu tenga que priorizar. El flujo de caja neto operativo de Alibaba cayó un 26% interanual, hasta 9.000 millones, en octubre-diciembre, mientras el flujo de caja libre se redujo más de un 30%. Además, las estrictas normas antimonopolio y el escrutinio regulatorio de China dificultarán que la empresa recupere la participación de mercado perdida.

En última instancia, la suerte de Alibaba está ligada a la del consumidor chino, tal como hace una década. Los esfuerzos de las autoridades por reactivar la confianza y estimular el consumo interno han sido hasta ahora poco sistemáticos. Así, apostar por un cambio de rumbo de Alibaba es la apuesta a la contra definitiva para la economía de China. Se trata de un viaje que muchos inversores tal vez no quieran emprender.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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Alibaba es la apuesta a la contra definitiva por la economía china

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27.02.2024

Si invierten con nosotros”, escribió Jack Ma en su carta inaugural a los accionistas en 2014, “se embarcarán en un viaje con Alibaba”. Una década después, la invitación del cofundador y expresidente del grupo chino de ecommerce parece más bien una advertencia. Tras su debut en la Bolsa de Nueva York ese mismo año, su capitalización se disparó hasta alcanzar los 858.000 millones de dólares en 2020, para caer hoy por debajo de los 200.000 millones. Se echa la culpa a su excesiva expansión, a las enérgicas medidas regulatorias y a la desaceleración del consumo chino. El nuevo jefe, Eddie Wu, afronta un arduo viaje.

Es difícil imaginar que Alibaba alguna vez valió más que Amazon y Meta. La participación del 80% de la compañía en el mercado de ecommerce de China y el crecimiento anual de las ventas, de más del 50%, deslumbraron a los inversores globales ávidos de exposición a la clase media del país. Silicon Valley no tenía respuesta para las muy populares plataformas de compras Taobao y ­Tmall, de Alibaba, ni para su filial Alipay, que fue pionera en monederos móviles, banca digital y gestión patrimonial.

Los 670.000 millones de valor de mercado perdidos por Alibaba en tres años y medio son un raro ejemplo reciente de una superestrella tecnológica que cae a la tierra. Rivales locales más pequeños han socavado su dominio; los analistas encuestados por LSEG pronostican un crecimiento de los ingresos de un solo dígito para los próximos tres años fiscales.

Mientras, Ant, que opera Alipay, vale solo un cuarto de la valoración de 315.000 millones de la que presumía antes de que los reguladores financieros torpedearan su OPV de 2020. [Con todo, Ant acaba de superar la oferta de Citadel Securities para hacerse con la unidad de banca de inversión de Credit Suisse en China, según Bloomberg. El acuerdo tiene poco sentido, pero sería una señal de que el grupo financiero vuelve a estar en buenas relaciones con Pekín.]

Los inversores que compraron la oferta de Alibaba de 2014 se han embolsado un mísero retorno del 10%; Amazon ha obtenido un 943%........

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