El proyecto mesiánico de Javier Milei y el frente de derecha empujan al país hacia una dimensión desconocida. La Argentina, golpeada, desmayada, a merced de un líder que acelera a todo lo que da hacia el barranco. Y ahí vamos, disparados al vacío, rápido, muy rápido. En este particular universo nacional que a veces es distópico, otras payasesco, pero siempre angustiante, el Gobierno intercala políticas ridículas con políticas que abren conflictos federales y otras que disuelven, cada vez más, la capacidad económica y productiva de todo el tejido social.

Acá, en este país, el año acaba de comenzar. El viernes nomás. Marzo es el primer mes relevante en el calendario argentino. Empiezan las clases en todos los niveles. Se terminan las vacaciones. El verano afloja para darle lugar al otoño y a medida que disminuye la potencia de los rayos solares, la gente empieza a sentir más de cerca los problemas; un pueblo que parece aturdirse por el calor. El primero de marzo marca, también, el inicio de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional y de las legislaturas de las 23 provincias. En todos los casos el Ejecutivo es el encargado de las aperturas.

Y ahí se paró el libertario, sobre un pequeño escalón para llegar más cómodo al atril, rodeado de sus trolls –algunos con funciones en el mundo físico, otros con funciones en el mundo virtual– para lanzar su plan de gobierno: extorsión y motosierra. Los gobernadores escuchaban a pocos metros. Les propuso alivio fiscal (dinero) a cambio de aprobar la ley ómnibus. Y recién ahí, con su proyecto aprobado, firmar un pacto el 25 de mayo en la provincia de Córdoba para relanzar su gestión: “Si quieren conflicto, tendrán conflicto”, avisó por si alguien dudaba del ánimo presidencial.

Cuando finalizó el acto y por si no había quedado claro, dijo a las cámaras de televisión: “No confío en los gobernadores”. Mientras tanto, los mismos gobernadores, especialmente los del ¿ex? partido macrista PRO, salieron a jurar que tenían voluntad de acuerdo con el presidente y que por supuesto ahí nos vemos en Córdoba. La misma pregunta se tensa cada vez más. ¿Cuánto falta para que el PRO se desintegre dentro de La Libertad Avanza? O la misma invertida, ¿hasta dónde están dispuestos a acompañar?

Enseguida, a medianoche, Mauricio Macri respondió con dos tuits:

“Un mensaje claro, firme y con coraje. Todos los argentinos tenemos que apoyar al Presidente y la clase política aceptar esta invitación en un gesto de humildad y grandeza”.

“Presidente, el PRO estará en Córdoba para firmar el Pacto del 25 de Mayo”.

Milei llegó al Congreso después de pelearse con el Congreso porque no aprobaron la ley ómnibus. Después de pelearse –en público y en privado– con el gobernador de Chubut (Ignacio Torres, del PRO) y el resto de las provincias de la Patagonia –región que abastece a todo el país de gas y de petróleo– por incumplir la ley de coparticipación (reparto a las provincias de ingresos recaudados por el Estado nacional). Después de pelearse con Lali Espósito porque la artista lo criticó. Después de pelearse con la DAIA –organización central de la comunidad judía– y todo el arco de oenegés porque cerró el INADI, instituto que trabaja para erradicar la discriminación y la xenofobia. Después de pelearse con la comunidad LGTB porque prohibió el uso del lenguaje inclusivo y toda perspectiva de género de los documentos oficiales y de todo el aparato estatal. Después de pelearse con todos por despedir a 150 trabajadores y trabajadoras discapacitados de la Agencia Nacional de Discapacitados.

El programa para refundar la Argentina se completó con el anuncio del cierre de la agencia de noticias estatal, Télam, el regreso de las jubilaciones privadas, y un castigo especial a los sindicatos; limitar los mandatos de sus dirigentes, obligar a garantizar el 70 por ciento del servicio durante una huelga docente. Para los empleados públicos en general, se les descontará el día de huelga.

Y luego fue directo al hueso de la crisis. La medida: ningún funcionario que viaje con un pasaje pagado por un organismo público podrá acumular millas para viajes personales. “Un privilegio sin sentido que grafica a la perfección el modelo de la casta”, dijo el presidente y desde los palcos del parlamento bajó el grito de guerra. Y sonaba: “Tiene miedo, la casta tiene miedo, la casta tiene miedo”. Entre ellos también aplaudía la familia Menem, que tiene a uno de sus integrantes como jefe de diputados oficialistas y, al momento del discurso, se encontraba en el mismo cuadro televisivo, detrás de Milei y al costado de la vicepresidenta Victoria Villarruel.

En los 73 minutos que duró su discurso, el libertario siguió jugando con el barranco. Ante cada derecho consagrado que cancelaba, ante cada institución pública que eliminaba, mostraba una sonrisa de placer, una pausa que encerraba el goce de la destrucción; el cazador que posa, feliz, junto al gran animal asesinado. Esta vez le puso fecha y amenaza concreta: 25 de mayo. ¿Y si no, qué?

Como mafioso de un pueblo perdido que exige dinero al almacenero para no volver a golpearlo, el presidente anunció su plan de trabajo

Faltan tres meses y en Argentina, sobre todo en esta Argentina, pensar en ese tiempo es un acto de fe. O de ilusión. O de negación. Como mafioso de un pueblo perdido que exige dinero al almacenero para no volver a golpearlo, el presidente anunció su plan de trabajo: “Esta es la oferta que nosotros ponemos sobre la mesa”.

Otra vez. ¿Y si no qué? Lo que le sucederá al país si la oposición no acepta su oferta es algo que también adelantó. “Ordenaremos las cuentas fiscales de la Argentina con o sin la ayuda del resto de la dirigencia política. Pero si el resto de la política acompaña, lo haremos más rápido y mejor, con menor costo social”.

En una entrevista reciente con el Financial Times, había advertido que no necesita del apoyo legislativo: “Mientras el Congreso tenga su composición actual, creemos que es difícil aprobar reformas. Hay otras reformas que podemos hacer por decreto”. Lo curioso es que parece no necesitar tampoco de una base social movilizada (más allá de que el apoyo pasivo supera el 40%), ni de un apoyo explícito de los industriales, ni del sector rural, ni de la clase media, ni del campo popular. ¿Cuánto más puede sostenerse, agarrado de su máquina de trolls, un grupo reducido de periodistas televisivos, y el apoyo del mundo financiero?, mientras en las villas las familias tienen que elegir si almorzar o cenar, mientras los que tienen trabajo(s) queman sus ahorros, mientras los locales comerciales remarcan los precios sin venderle a nadie, mientras las empresas detienen la producción.

Un exfuncionario de Cristina Fernández explicó a CTXT quiénes son los ganadores de este modelo. “El Gobierno de Milei toma decisiones solamente con el objetivo de mejorar la calificación de riesgo que pone el mercado, bajar el riesgo país, y que de ese modo suba el precio de los bonos argentinos. Ahí están algunos de los ganadores de esta política económica. Más de fondo, se busca volver a estar en condiciones de acceder a tomar deuda en los mercados internacionales y relanzar el festival de endeudamiento externo”.

Por primera vez desde la vuelta de la democracia en 1983, un presidente argentino no mencionó el tema Malvinas en su discurso en el Congreso. Tampoco pronunció las palabras producción, industria. Lo que sí dejó en claro –de nuevo– es que no tiene nada que perder: “Aceptamos pagar todos los costos políticos para lograr esos cambios, inclusive costos políticos que no nos correspondan. Porque si el precio de arreglar este país es caer al ostracismo, allí me encontrarán con orgullo”.

QOSHE - Ultimátum Milei: “Esta es mi oferta” - Emiliano Gullo
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Ultimátum Milei: “Esta es mi oferta”

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03.03.2024

El proyecto mesiánico de Javier Milei y el frente de derecha empujan al país hacia una dimensión desconocida. La Argentina, golpeada, desmayada, a merced de un líder que acelera a todo lo que da hacia el barranco. Y ahí vamos, disparados al vacío, rápido, muy rápido. En este particular universo nacional que a veces es distópico, otras payasesco, pero siempre angustiante, el Gobierno intercala políticas ridículas con políticas que abren conflictos federales y otras que disuelven, cada vez más, la capacidad económica y productiva de todo el tejido social.

Acá, en este país, el año acaba de comenzar. El viernes nomás. Marzo es el primer mes relevante en el calendario argentino. Empiezan las clases en todos los niveles. Se terminan las vacaciones. El verano afloja para darle lugar al otoño y a medida que disminuye la potencia de los rayos solares, la gente empieza a sentir más de cerca los problemas; un pueblo que parece aturdirse por el calor. El primero de marzo marca, también, el inicio de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional y de las legislaturas de las 23 provincias. En todos los casos el Ejecutivo es el encargado de las aperturas.

Y ahí se paró el libertario, sobre un pequeño escalón para llegar más cómodo al atril, rodeado de sus trolls –algunos con funciones en el mundo físico, otros con funciones en el mundo virtual– para lanzar su plan de gobierno: extorsión y motosierra. Los gobernadores escuchaban a pocos metros. Les propuso alivio fiscal (dinero) a cambio de aprobar la ley ómnibus. Y recién ahí, con su proyecto aprobado, firmar un pacto el 25 de mayo en la provincia de Córdoba para relanzar su gestión: “Si quieren conflicto, tendrán conflicto”, avisó por si alguien dudaba del ánimo presidencial.

Cuando finalizó el acto y por si no había quedado claro, dijo a las cámaras de televisión: “No confío en los gobernadores”. Mientras tanto, los mismos gobernadores, especialmente los........

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