Uno, que escribe de política nacional con residencia lejos de Madrid –así ningún político te invita a comer–, pocas veces tiene la suerte de que el debate del momento esté a un par de paradas de autobús de casa. El alcalde de Sevilla anuncia su intención de cerrar una plaza pública de la ciudad y cobrar dinero por acceder a ella. La plaza de España, para quien, al contrario que George Lucas, que la eligió como escenario de Star Wars, no la conozca, es un enorme y diáfano monumento arquitectónico proyectado por Aníbal González para la Exposición Iberoamericana de 1929. La idea conceptual de este espacio era, según lo concibió el mítico arquitecto, abrir Sevilla a toda Iberoamérica. Una idea que 95 años después José Luis Sanz (PP) quiere redefinir cerrando el espacio a la propia Sevilla.

Los motivos dados por el Ayuntamiento gobernado por el PP son varios y también variopintos. El primero es que se necesita dinero para su conservación. Motivo por el que a los transeúntes no andaluces se les cobrará “un precio simbólico”. Los sevillanos, sin embargo, tendremos la enorme fortuna de poder hacer una larga cola, llegar a la casetilla de la empresa adjudicataria del cerrojazo con el DNI en la boca y, tras recitar la correcta receta del bocadillo de serranito, recibir el permiso de una empresa privada para poder seguir circulando por la calle por la patilla. Todo un detalle del alcalde. Un alcalde que hace unos meses, recién tomado el bastón de mando de la ciudad, anunciaba orgulloso una bajada de impuestos y rechazaba activar la tasa turística extendida por toda Europa porque eso, amigos míos, es comunismo. Además de conseguir una financiación que la bajada de impuestos hace necesaria, el cierre permitirá que este espacio público quede libre de vendedores ambulantes, argumentan desde un Ayuntamiento dispuesto a combatir con determinación la lacra social que suponen los globos de helio con la cara de Bob Esponja o el olor a castaña asada.

La privatización de los espacios públicos no es un invento del alcalde de Sevilla. El espacio común lleva décadas en la diana de administraciones que diseñan ciudades para consumidores que produzcan beneficios en el centro comercial en lugar de para vecinos que pierdan el tiempo sentados en un banco del parque cada vez más incómodo. Hace mucho que las ciudades no son pensadas por arquitectos, sino por empresarios. Hace mucho que espacios públicos como la plaza de España de Sevilla son cerrados al paso, durante días, para que empresas de reconocido poderío económico celebren sus eventos privados. Cenas, desfiles, galas o exhibiciones cerradas a los dueños de la plaza, los habitantes de la ciudad, que a cambio son pagados con un salario emocional consistente en la supuesta promoción mediática de un espacio que para nada necesita de esa promoción. Nos mean y dicen que llueve. La novedad que pone sobre la mesa el alcalde de Sevilla tiene que ver con la torpeza. El proceso de privatización del espacio público debe ser, para que el ciudadano no lo note, paulatino y disimulado. Como lo ha sido hasta ahora. José Luis Sanz, con una propuesta que es de agradecer, hace spoiler antes de tiempo de lo que sería el escenario final que el capitalismo quiere para nuestras ciudades: privatización de la calle que es secuencia natural de la privatización de la salud o la educación.

No hace falta ser alcalde de nada para saber que el mantenimiento de las plazas de gran valor arquitectónico –y de las que no– debe salir de una cosa llamada impuestos. Un curioso invento mediante el cual los vecinos ponemos un dinero de nuestro bolsillo para que no tenga que venir la empresa privada del amigo del cargo público de turno a salvarnos de nada y de paso forrarse. Cualquiera de los turistas que pasean por la plaza de España de Sevilla observando los azulejos de las provincias de España tiene claro que el vendedor ambulante de globos y algodones de azúcar es menos ambulante que la multinacional que, de paso por Sevilla con su agenda de contactos y su exclusivo evento, tiene la capacidad de cerrar un espacio público cuando le plazca. La idea de que el cerrojazo sea permanente es de agradecer. La sinceridad, aunque venga de la mano de la torpeza, se entiende mucho mejor que las políticas urbanísticas que, de tapadillo, llevan décadas encerrándonos en nuestras propias ciudades convertidas ya en escaparates.

QOSHE - Plazas públicas S.L. - Gerardo Tecé
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Plazas públicas S.L.

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27.02.2024

Uno, que escribe de política nacional con residencia lejos de Madrid –así ningún político te invita a comer–, pocas veces tiene la suerte de que el debate del momento esté a un par de paradas de autobús de casa. El alcalde de Sevilla anuncia su intención de cerrar una plaza pública de la ciudad y cobrar dinero por acceder a ella. La plaza de España, para quien, al contrario que George Lucas, que la eligió como escenario de Star Wars, no la conozca, es un enorme y diáfano monumento arquitectónico proyectado por Aníbal González para la Exposición Iberoamericana de 1929. La idea conceptual de este espacio era, según lo concibió el mítico arquitecto, abrir Sevilla a toda Iberoamérica. Una idea que 95 años después José Luis Sanz (PP) quiere redefinir cerrando el espacio a la propia Sevilla.

Los motivos dados por el Ayuntamiento gobernado por el PP son varios y también variopintos. El primero es que se necesita dinero para su conservación. Motivo por el que a los transeúntes no andaluces se les cobrará “un precio simbólico”. Los sevillanos, sin embargo, tendremos la........

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