En los dos primeros actos fundacionales de lo que sería un nuevo Gobierno para España Sánchez incidió –desde el balcón de Ferraz el 23J y desde la tribuna del Congreso el 15N– en la necesidad de pisar con valentía el acelerador del progreso para dejar atrás la ola reaccionaria que inunda el planeta. En el tercer y definitivo acto, el anuncio de ese nuevo Gobierno, Sánchez ha confirmado que siguen Marlaska, Robles y Calviño. La tragedia de Melilla, el otanismo más acrítico y el freno a las reformas económicas de izquierdas seguirán ocupando los llamados sillones de Estado. Habemus nuevo Gobierno que llega sin demasiadas sorpresas. Como Johan Cruyff, el presidente español es experto en los cambios de ritmo que desequilibran a rivales y compañeros. Así que no puede ser sorpresa que al esprint endiablado hacia la portería rival anunciado meses atrás le siga una parada en seco en el medio campo. Cada uno juega a esto como quiere. O como puede. El Gobierno anunciado por Sánchez es conservador en lo ambicioso y también coherente con esa estrategia acelerón-parada. Veintidós carteras, como en 2019: 17 para el PSOE y 5 para Sumar con la idea de, en palabras del presidente desde las escaleras de La Moncloa, “afrontar una legislatura de marcado perfil político”. Traducido del sanchés al castellano, estos son los hombres y mujeres que en los próximos años deberán apagar los incendios provocados por una derecha echada al monte dispuesta a quemar matorral y lo que surja.

Apagar incendios es lo contrario a provocarlos y con este prisma tan placentero para los amigos del presi arranca la tercera entrega de Sánchez en La Moncloa

Apagar incendios es lo contrario a provocarlos y con este prisma tan placentero para los amigos cincuentones del presi arranca la tercera entrega de Sánchez en La Moncloa. El feminismo, escenario central de la batalla cultural sin el cual es imposible imaginar esta reelección de Sánchez, pasará presumiblemente a ser un páramo de tranquilidad con el nombramiento de perfil bajo de Ana Redondo García y la destitución de un perfil tan complicado como el de Irene Montero. Fíjense si es complicado que, como le señaló Feijóo a Sánchez en la investidura, al tiempo que presume usted de avances históricos en políticas de igualdad, crucifica a la titular de esa cartera. Si hay un ganador de la gala de nombramientos –más allá de Marlaska, tiene un mérito grande seguir en el cargo con Melilla a las espaldas, la policía manifestándose contra el Gobierno y la ley mordaza intacta– ese es Félix Bolaños. El hombre que llegó a mediados de la pasada legislatura para sustituir al gurú Iván Redondo es hoy el hombre de confianza del presidente. Tanta confianza le tiene al redactor de la ley de Amnistía que, sumando ahora al Ministerio de Presidencia el de Justicia, será el encargado de vérselas con el principal partido de oposición al Gobierno: el Partido Judicial.

Sobre Bolaños, en un organigrama que no respeta el poder interno real, habrá cuatro vicepresidentas –tres más y podrían turnarse en un cuadrante semanal– que, además de vicepresidir, representarán, como en la legislatura anterior, los principales retos de este Gobierno. Economía, Trabajo, Transición Ecológica y Hacienda. Las cuatro titulares repiten en el Ejecutivo, pero quien asciende en el escalafón es María Jesús Montero, gran esperanza del muy tocado y necesario granero de votos del socialismo andaluz. En un ejecutivo de continuidad, la novedad está en las caras flamantes. Todas, excepto la de la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda Yolanda Díaz son nuevas en el socio minoritario, Sumar. Excepto Díaz, nada queda ya en el Gobierno de la anterior coalición de Unidas Podemos. Cultura será para el portavoz de Sumar en las elecciones, Ernest Urtasun; Sanidad para la líder de Más Madrid, Mónica García; Infancia y Juventud para la miembro de la dirección de Izquierda Unida Sira Rego; y Derechos Sociales y Consumo para Pablo Bustinduy. Ponerle apellidos y señalar corrientes internas en los nombramientos de Sumar es necesario cuando nos encontramos ante una anomalía estadística: no quedan restos del actual Podemos en el nuevo Gobierno. No debe de haber muchos casos en historia política que narren la desaparición absoluta a nivel representación gubernamental de un partido que hace un cuarto de hora ha sido clave y motor de un Gobierno de coalición que aún se autodefine del mismo modo. Un borrado que es, en sí, un acto político y un anuncio de que, en la legislatura que arranca, será poco habitual asistir a tensiones internas como las vividas en la legislatura anterior cuando Unidas Podemos reclamaba públicamente que el PSOE cumpliese el programa pactado.

Por la parte socialista, pocas novedades y ninguna de gran alcance, salvo el 155 aplicado al Ministerio de Igualdad, que vuelve al lugar de donde nunca debió salir, dicen en privado los socialistas. Jordi Hereu, Elma Saiz, Ángel Víctor Torres, Ana Redondo y Óscar Puente serán los ministros y ministras de Industria, Seguridad Social, Política Territorial, Igualdad y Transportes, respectivamente. Todos ellos con perfiles de partido y con experiencia en el ámbito municipal y autonómico a los que Sánchez les ha puesto sobre la mesa un encargo claro: explicarle a la ciudadanía la acción de este Gobierno. Para que no se la explique Pablo Motos, le ha faltado añadir escarmentado de la legislatura anterior. Se entiende que quienes han salido del Gobierno en el lado socialista, Héctor Gómez, Pilar Llop, José Manuel Miñones, Raquel Sánchez y Miquel Iceta no supieron cumplir con esa tarea de imponerse a Trancas y Barrancas.

La composición del nuevo Gobierno, la buena sintonía entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz y el dibujo de un proyecto político de mantenimiento de lo logrado, escudado en la difícil aritmética parlamentaria, anuncian una legislatura tranquila en lo interno. Lo cual nada tiene que ver con la tranquilidad en sí cuando enfrente hay una derecha que acude al monte con latas de gasolina. Tener un buen retén de bomberos es necesario, pero normalmente no sirve de mucho si no te atreves a implementar leyes de montes.

QOSHE - El retén de Sánchez - Gerardo Tecé
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El retén de Sánchez

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21.11.2023

En los dos primeros actos fundacionales de lo que sería un nuevo Gobierno para España Sánchez incidió –desde el balcón de Ferraz el 23J y desde la tribuna del Congreso el 15N– en la necesidad de pisar con valentía el acelerador del progreso para dejar atrás la ola reaccionaria que inunda el planeta. En el tercer y definitivo acto, el anuncio de ese nuevo Gobierno, Sánchez ha confirmado que siguen Marlaska, Robles y Calviño. La tragedia de Melilla, el otanismo más acrítico y el freno a las reformas económicas de izquierdas seguirán ocupando los llamados sillones de Estado. Habemus nuevo Gobierno que llega sin demasiadas sorpresas. Como Johan Cruyff, el presidente español es experto en los cambios de ritmo que desequilibran a rivales y compañeros. Así que no puede ser sorpresa que al esprint endiablado hacia la portería rival anunciado meses atrás le siga una parada en seco en el medio campo. Cada uno juega a esto como quiere. O como puede. El Gobierno anunciado por Sánchez es conservador en lo ambicioso y también coherente con esa estrategia acelerón-parada. Veintidós carteras, como en 2019: 17 para el PSOE y 5 para Sumar con la idea de, en palabras del presidente desde las escaleras de La Moncloa, “afrontar una legislatura de marcado perfil político”. Traducido del sanchés al castellano, estos son los hombres y mujeres que en los próximos años deberán apagar los incendios provocados por una derecha echada al monte dispuesta a quemar matorral y lo que surja.

Apagar incendios es lo contrario a provocarlos y con........

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