Fidel y Armando Hart, entonces Ministro de Educación, el 22 de diciembre de 1961, en la Plaza de la Revolución. Foto: AP

Aquella trágica noche que Fidel partió a la inmortalidad, había finalizado el libro Cuando me hice fidelista, que como no podía ser de otra manera está dedicado a la memoria de Fidel.

Y no me pregunten por qué, ni cómo, pero en esos tristes días de duelo, cuando Fidel se fue, supe que el final estaba muy cerca, tanto conocía a Armando que lo pude intuir…, luego, fue así, justo a un año y un día, se fue con él… Y aunque por más de treinta años compartimos todo… solo entonces llegué a comprender que Fidel fue para él, como Frank y Enrique y por eso Armando como Abel y Boris, vivió para que Fidel viviera y Haydée lo supo desde entonces, que Armando también le había entregado su vida, lo demás fue cosa o cuestión del destino de cada quien y un poco del azar que siempre hace lo suyo….

Por eso creo que cuando Armando se fue con él, a esa otra dimensión, a continuar en la lealtad en la que vivió por él toda la vida; se fue tranquilo, se fue en calma… Pero el tiempo pasa, que digo pasa, vuela… y ya contamos siete interminables años de la partida de Fidel y seis de la de Armando.

Pero no es en modo alguno una locura, ni vivir fuera de la realidad, lo que yo sigo sintiendo; porque para mí, Él está conmigo, Ellos siguen aquí dialogando con el presente y el futuro, aunque quizás no se dejan ver del todo. Es más, estoy segura que mientras los recordemos así, no se irán nunca.

A solo unas escasas horas de conocer la infausta noticia de la partida física del líder histórico de la Revolución Cubana, Armando compartió conmigo estas ideas que luego fueron publicadas en el periódico Granma, y cito estos párrafos suyos, dijo Hart:

“Con certeza puedo afirmar que mi vida está dividida en dos etapas fundamentales: antes y después de conocer a Fidel. Eso ocurrió primero por referencias y más tarde personalmente. Esta idea fue acrecentándose en la medida en que yo podía constatar las cualidades personales, extraordinaria inteligencia, firme voluntad para enfrentar con sabiduría las situaciones más complejas y la gran nobleza y solidaridad de Fidel con sus compañeros de lucha e ideales, que no era más que otra forma de expresión de su infinito amor a su pueblo.

Recuerdo que los sucesos del 10 de marzo de 1952 marcaron un momento decisivo en ese rumbo que condujo a ambos a encontrarnos en una estrecha comunidad de ideas y fue ensanchándose poco a poco en la medida que me percataba —junto a otros valiosos compañeros en medio de la insurrección— de haber encontrado, finalmente, el liderazgo ético que por tanto tiempo habíamos buscado afanosamente, en un país que en esos momentos se debatía entre el desconcierto y la frustración.

El 26 de julio de 1953, fue para mí, la confirmación heroica de todas aquellas ideas y elevó ante nosotros la figura de Fidel y de los aguerridos jóvenes que lo acompañaron a “tomar el cielo por asalto”. Esos eran, definitivamente, el líder y el movimiento a que aspirábamos, el que Cuba necesitaba y dentro del cual valdrían la pena los mayores sacrificios, incluidos el de entregar la vida misma a la causa de la libertad y la justicia para el pueblo cubano.

Sin embargo, todavía estaba muy lejos de imaginar lo que el destino y la dura lucha me deparaban al respecto, e incluso entonces, no podía suponer que Fidel sería capaz de llegar a ser la figura central, el organizador y el jefe de la Generación del Centenario, trascendiendo, incluso, nuestras fronteras y proyectándose hacia América Latina, el Caribe y el resto del mundo.

Pero no podía ser de otra manera, porque ese hombre que concibió, encabezó y ha defendido inteligentemente y sin vacilación alguna, la obra gigantesca de la Revolución Cubana, estaba llamado a ser —en el convulso universo de hoy— un elevadísimo y poco común ejemplo de cultura, seguridad, experiencia y firmeza de principios: todo ello en una sola pieza.

Para mí, es motivo de legítimo orgullo, haberlo conocido, haberlo seguido y acompañado, aprendiendo de sus decisiones y sus orientaciones oportunas y acertadas, desde la segunda mitad del siglo XX hasta acá. Y si hoy tuviera que resumir cuál es —a mi juicio— su rasgo más característico, diría que es su pensamiento ético, el que demostró y puso a prueba en los momentos más difíciles, desde los tiempos del Moncada, hasta que se convirtió en la fuerza esencial de la Revolución, con más de medio siglo victorioso.

Los cubanos no olvidaremos jamás su talento, genio y originalidad, porque Fidel fue quien llevó al terreno de los hechos, los métodos y principios capaces de relacionar y articular dialécticamente las ideas del Socialismo con la tradición de la nación cubana, para hacerla triunfar.

Fidel, es ese hombre bueno y con decoro, que llevó a José Martí en la mente y en el corazón durante toda la vida y fue su mejor discípulo; porque enriqueció como nadie sus ideas, con el conocimiento y las vivencias de la práctica política y fue también, el hombre que llevó en su privilegiada conciencia toda la ética y la sabiduría política que faltó en el siglo XX y aún falta en el XXI.

Nuestro pueblo agradecido, no olvidará sus valiosos e invaluables aportes a la paz y a la humanidad toda. Es cierto, que, aunque no quisiera decirlo, es así, su ausencia representa un vacío que no podemos ni llenar y mucho menos olvidar, porque su vida y su inmensa obra de creación humana y revolucionaria, estarán siempre presentes en los cimientos mismos de estos empeños de transformación de un futuro superior para nuestros pueblos y países en Cuba, Latinoamérica y el mundo.

Desde lo más profundo de mi corazón le rindo mi homenaje más puro a ese gigante de la historia y le digo Gracias Fidel, por tu vida de sacrificio dedicada a nuestro pueblo, por habernos regalado tu cubanía y tu ejemplar hoja de servicio a nuestra patria y a la humanidad, porque la Revolución Cubana es y será, ya para siempre, una referencia universal, al igual que el paradigma y la leyenda que tu vida y tus ideas representan, las que no serán enterradas jamás.

Por eso pregunto, ¿quién dice que Fidel ha muerto?, Fidel está y estará por siempre entre nosotros, porque los hombres así no mueren nunca, su vida de leyenda, de gigante, crece y crecerá con los días y la historia. Por eso un día como hoy, vienen a mi mente y mis entrañables recuerdos, los compañeros caídos a lo largo de más de medio siglo, esos que, como él, combatiendo con heroicidad y decisión dieron lo mejor de su vida por nuestra patria.

Y de nuevo reitero las Gracias a Fidel y ante su sagrada memoria, ratifico nuestro eterno agradecimiento y nuestro compromiso de que seguiremos luchando por defender dignamente tus ideales e idénticos principios a los que te entregaste con tu insuperable y gallarda conducta de héroe legendario de la victoriosa y memorable Revolución Cubana.

Ante tu recuerdo inolvidable, Comandante en Jefe de todas las batallas, siento el deber sagrado de enlazar las consignas de la nación y la Revolución: Independencia o Muerte, Libertad o Muerte, Patria o Muerte, Hasta la victoria siempre, porque para siempre Venceremos con el ejemplo inmortal de tu vida y tus ideas, querido, eterno e invicto Comandante en Jefe.”

Armando y Fidel, como protagonistas de la Generación del Centenario, pusieron de moda la virtud, la decencia y la ética en cada segundo de sus extraordinarias existencias; y esa es la razón, por la que en un mundo como este; siguen siendo necesarios y paradigmáticos ejemplos para todos.

Cuando la humanidad atraviesa la crisis más aguda por la que ha pasado la llamada cultura occidental en toda su historia, lo que se revela en la quiebra de la ética, de los principios políticos y jurídicos y de las ideas filosóficas que tras larga evolución sirvieron de fundamento al propio sistema capitalista; cuando se ha puesto de moda al servicio del imperialismo, un nuevo tipo de lumpen de origen cubano, desclasado y amoral; para el que es natural la descarnada grosería, la obscenidad, la indecencia, la vulgaridad, la liviandad, la mentira, capaz de cualquier bajeza; esos que representan lo peor del vale todo y son hoy nuestros adversarios y enemigos. Debemos intensificar nuestra cruzada a favor de la vida y de la paz, la que Armando y Fidel impulsaron desde el inicio de la Revolución; con más educación, más ideas y con toda la cultura, como nos dijo Fidel; de esa forma de seguro los venceremos como hasta hoy.

La historia de Cuba ya está marcada para siempre por el obrar y el proceder de la vanguardia revolucionaria de la Generación del Centenario, que con su lucha promovió para siempre el cambio radical de nuestra historia.

Ojalá estas humildes palabras dedicadas a recordar a Armando y a Fidel, sirvan también de homenaje a los próceres y pensadores de nuestras tierras; los que han pensado, vivido y luchado por nuestra unidad, independencia y soberanía, inspirados en el ejemplo de las inmortales figuras de Bolívar, Martí, el Che, Chávez y el propio Fidel.

Que vivan por siempre en nuestra memoria y que jamás se apaguen sus inmortales ejemplos.

QOSHE - Ellos están aquí - Eloísa Carrera
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28.11.2023

Fidel y Armando Hart, entonces Ministro de Educación, el 22 de diciembre de 1961, en la Plaza de la Revolución. Foto: AP

Aquella trágica noche que Fidel partió a la inmortalidad, había finalizado el libro Cuando me hice fidelista, que como no podía ser de otra manera está dedicado a la memoria de Fidel.

Y no me pregunten por qué, ni cómo, pero en esos tristes días de duelo, cuando Fidel se fue, supe que el final estaba muy cerca, tanto conocía a Armando que lo pude intuir…, luego, fue así, justo a un año y un día, se fue con él… Y aunque por más de treinta años compartimos todo… solo entonces llegué a comprender que Fidel fue para él, como Frank y Enrique y por eso Armando como Abel y Boris, vivió para que Fidel viviera y Haydée lo supo desde entonces, que Armando también le había entregado su vida, lo demás fue cosa o cuestión del destino de cada quien y un poco del azar que siempre hace lo suyo….

Por eso creo que cuando Armando se fue con él, a esa otra dimensión, a continuar en la lealtad en la que vivió por él toda la vida; se fue tranquilo, se fue en calma… Pero el tiempo pasa, que digo pasa, vuela… y ya contamos siete interminables años de la partida de Fidel y seis de la de Armando.

Pero no es en modo alguno una locura, ni vivir fuera de la realidad, lo que yo sigo sintiendo; porque para mí, Él está conmigo, Ellos siguen aquí dialogando con el presente y el futuro, aunque quizás no se dejan ver del todo. Es más, estoy segura que mientras los recordemos así, no se irán nunca.

A solo unas escasas horas de conocer la infausta noticia de la partida física del líder histórico de la Revolución Cubana, Armando compartió conmigo estas ideas que luego fueron publicadas en el periódico Granma, y cito estos párrafos suyos, dijo Hart:

“Con certeza puedo afirmar que mi vida está dividida en dos etapas fundamentales: antes y después de conocer a Fidel. Eso ocurrió primero por referencias y más tarde personalmente. Esta idea fue acrecentándose en la medida en que yo podía constatar las cualidades personales, extraordinaria inteligencia, firme voluntad para enfrentar con sabiduría las situaciones más complejas y la gran nobleza y solidaridad de Fidel con sus compañeros de lucha e ideales, que no era más que otra........

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