“Libertad es poder pedir una aceituna en mitad de un concierto”. “No conozco un sitio donde la libertad se haya abierto camino después de cerrarse una plaza de toros, al contrario, lo que viene después de eso es sequía y el control político”. Estas dos frases construidas en torno al concepto de libertad no son el resultado de las pruebas en fase beta de un nuevo tipo de Inteligencia Artificial, sino las pronunciadas por la presidenta de la Comunidad de Madrid en diferentes actos durante esta última semana. Isabel Díaz Ayuso es asidua al uso de la palabra libertad. En sus discursos solemos encontrarnos a la libertad revuelta entre conceptos de todo tipo, complicándole al receptor entender el quid del asunto. “Libertad es no encontrarte con tu ex”. “Libertad es poder ir un rato a ver una película o a tomarse algo”. “Libertad es comprar donde quieras y cuando quieras”. Los usos por parte de Díaz Ayuso del concepto libertad son innumerables. Y es que la libertad es su gran bandera política. Tal vez la única. No por casualidad, allá por 2021, su programa electoral sólo contenía esa palabra: libertad. Pero, más allá del uso y abuso comunicativo del concepto, ¿en qué consiste, desde un punto de vista académico, esa libertad de la que tanto habla la presidenta Ayuso?

Para tratar de desvelar el enigma escondido entre platos de aceitunas, corridas de toros y esquinazos a los ex, utilizaremos el método deductivo, esa herramienta científica atribuida a Galileo Galilei consistente en la confirmación de hipótesis previamente establecidas mediante deducción. Ya saben. Tiramos bola pequeña, tiramos bola grande y vemos si es cierto eso de que ambas caen a la vez. Históricamente, el uso del concepto libertad ha estado asociado a dos campos fundamentales. Libertad en lo económico y libertad en lo social. En el primero de los supuestos, el dirigente político enamorado de la libertad volcaría todas sus energías en defender un modelo económico basado en el libre mercado. Esto es, un proyecto político en el que la intervención del sector público sobre la economía fuese nula, dejando que esta se autorregule. El método deductivo descarta que sea esta la libertad de la que Ayuso habla si observamos las muy frecuentes y muy generosas subvenciones que desde la Comunidad de Madrid se da a medios de comunicación, grandes empresas, iglesia católica, centros educativos privados o incluso familias con rentas altas. La política intervencionista de Ayuso evitando que sea la mano invisible del mercado quien decida si un medio de comunicación, una entidad religiosa o una empresa privada es o no viable, hace que descartemos, por tanto, la hipótesis de que la libertad de la que habla la presidenta de Madrid tenga que ver con lo económico. Por si quedase alguna duda, un ejemplo personal. En 2020 la empresa privada del hermano de Díaz Ayuso recibió de la Comunidad de Madrid 300.000 euros por la venta de unas mascarillas que fueron pagadas a un precio superior al que marcaba en ese momento el mercado. Es decir, despreció Ayuso la sagrada ley de oferta y demanda que situaba esas mascarillas en el mercado libre a un precio más competitivo. Terminado el experimento, no es de libertad económica de lo que habla Díaz Ayuso, concluiría sin dudarlo Galileo.

En este momento de la investigación, deberíamos plantearnos si Ayuso está volcando su acción política en el segundo campo para establecer la siguiente hipótesis a analizar. La presidenta de Madrid hablaría de libertad individual, ese tipo de libertad consistente en que bajo ningún concepto el Estado se entrometa en los ámbitos íntimos del ser humano para tratar de cercenar sus formas de sentir o actuar y que tienen que ver con lo sexual, lo ideológico o lo cultural. Galileo, con su kit de bolitas, se pondría manos a la obra para verificar esta tesis y la observación daría resultados claros. En julio de 2022, el dramaturgo Paco Bezerra supo que su obra sobre la vida de Teresa de Jesús había sido censurada y retirada de la programación cultural de la Comunidad de Madrid por considerarse poco ortodoxa. El pasado septiembre conocíamos que el Gobierno de Díaz Ayuso revisará los contenidos de los libros educativos incluidos en el programa curricular de los escolares madrileños para amoldarlos a lo que ella considera la ideología correcta. Si en lo cultural y lo educativo nos encontramos con argumentos que tumban la hipótesis de que la libertad de la que habla Ayuso es la individual, en cuestión de libertad sexual o racial tampoco los hay. Hemos visto a Ayuso vincular recientemente inmigración con delincuencia o implementar leyes que recortan la libertad de las personas trans. No debería sorprendernos demasiado el fracaso de esta tesis teniendo en cuenta que en 2019, la entonces candidata a presidir el Gobierno madrileño, mostró su disconformidad con que el desfile del Orgullo LGTBI recorriese las calles céntricas de Madrid. Aunque tampoco sabía dónde ubicarlo: “En la Casa de Campo no, que allí van familias”. Llegados a este punto, es fácil imaginar la desesperación de un Galileo que tampoco podría dar por válida la tesis de la libertad individual. Por si hay dudas, Ayuso defendía hace unos días la idea de que el Estado pudiera espiar y fabricar pruebas falsas para acabar con aquellos rivales políticos a los que, por motivos puramente ideológicos, ella considera peligrosos.

El método deductivo ha llevado al pobre Galileo a un callejón sin salida en el que las dos principales interpretaciones del concepto libertad a lo largo del último siglo se han demostrado inválidas con la presidenta Ayuso. No es a la libertad económica a la que se refiere, tal y como demuestran sus continuas intervenciones en el libre mercado, ni tampoco a la libertad individual, como hemos comprobado. No queda más remedio en este punto que dar por fracasado el método deductivo, darle a Galileo las gracias por su tiempo, regalarle el juego del programa e intentar encontrar respuestas por otro lado. Mediante el método inductivo. Esto es, tratar de construir una hipótesis a base de observar hechos relacionados entre sí. Y los hechos observados y relacionados son sorprendentes.

En lo económico, la observación nos hará descubrir rápidamente que ese intervencionismo, esa ausencia de libre mercado implementada por Ayuso afecta, mayoritariamente, a sus afines. Como oyen. Ayuso priva a los suyos de manera sistemática del privilegio que supone que sea la mano invisible del mercado la que decida si sus negocios son o no viables sometiéndolos al intervencionismo de la subvención continuada. Al tiempo, la suerte de ser gobernados en libertad por un mercado sin control ni intervención se la reserva a los no afines. Un ejemplo paradigmático. Mientras la sanidad o la educación privada reciben grandes subvenciones públicas típicas de ese intervencionismo que no respeta la acción del libre mercado, la sanidad o la educación pública viven en un mundo capitalista que defiende que, cuantos menos recursos públicos, mejor. Cuando Ayuso dijo aquello de “comunismo o libertad”, en realidad quería decir comunismo y libertad, ambas cosas. Comunismo para los suyos, los afines que sienten el calor del Estado en forma de intervención económica favorable y libertad para los otros, los no afines, expuestos al frío de la mano invisible. En el ámbito de la libertad individual la regla se repite, pero a la inversa. Mientras los colectivos dominantes afines a la presidenta gozan de libertad de ser y actuar como quieran, los colectivos lejanos a la órbita de Ayuso sufren control estatal que vigila sus comportamientos. Un ejemplo claro. Las corridas de toros de promotores privados son subvencionadas con dinero público en Madrid para que los espectadores acudan a la plaza considerándose esta acción un acto de libertad individual. Por el contrario, la cultura asociada a la ideología progresista es sometida a las normas del libre mercado que dicen búsquese usted la vida y, si el contenido ideológico no convence a la presidenta, aparece la censura. Nos encontramos, pues, con un modelo de libertad consistente en que los círculos cercanos a la presidenta que se benefician del intervencionismo estatal se benefician también de la libertad individual.

El método inductivo parece estar funcionando y llevándonos a la conclusión de que lo que Ayuso predica políticamente se lo aplica a los otros

El método inductivo parece estar funcionando y llevándonos a la conclusión de que lo que Ayuso predica políticamente se lo aplica a los otros, reservándose para su círculo cercano aquello que asegura ser un error. Para acabar de comprobarlo, más allá de las políticas de Ayuso observaremos a la propia presidenta. Ayuso defiende la conveniencia de que los jóvenes se busquen la vida en el sector privado aceptando trabajos sin preguntar cuánto cobrarán en nombre de un supuesto espíritu aventurero. Sin embargo, la presidenta sólo ha cotizado cobrando sueldos públicos. Ayuso propone una economía “competitiva” en la que el empresario pueda contratar y despedir sin ataduras porque eso es beneficioso para la economía. Sin embargo, la presidenta madrileña prepara una ley que le asegurará un alto sueldo vitalicio una vez deje el cargo perjudicando gravemente a la economía. Ayuso apoya en público al Milei que en Argentina propone, motosierra en mano, destripar todo gasto público. Pero la presidenta ha aumentado en un 30% el gasto público de la Comunidad de Madrid en nombramiento de altos cargos de confianza.

Estamos, al fin, ante la respuesta a la pregunta “¿de qué habla Ayuso cuando habla de libertad?”. Y la conclusión es que, para Díaz Ayuso, la libertad consiste en interpretar la realidad de forma libre, decidiendo que el libre mercado es bueno para los demás, pero quizá no para una misma y los suyos. Libertad es gritar que las libertades individuales son sagradas siempre que el individuo sea uno mismo y no el otro. Libertad, para Ayuso, es poder aparcar el coche en la acera mientras das una charla sobre respeto vial. Si Galileo fue un pionero en su tesis de que todo el sistema gira alrededor del sol, Ayuso también lo es en su campo: todo el sistema de libertades gira en torno a ella y a su conveniencia. Y quien no lo entienda es un enemigo de esa libertad.

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¿Qué significa la libertad de Ayuso? Galileo te lo explica

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09.02.2024

“Libertad es poder pedir una aceituna en mitad de un concierto”. “No conozco un sitio donde la libertad se haya abierto camino después de cerrarse una plaza de toros, al contrario, lo que viene después de eso es sequía y el control político”. Estas dos frases construidas en torno al concepto de libertad no son el resultado de las pruebas en fase beta de un nuevo tipo de Inteligencia Artificial, sino las pronunciadas por la presidenta de la Comunidad de Madrid en diferentes actos durante esta última semana. Isabel Díaz Ayuso es asidua al uso de la palabra libertad. En sus discursos solemos encontrarnos a la libertad revuelta entre conceptos de todo tipo, complicándole al receptor entender el quid del asunto. “Libertad es no encontrarte con tu ex”. “Libertad es poder ir un rato a ver una película o a tomarse algo”. “Libertad es comprar donde quieras y cuando quieras”. Los usos por parte de Díaz Ayuso del concepto libertad son innumerables. Y es que la libertad es su gran bandera política. Tal vez la única. No por casualidad, allá por 2021, su programa electoral sólo contenía esa palabra: libertad. Pero, más allá del uso y abuso comunicativo del concepto, ¿en qué consiste, desde un punto de vista académico, esa libertad de la que tanto habla la presidenta Ayuso?

Para tratar de desvelar el enigma escondido entre platos de aceitunas, corridas de toros y esquinazos a los ex, utilizaremos el método deductivo, esa herramienta científica atribuida a Galileo Galilei consistente en la confirmación de hipótesis previamente establecidas mediante deducción. Ya saben. Tiramos bola pequeña, tiramos bola grande y vemos si es cierto eso de que ambas caen a la vez. Históricamente, el uso del concepto libertad ha estado asociado a dos campos fundamentales. Libertad en lo económico y libertad en lo social. En el primero de los supuestos, el dirigente político enamorado de la libertad volcaría todas sus energías en defender un modelo económico basado en el libre mercado. Esto es, un proyecto político en el que la intervención del sector público sobre la economía fuese nula, dejando que esta se autorregule. El método deductivo descarta que sea esta la libertad de la que Ayuso habla si observamos las muy frecuentes y muy generosas subvenciones que desde la Comunidad de Madrid se da a medios de comunicación, grandes empresas, iglesia católica, centros educativos privados o incluso familias con rentas altas. La política intervencionista de Ayuso evitando que sea la mano invisible del mercado quien decida si un medio de comunicación,........

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