Querida Comunidad Contextataria,

Os habla Miguel Mora. Sí, os escribo porque volvemos a necesitar vuestra ayuda. Como sabéis, la situación en Gaza y Cisjordania es espantosa, la peor desde que hace cinco meses Netanyahu decidió lanzar los ataques sobre la Franja y desde que su Gobierno de fanáticos sionistas de extrema derecha decretó que la población palestina (esos “animales humanos”) debía ser desplazada, bombardeada, diezmada y/o expulsada de su territorio histórico.

Tras cinco meses de asedio y destrucción, y ante la absoluta inacción –cuando no el aplauso– de casi todos los gobiernos occidentales y árabes, Gaza sufre hoy una situación desesperada, que coloca a la llamada Comunidad Internacional (y a los medios que defienden ese estado de cosas o se declaran equidistantes ante un genocidio que prefieren denominar como “guerra”) en un profundo abismo moral.

La limpieza étnica, el asedio total de un ejército supremacista y la destrucción deliberada de todo vestigio de vida civil y comunitaria en Gaza (escuelas, universidades, hospitales, panaderías, casas, archivos, museos…) recuerda demasiado ya (si no fuera porque ahora la vemos cada día en directo en nuestras pantallas) a la que sufrieron los judíos y los gitanos europeos cuando Hitler decidió que esas razas inferiores debían ser deshumanizadas, apartadas de la sociedad, despojadas de sus derechos civiles, expoliadas de sus bienes, llevadas a campos de concentración, y por fin eliminadas en serie.

Son ya más de 31.000 civiles asesinados bajo las bombas –más de la mitad, menores de edad–, y hay docenas de miles de heridos y desaparecidos

Son ya más de 31.000 civiles asesinados bajo las bombas –más de la mitad, menores de edad–, y hay docenas de miles de heridos y desaparecidos. Por supuesto, las cifras del genocidio en curso no podrán llegar nunca a las de la Shoah, aunque un 5% de los 2,4 millones de palestinas y palestinos de Gaza han sido ya bien asesinados bien heridos, y un 90% de ellas y ellos han perdido su vivienda, su escuela o su trabajo. De ser un campo de pruebas del apartheid durante décadas, Gaza ha pasado en solo cinco meses a ser un campo de concentración, y ahora es también un gueto de hambruna y un campo de exterminio.

Si se piensa, los argumentos usados y la intención declarada por Netanyahu y sus sonrientes tropas de asalto son muy similares a los objetivos que alcanzó el nazismo. La diferencia es que el Tercer Reich siempre intentó negar ante el mundo que estuviera arrestando y matando de forma programada y sistemática a millones de personas por el hecho de no ser arias. Israel, sin embargo, presume de sus matanzas cuanto puede, por dos razones: una, Netanyahu necesita vender a la sociedad israelí una victoria total para intentar salvar su cargo y su libertad (en riesgo por el proceso de corrupción que trataba de frenar antes del 7 de octubre), y dos, tanto él como sus militares saben bien que su principal socio, Estados Unidos, no permitirá jamás que los responsables directos del genocidio y sus cómplices por acción u omisión rindan cuentas ante la Justicia.

¿Se imaginan un nuevo Nuremberg con Bibi, Biden, Sunak, Macron y Von der Leyen compartiendo el banquillo de los acusados con los CEOs de las empresas fabricantes de armas y los directores de los medios de comunicación prosionistas que no se cansan de publicar, un día tras otro, propaganda israelí? Nosotras tampoco.

Pero esta constatación de la absoluta impunidad que define, otra vez, a esta Segunda Nakba no puede servir de excusa para mirar hacia otro lado. Al revés. En los últimos días, Gaza ha entrado en la segunda fase del exterminio programado por Israel y financiado por Estados Unidos: el hambre. Mientras en Tel Aviv las inmobiliarias ponen en el mercado las futuras viviendas que Israel construirá en la Franja, hay ya centenares de miles de gazatíes desnutridos, y los niños empiezan a morir por decenas, sobre todo en el norte porque el ejército sigue impidiendo que lleguen los camiones de ayuda humanitaria hasta esa zona.

Algunos líderes liberales, como Biden o Macron, intentan lavar su conciencia y salvar de paso algunos votos en casa lanzando paracaídas con sacas de comida, adornadas con las banderas de sus decadentes imperios. La imagen de los niños gazatíes peleando por las migajas en las calles o las playas supone una escalada vergonzosa en el intento de deshumanizar y quebrar a una comunidad unida y solidaria, y aumenta un grado más el cinismo de Occidente, que así gana algo de tiempo para poder construir en la costa de Gaza el muelle por el que según Washington llegará la ayuda humanitaria. La cortina de humo no oculta el verdadero propósito de ese proyecto de puerto: extraer, depositar y embarcar rumbo a Occidente el gas descubierto bajo el mar de Gaza, que las principales empresas energéticas occidentales se repartieron de forma impúdica solo unos pocos días después (¿o fue antes?) del ataque de Hamás contra Israel.

Todo esto, y muchas cosas más, se lo hemos ido contando estos meses en CTXT gracias a que muchas y muchos de ustedes, más de mil personas, contribuyeron a finales del año pasado a la captación de fondos que titulamos “Israel no quiere testigos, ¿nos ayudas a conseguirlos?”. Cinco meses después, más de 150 periodistas gazatíes han sido asesinados por Israel, que sigue sin permitir a los medios internacionales entrar en la Franja, aunque al parecer esta censura no ha hecho perder el menor apoyo mediático a un Gobierno que asesina párvulos, madres, poetas, médicos y periodistas para acabar con los terroristas de Hamás.

Gracias a vuestro apoyo, nuestros dos colaboradores gazatíes, Mahmoud Mushtaha y Mohammed Zaanoun, han enviado una treintena de crónicas y docenas de fotografías

Gracias a vuestro apoyo, nuestros dos colaboradores gazatíes, Mahmoud Mushtaha y Mohammed Zaanoun, han enviado una treintena de crónicas y docenas de fotografías que han permitido a la comunidad lectora de la revista conocer de primera mano justo lo que Israel no quería: cómo se vive el horror desde dentro de Gaza.

Los testimonios de sus reportajes, siempre llenos de humanidad, han mezclado decenas de voces anónimas, de distintas generaciones: quizá el denominador común es que todas se expresan con una dignidad impresionante, y que ninguna entiende qué delito ha cometido un pueblo entero para recibir semejante castigo colectivo. Las apelaciones a la paz, sus relatos cargados de tristeza y a la vez de amor a los ancianos y los niños, han sido recogidos, elaborados y enviados a CTXT por Mahmoud y Mohammed bajo unas condiciones personales, vitales y laborales extremas. Pero siempre sin una queja, sin un pero, sin un dato equivocado, sin un fallo de redacción en su excelente inglés. Con una profesionalidad, esta sí, a prueba de bombas.

Un campamento de refugiados en Rafah, al sur de la Franja de Gaza. / Mohammed Zaanoun

Un campamento de refugiados en Rafah, al sur de la Franja de Gaza. / Mohammed Zaanoun

Su trabajo nos ha permitido construir un archivo imprescindible sobre este trágico momento histórico y político (la agonía de la ONU y del derecho internacional, las muertes diarias retransmitidas en directo por los verdugos y las víctimas, el antisemitismo reconvertido en arma de guerra de Occidente contra las personas y medios que se atreven a ser críticos con el sionismo colonialista).

Creo sinceramente que no hay muchos medios grandes que puedan igualar ese dossier –y mira que lo tenían fácil–. Lo decimos sin presunción, y con orgullo no exento de cierta estupefacción por el triste estado de la prensa mundial: ¿cómo es que tan pocos medios se han atrevido a saltarse la prohibición isaelí de entrar en Gaza recurriendo a periodistas gazatíes y apoyándose en medios locales? Por dinero seguro que no ha sido. Si CTXT ha podido, cualquiera podía hacerlo.

Es desde luego infrecuente que un medio tan pequeño como CTXT haya podido publicar crónicas desde Gaza, desde Líbano y también desde Israel y Cisjordania

Es desde luego una rareza que un medio tan pequeño como CTXT haya podido publicar crónicas desde Gaza, desde Líbano (gracias a Marta Maroto, nuestra colaboradora en Beirut, que ha enviado estos meses una cincuentena de videos y textos de gran calidad) y también desde Israel y Cisjordania, porque llegamos a acuerdos para traducir artículos del periódico progresista israelí Haaretz y de la revista palestino-israelí +972. Ambos deberían ser un modelo a imitar para la prensa mundial, y son dos referentes del mejor periodismo en un país, que pese a lo que pueda parecer, cuenta todavía con una masa crítica, pacifista y antirracista, de alta calidad humana, y con analistas y reporteros tan brillantes como Gideon Levy y Yuval Abraham, el cineasta judío que recibió su reciente premio en Berlín con un discurso de paz y que todavía no ha podido volver a Israel porque los sionistas intentaron linchar a su familia.

La lección que hemos aprendido la gente de CTXT es preciosa: cuando una revista cuenta con el apoyo de una comunidad de 15.000 personas, repartidas en este caso casi al 50% entre suscriptores y donantes habituales, ningún reto periodístico es imposible. No esperamos, por supuesto, premios ni parabienes, ni de vosotras ni de nuestros colegas. Simplemente, hemos hecho nuestro trabajo. Creímos que era nuestra obligación ética y profesional tratar de burlar el veto israelí a la entrada de la prensa extranjera en Gaza, y gracias a vosotras y vosotros, y a un puñado de jóvenes y extraordinarios periodistas, lo hemos conseguido.

El reportero Mahmoud Mushtaha, de 24 años, está intentando escapar de Gaza. Sueña con venir a España y trabajar para CTXT

Ahora necesitamos otra vez vuestra ayuda. Queremos seguir informando sobre el genocidio en curso y tenemos que cuidar a los reporteros que se han jugado literalmente la vida por escribir para la revista. El fotógrafo Mohammed Zaanoun ya ha conseguido salir de Gaza y llegar a Egipto. Sus hijos pequeños estaban demasiado traumatizados con los bombardeos, nos contó, y logró escapar con ellos y con su mujer hace unos días. El reportero Mahmoud Mushtaha, de 24 años, está intentando hacer lo mismo. Está solo; ha tenido que dejar atrás a su familia, sus sobrinos, tíos y padres. Y me dice que sueña con poder cruzar a Egipto, venir a España y trabajar para CTXT.

Queremos ayudarle a venir, ofrecerle un contrato de trabajo en la revista y darle tiempo para que se cuide y escriba un libro contando cómo eran sus sueños y su vida hasta hace cinco meses, y cómo ha logrado sobrevivir a esta pesadilla informando al mismo tiempo sobre ella.

Nuestro colaborador, Mahmoud Mushtaha, en una imagen reciente tomada en Ciudad de Gaza.

Nuestro colaborador, Mahmoud Mushtaha, en una imagen reciente tomada en Ciudad de Gaza.

El 10 de marzo, Mahmoud viajó desde Ciudad de Gaza a Rafah, y ahora está viviendo en las tiendas de campaña que UNRWA ha puesto a disposición de los desplazados. Salir de Gaza no es fácil. Hay muchas peticiones, y muy pocas plazas. Mahmoud es optimista y cree que podrá conseguirlo en una semana. Con vuestra ayuda, le será más fácil salir del infierno y empezar una nueva vida; y CTXT, a diferencia de la mayoría de los medios, podrá seguir contando lo que pasa en Gaza, priorizando la información acerca de este dramático genocidio sobre los temas que la agenda neoliberal trata de imponer. CTXT quiere seguir siendo un medio de referencia en la defensa de los derechos humanos de los palestinos y en la denuncia de la mayor catástrofe humanitaria del siglo XXI, que ha puesto a 2,4 millones de personas en una situación desesperada ante la indiferencia y la complicidad de Occidente.

Acabo ya, con las palabras con las que Mahmoud y yo despedimos nuestros diálogos casi diarios de whatsapp: Inshallah, Bro. Ojalá, hermano; ojalá podamos verte pronto en España y darte un enorme abrazo.

Gracias a quienes hayan llegado hasta aquí abajo. Y a quienes se cansaron antes, gracias también por estar ahí.

¡Salud y libertad!

Y Viva Palestina libre.

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Hemos calculado que CTXT necesita 2.000 nuevos suscriptores y donantes para poder seguir cubriendo el genocidio en Gaza este año y para ayudar al periodista Mahmoud W. Mushtaha a llegar a Egipto y venir a España para trabajar en nuestra redacción.

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Inshallah, Mahmoud!

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14.03.2024

Querida Comunidad Contextataria,

Os habla Miguel Mora. Sí, os escribo porque volvemos a necesitar vuestra ayuda. Como sabéis, la situación en Gaza y Cisjordania es espantosa, la peor desde que hace cinco meses Netanyahu decidió lanzar los ataques sobre la Franja y desde que su Gobierno de fanáticos sionistas de extrema derecha decretó que la población palestina (esos “animales humanos”) debía ser desplazada, bombardeada, diezmada y/o expulsada de su territorio histórico.

Tras cinco meses de asedio y destrucción, y ante la absoluta inacción –cuando no el aplauso– de casi todos los gobiernos occidentales y árabes, Gaza sufre hoy una situación desesperada, que coloca a la llamada Comunidad Internacional (y a los medios que defienden ese estado de cosas o se declaran equidistantes ante un genocidio que prefieren denominar como “guerra”) en un profundo abismo moral.

La limpieza étnica, el asedio total de un ejército supremacista y la destrucción deliberada de todo vestigio de vida civil y comunitaria en Gaza (escuelas, universidades, hospitales, panaderías, casas, archivos, museos…) recuerda demasiado ya (si no fuera porque ahora la vemos cada día en directo en nuestras pantallas) a la que sufrieron los judíos y los gitanos europeos cuando Hitler decidió que esas razas inferiores debían ser deshumanizadas, apartadas de la sociedad, despojadas de sus derechos civiles, expoliadas de sus bienes, llevadas a campos de concentración, y por fin eliminadas en serie.

Son ya más de 31.000 civiles asesinados bajo las bombas –más de la mitad, menores de edad–, y hay docenas de miles de heridos y desaparecidos

Son ya más de 31.000 civiles asesinados bajo las bombas –más de la mitad, menores de edad–, y hay docenas de miles de heridos y desaparecidos. Por supuesto, las cifras del genocidio en curso no podrán llegar nunca a las de la Shoah, aunque un 5% de los 2,4 millones de palestinas y palestinos de Gaza han sido ya bien asesinados bien heridos, y un 90% de ellas y ellos han perdido su vivienda, su escuela o su trabajo. De ser un campo de pruebas del apartheid durante décadas, Gaza ha pasado en solo cinco meses a ser un campo de concentración, y ahora es también un gueto de hambruna y un campo de exterminio.

Si se piensa, los argumentos usados y la intención declarada por Netanyahu y sus sonrientes tropas de asalto son muy similares a los objetivos que alcanzó el nazismo. La diferencia es que el Tercer Reich siempre intentó negar ante el mundo que estuviera arrestando y matando de forma programada y sistemática a millones de personas por el hecho de no ser arias. Israel, sin embargo, presume de sus matanzas cuanto puede, por dos razones: una, Netanyahu necesita vender a la sociedad israelí una victoria total para intentar salvar su cargo y su libertad (en riesgo por el proceso de corrupción que trataba de frenar antes del 7 de octubre), y dos, tanto él como sus militares saben bien que su principal socio, Estados Unidos, no permitirá jamás que los responsables directos del genocidio y sus cómplices por acción u omisión rindan cuentas ante la Justicia.

¿Se imaginan un nuevo Nuremberg con Bibi, Biden, Sunak, Macron y Von der Leyen compartiendo el banquillo de los acusados con los CEOs de las empresas........

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