LAS TUNAS, Cuba. — “Ofrecen 10 mil dólares de recompensa por (información que conlleve) capturar a responsables de robar y descuartizar caballos en Miami-Dade”, escuché decir en un medio televisivo de Miami, y me dije: “¡Vaya!, por fin las autoridades de Florida se han percatado del peligro; del daño que constituye el abigeato no sólo para las personas, su salud y economía, sino también para la integridad del Estado”.

El abigeato (entiéndase: el robo de ganado, y en este caso conceptuado como “sacrificio ilegal de ganado mayor y venta de sus carnes”) es un delito grave en Cuba con antecedentes penales que se remontan al artículo 560.26 del Código de Defensa Social, vigente desde el 4 de abril de 1936 hasta el 15 de febrero de 1979. En el actual Código Penal, este delito se sanciona con entre tres y ocho años de cárcel, si no concurren agravantes de la responsabilidad penal, como puede ser la reincidencia del culpable o el delito continuado.

Tipificado entre los “delitos contra el orden económico nacional”, el abigeato estuvo sancionado con privación de libertad de entre cuatro y diez años en la Ley No. 62 de 1987, que derogó el Código Penal de 1979. Así y toda su severidad, la anterior legislación no pudo frenar los robos de ganado mayor, por ser de raíz socioeconómica y sociopolítica más que de criterio penal, constituyendo el abigeato un freno para la economía agropecuaria, porque, sin distinción, el cuatrero mata caballos, vacas lecheras, vacas o yeguas gestantes, novillas o potros en desarrollo y toros o caballos sementales.

De hechos esporádicos antes de 1959, controlados por la Guardia Rural, hoy, sin control policial, el robo de ganado constituye una plaga endémica en Cuba; es un sobresalto constante para la mujer y el hombre con propiedades agropecuarias; y generalizado el cuatrero por prohibiciones del Estado totalitario castrocomunista, es una epidemia por degeneración moral del cubano, de lo cubano, que ya está en camino de establecerse en campos y ciudades de los Estados Unidos.

“Pienso en Estados Unidos y me pregunto: ¿Qué será de ese país si es absorbido por el socialismo según planeó el castrocomunismo? Y esa imagen, la de un país destruido, me hace pensar en Miami, en Tampa, en Nueva York, en pueblitos cuales postales navideñas que conocí allá en Michigan, en Virginia, en Nuevo México…”, dije en Topos castrocomunistas “made in USA” (I), publicado en este sitio, y aquellos avisos, como este, no provienen de paranoias, sino de hechos criminales concretos.

Si desde temprano de los años sesenta el castrocomunismo está “clavando” topos hasta en las más altas esferas de las administraciones estadounidenses, ya para 1980, para ejercer influencias negativas, las de una emigración patrañera, “escoria”, al régimen no se le ocurrió nada mejor que abrir las cárceles cubanas y enviar por el puerto de Mariel rumbo a Estados Unidos, junto con personas decentes, a cientos de cubanos convictos de robos, hurtos, estafas y las más criminales felonías.

Para colmo, poco después involucrada Cuba en el tráfico internacional de drogas, y a propósito de cierta aeronave llegar a suelo cubano intempestivamente —cuando aún no se había destapado los sucesos de la Causa No. 1 de 1989 —cierto general me dijo aquella noche del aterrizaje del avioncito —que tenía las ruedas cagadas de mierda de vaca, por su evidente despegue de una pista clandestina—: “Bueno, contra el enemigo, la droga es un arma estratégica”, en alusión a que mientras más drogas consumieran los jóvenes en Estados Unidos, más se destruían los valores de la sociedad estadounidenses. ¿Quién lo diría…? Hoy son nuestros jóvenes quienes se inician en el consumo de drogas desde la más temprana edad. Pero, como contrapartida, tal pareciera como si estuviéramos enviando cuatreros a Miami.

El pasado diciembre, medios en Florida reportaron el caso de un “cubano arrestado en Hialeah por venta ilegal de carne de caballo”. Se trataba de un individuo de nacionalidad cubana, de 39 años de edad, que, contactado por un agente encubierto de la policía, fue detenido cuando al precio de 500 dólares pretendió vender 40 libras de carne producto de abigeato.

Pero este caso del cuatrero cubano capturado en diciembre de 2023 es un suceso viejo, como reiterado resulta el robo de dos caballos, nombrado uno Muñeco y el otro Babe Doc., denunciado este 4 de enero de 2024, delito del que América TeVé dijo: “Ofrecen $ 10 mil de recompensa por capturar a responsables de robar y descuartizar caballos en Miami-Dade”.

Y digo que estos robos y sacrificios de caballos a campo abierto y como si fuera en la mismísima Cuba son reiterados en Florida porque, por sólo citar un ejemplo, ya el 29 de julio de 2009 un reportaje de El Nuevo Herald dice: “Matanza de caballos podría deberse a demanda de su carne”, y cita al capitán Scott Andress, jefe de Patrullas de la Sección de Agricultura de la policía de Miami-Dade, una de las agencias que investiga estos delitos, quien dijo: “Hemos recibido información anecdótica de parte de dueños de caballos y reses de que existe una demanda (de carne) en el mercado negro. Estamos tratando de confirmar la existencia de ese mercado negro, y, si es así, cuál es su alcance”.

Pero la matanza ilícita evidentemente no se detuvo, porque (once años después) medios de Miami reportaron el 1ro de marzo de 2020, diciendo: “una familia de Florida encuentra a uno de sus caballos asesinado, para llevarse su carne”. Aunque el reporte de Cuba en Miami tiene un solo comentario, lo dicho por el internauta, que se hizo llamar Mulligans, es revelador: “Yo vivía en Cuba en un barrio de Marianao donde mataban caballos que traían desde Pinar del Río, galopando por dentro de la manigua. Recuerden que… al perro huevero aunque le quemen el hocico”.

Luego… los propietarios de ganado, tanto equino como bovino, y las autoridades en Estados Unidos tienen ante sí un reto: si no neutralizan a los cuatreros cubanos que desde los años ochenta del pasado siglo y hasta el presente comenzaron a emigrar a suelo estadounidense, pueden esperar que ocurra exactamente igual que en Cuba, que se produzca un alza de los robos de ganado y, particularmente, de los robos de caballos, que son los que con sólo montarse en ellos los ladrones rápidamente ponen distancia entre el lugar del robo y el sitio ya de antemano escogido para sacrificar el animal. Y no estarían actuando por falta de alimentos, como ocurre en Cuba, sino por mala fe (entiéndase: por vagancia y premeditación criminal).

Téngase en cuenta que sólo dos cuatreros, con un medio de transporte idóneo, pueden cometer delitos en un área tan extensa como la provincia de Las Tunas completa. De hecho, conozco el caso de tres sujetos que, residiendo en la ciudad de Las Tunas, robaron y confesaron haber sacrificado ganado, unas 40 reses, en todos los municipios de la provincia, incluso en Guáimaro, provincia de Camagüey.

Hoy, los ladrones de ganado en Cuba no suelen dejar los restos de los animales sacrificados a la vista pública, como hacen en Florida; ni venden la carne ellos mismos, sino que suelen contar con un carnicero-dependiente y una clientela que bien pueden ser decenas o cientos de personas, o sólo dos o tres establecimientos comerciales dedicados al expendio de alimentos procesados. El éxito del negocio está en el precio: ningún comercio lícito puede vender carne al precio que lo hace un cuatrero, que ni compra ganado ni paga impuestos.

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Cuatreros: de Cuba a Miami-Dade

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21.01.2024

LAS TUNAS, Cuba. — “Ofrecen 10 mil dólares de recompensa por (información que conlleve) capturar a responsables de robar y descuartizar caballos en Miami-Dade”, escuché decir en un medio televisivo de Miami, y me dije: “¡Vaya!, por fin las autoridades de Florida se han percatado del peligro; del daño que constituye el abigeato no sólo para las personas, su salud y economía, sino también para la integridad del Estado”.

El abigeato (entiéndase: el robo de ganado, y en este caso conceptuado como “sacrificio ilegal de ganado mayor y venta de sus carnes”) es un delito grave en Cuba con antecedentes penales que se remontan al artículo 560.26 del Código de Defensa Social, vigente desde el 4 de abril de 1936 hasta el 15 de febrero de 1979. En el actual Código Penal, este delito se sanciona con entre tres y ocho años de cárcel, si no concurren agravantes de la responsabilidad penal, como puede ser la reincidencia del culpable o el delito continuado.

Tipificado entre los “delitos contra el orden económico nacional”, el abigeato estuvo sancionado con privación de libertad de entre cuatro y diez años en la Ley No. 62 de 1987, que derogó el Código Penal de 1979. Así y toda su severidad, la anterior legislación no pudo frenar los robos de ganado mayor, por ser de raíz socioeconómica y sociopolítica más que de criterio penal, constituyendo el abigeato un freno para la economía agropecuaria, porque, sin distinción, el cuatrero mata caballos, vacas lecheras, vacas o yeguas gestantes, novillas o potros en desarrollo y toros o caballos sementales.

De hechos esporádicos antes de 1959, controlados por la Guardia Rural, hoy, sin control policial, el robo de ganado constituye una plaga endémica en Cuba; es un sobresalto constante para la mujer y el hombre con propiedades agropecuarias; y generalizado el cuatrero por prohibiciones del Estado totalitario castrocomunista, es una epidemia por degeneración moral del cubano, de lo cubano, que ya está en camino........

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