1- El PP ha ganado las elecciones gallegas. Quien gana suele ganar también la interpretación de esa victoria. Si eso es así, el PP habría ganado las elecciones en clave no gallega, sino en clave estatal. Se trataría de una victoria del pack amnistía-no, frente al pack amnistía-sí, lo que nos llevaría al último punto de este articulete –también conocido como punto 8–, directamente y sin pasar por la casilla de salida.

2- En todo caso, la victoria del PP, siendo absoluta –a la gallega; o, como se decía antes, a la búlgara–, no ha sido tan luminosa. Para ganar, para sobrellevar los errores de la campaña –el más llamativo: Feijóo abriendo la boca de la cara y enviando al garete toda la política del PP en Europa, y toda la teoría interna del golpe de Estado perrosanchista; la única que tienen, vamos–, el PP ha tenido que sacar la artillería pesada. En tiempos de drones I+D, la artillería pesada son cosas de otra época: a) utilización constante de medios públicos y concertados, b) llamamientos a que el BNG es ETA, c) pago de 500 euros a mariscadores, a tres días de las elecciones, d) SMS, en modo pásalo, a los sanitarios, anunciándoles subidón, a dos días de las elecciones y e) monjitas y paramonjitas llevando, el día de las elecciones, a abuelitos gagá a votar, con la papeleta en la boca. Con todo ese despliegue de recursos de cuando la CEDA, las derechas han ganado a las izquierdas por tan solo 30.000 votos. Demasiado poco para una mayoría tan absoluta. Lo que habla de otra artillería pesada convocada, fundamental y también de otra época: el sistema electoral, y ese seguro de vida para el PP que suponen las circunscripciones de Ourense y Lugo.

La sensación es que Galicia es inasequible a la política española. Pero también a la gallega

3- Por lo demás, la sensación es que Galicia es inasequible a la política española. Pero también a la gallega. Es decir, que el resultado de las elecciones del domingo se explica en otro sitio, alejado de la política, y que, en tanto que mediterráneo, ignoro. Sobre mi ignorancia: Galicia, junto a Andalucía, son los territorios estatales de identidad, si bien relajada, más autosuficiente, potente y, para un observador alejado, críptica. Resulta difícil para un observador exterior, en ese sentido, interpretar la querencia gallega –absoluta, llamativa, oscura, esto es, no fundamentada en palabras– al PP. Desde el exterior –y sus tinieblas exteriores, completamente diferentes a las interiores–, cabe interpretar que el PP es, siendo lo que sea que sea, también un acceso a la galleguidad, en absoluto despreciable. Y que el PP en Galicia, al contrario que el PP de Balears, Aragón, País Valencià, Catalunya, Madrid…, no tiene tantos problemas con la plurinacionalidad, si bien nunca jamás utilizará ese palabro, que incluso puede desconocer. Si exportara ese relajo identitario, el PP sería, en todo caso, imparable. Si bien exportar ese relajo es, por otra parte, imposible, pues el PP español es un partido nacionalista de otro nacionalismo, y que consume muchos decibelios en ello.

4- Importante, si bien ha sucedido en otras ocasiones y en otros territorios: la alta participación no garantiza el triunfo de las izquierdas. Ni siquiera garantiza la participación de las izquierdas. Es más, el fenómeno explica otro: las izquierdas son el orden. Son previsibles, y no garantizan cambios. Las derechas le han robado a las izquierdas el gamberreo. Cuidadín.

5- El triunfo del BNG es para tomar nota. Para tomar notas como, dos puntos, “las izquierdas parecen tender al voto útil, si bien su utilidad es diferente en cada territorio, esto es, que el voto se agrupa en diferentes siglas, según el territorio”. En aquellas zonas en las que la derecha es potente, y donde hay una izquierda importante por encima de otras, parece que se puede aplicar esta agrupación del voto de izquierdas en partidos que han hecho los deberes, y que no se han ido por los cerros de Úbeda en la última década.

Emitir política sin implantación, y más aún siendo gobierno, requiere un replanteamiento urgente

6- Los partidos sin implantación territorial –sin locales, sin presencia vital y física en los conflictos civiles, constantes, cotidianos, sin concejales a los que ver por la calle en carnavales vestidos de señora, sin concejalas a las que ver por la calle en carnavales vestidas de Spiderman– han pegado bajón. Ese es el caso del PSOE, con el agravante de haber perdido, con las elecciones, la batalla interpretativa, que nos conduce al aludido punto 8. Y ese es el caso de Sumar –no reconocido en la política gallega, lo que es un indicio de que puede no ser reconocido en otros territorios–, y de Podemos –reducido a una suerte de PACMA leninista pop–. Podemos y Sumar, dos tramos del mismo intento de acceder a la política sin impregnarse del 15M, carecen de implantación, esa metáfora. El PC, ese partido desaparecido, como quien dice, en 1982, tenía más implantación. Y mira. Emitir política sin implantación, y más aún siendo gobierno, esa cosa sin implantación en muchos tramos de la izquierda, requiere un replanteamiento urgente.

7- “Si una peseta diera cada español, pero no a mí, sino a donde tienen que darla –a Tezanos, para que se vaya de vacaciones una temporada–, luego me iría con todos los que han dado esa peseta al estadio, para tomarme una copa con ellos, y llorar de alegría”.

8- Peligra la amnistía. El viernes pasado, el PSOE pedía al Congreso, discretamente, prolongar el plazo para negociar la amnistía en la Comisión –el plazo, inicialmente, finalizaría el próximo 21F–. Este domingo, con los resultados gallegos en la frente, la amnistía dejó de ser una urgencia apremiante para el PSOE. Si Junts pasa de votarla, parece poco probable que el PSOE opte por desgastarse intentando seducciones improbables. Total, Junts seguirá apoyando al Gobierno –de aquella manera, puntualmente, negociando en cada ocasión–. O no. Lo que no variaría la dinámica del apoyo puntual y surreal de Junts.

QOSHE - Las elecciones - Guillem Martínez
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Las elecciones

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22.02.2024

1- El PP ha ganado las elecciones gallegas. Quien gana suele ganar también la interpretación de esa victoria. Si eso es así, el PP habría ganado las elecciones en clave no gallega, sino en clave estatal. Se trataría de una victoria del pack amnistía-no, frente al pack amnistía-sí, lo que nos llevaría al último punto de este articulete –también conocido como punto 8–, directamente y sin pasar por la casilla de salida.

2- En todo caso, la victoria del PP, siendo absoluta –a la gallega; o, como se decía antes, a la búlgara–, no ha sido tan luminosa. Para ganar, para sobrellevar los errores de la campaña –el más llamativo: Feijóo abriendo la boca de la cara y enviando al garete toda la política del PP en Europa, y toda la teoría interna del golpe de Estado perrosanchista; la única que tienen, vamos–, el PP ha tenido que sacar la artillería pesada. En tiempos de drones I D, la artillería pesada son cosas de otra época: a) utilización constante de medios públicos y concertados, b) llamamientos a que el BNG es ETA, c) pago de 500 euros a mariscadores, a tres días de las elecciones, d) SMS, en modo pásalo, a los sanitarios, anunciándoles subidón, a dos días de las elecciones y e) monjitas y paramonjitas llevando, el día de las elecciones, a abuelitos gagá a votar, con la papeleta en la boca. Con todo ese despliegue de recursos de cuando la CEDA, las derechas han ganado a las izquierdas por tan solo 30.000 votos. Demasiado poco para una mayoría tan absoluta. Lo que........

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